Seguramente la han visto por las calles, con su casco rosado, sus orejas al viento, sus distintivos ojos celeste y café
Por Michelle Raposo
Fotos: Víctor Rojas
Seguramente la han visto por las calles, con su casco rosado, sus orejas al viento, sus distintivos ojos celeste y café (tiene heterocromía), paseando arriba de su “humanager” y chofer, Lucas Espinoza. Si eres de aquellos que se han topado con Bandida del Carmen, siéntanse afortunados ya que cuenta el mito que quien se encuentra con ella, tiene siete años de buena suerte.
Con más de 170 mil seguidores en Instagram, y otros tantos más en TikTok, esta perrita de un año y medio ha logrado conquistar el corazón tanto de ciclistas, peatones e incluso automovilistas. Hablamos con ella para saber más de sus orígenes, sus primeros paseos en bicicleta, y qué espera para el futuro.
Bandida, te ves muy contenta andando en bicicleta pero tus orígenes no fueron así. ¿Cuéntanos de dónde vienes?
Así es, soy muy feliz ahora, pero cuando era muy bebé me encontraron abandonada en una construcción junto a cuatro hermanitos más. Justo en ese momento, Lucas mi humanager como le digo, estaba pensando en tener un perrito, y aunque no sabía si estaba preparado, tenía claro que en cuanto lo viera lo sentiría.
Y fue tal cual, me vio comiendo con la cabeza metida entera en el plato de comida junto a mis hermanos, con mis ojitos celeste y café, y eso bastó para robarle el corazón. Por eso me puso Bandida.
¿Cómo fue que terminaste andando en bicicleta y cómo fueron tus primeros paseos?
Lo que pasa es que a veces me da mucha ansiedad, y Lucas me quería llevar a pasear a un lugar que fuera seguro, donde pudiera correr y soltar toda mi energía. Y se le ocurrió llevarme al canil del Parque Inés de Suarez, que queda como a 30 minutos de la casa, pero como me gusta ir oliendo todas las cosas, nos demorábamos como una hora en llegar. Y ahí tuvo la genial idea que nos fuéramos en bicicleta.
Al principio, era chiquita y me fui en un bolso colgando adelante, pero se movía mucho y no era seguro. Así que anduve una cuadra no más y me devolví a la casa. Luego me fui en una mochila de perritos, en la espalda de mi humano, con hoyitos para las patas delanteras.
¿Cómo te acostumbraste a la bici? ¿Cómo fue ese proceso?
Te diría que me salió muy natural, pero me iban dando premios cuando me acercaba y me subía a la mochila. Al principio solo dábamos vueltas en círculo a pie por el departamento, para agarrar confianza y estar más tranquilos.
Luego bajamos al estacionamiento y dábamos vueltas cortitas en bicicleta, mientras me seguían dando premios, y así seguimos practicando hasta que finalmente llegó el momento de salir a conquistar las calles.
Eso sí, una vez una vez se nos rompió un lado de la mochila. Igual no era de tan buena calidad, pero tuvimos que buscar y buscar y no encontrábamos nada. Lucas incluso pensó en hacer una él ¡con sus manos! pero al final encontramos una en Estados Unidos, que son especiales para perros de hasta 35 kilos, y está diseñada primero para el confort de los perritos y después para la comodidad del humano.
¿Y qué decía la gente cuando te veía en la bici? ¿te reconocen en la calle?
La gente nos mira mucho, les llama mucho la atención y les gusta hacerme cariño, por eso mismo quise compartir todos esos lindos momentos en mis redes sociales. La gente me grita para saludarme y otras veces me han tocado la bocina para decirme que me siguen. Es muy divertido.
Al principio era un poco tímida eso sí, y no me gustaba hablar en los videos, sólo mostraba el cariño de la gente, pero ahora ya me acostumbré y hablo más.
Lo único sí es que al principio usaba un casco celeste que Lucas me adaptó para que sacara mis orejitas, pero todos pensaban que era macho, así que después cambiamos al rosado actual, pero el otro igual combinaba con mis ojos. Lo bueno es que solo me reconocen cuando tengo el casco puesto, así que puedo ser como Clark Kent, cuando no lo tengo puesto paso desapercibida.
Tengo entendido que tuviste un episodio complicado con un sillón ¿qué pasó?
Como te contaba más arriba, me pasa que a veces siento mucha ansiedad. Cuando chiquitita comía tan rápido que casi me atragantaba, y me compraron dos de esos platos con laberintos para comer, pero aún así los terminé rompiendo.
Y no sé, poquito a poquito sin querer terminé destruyendo completo el sillón de Lucas, en la parte que uno se sienta. Traté de arreglarlo, incluso me puse mi casco y mi chaleco naranja, pero no pude. Así que si alguien me quiere regalar un sillón para reponer el otro yo feliz.
Pero se me ocurrió otra idea, y aproveché un momento de descuido de Lucas y le robé la billetera, para comprar muchas mochilas como la mía para venderlas y juntar plata para devolver el sillón, porque soy una perrita responsable y trabajadora. Pueden encontrarlas en la Bandistore.
Los intereses de Bandida no se quedan solo en salir a pasear, también tiene un lado artístico y creativo. Le gusta hacer haikus (un estilo de poema japonés), ilustraciones, contar cuentos y hasta tiene un videojuego, donde hay que ayudar a Bandi a saltar unos obstáculos para poder comerse unos completos. “Mi sueño es tener una serie en Netflix, un documental que sea como Bandi Tour y viajar por Chile y el mundo en bicicleta conociendo lugares”.