Soy Carmen Demarta, actriz, bicimensajera y me encanta andar en bicicleta, actuar, montar y ensayar obras, comer y esta es la historia de mi primera bicicleta.
Mi infancia tuvo altos y bajos, tuve cáncer cuando chica lo que hizo que cuando ya estuve sana quería hacer todo lo que no había podido hacer cuando estaba hospitalizada. Mis mejores recuerdos los tengo jugando en la plaza de mi pasaje con les vecines de todas las edades, jugábamos de todo y en verano nos quedábamos hasta la noche jugando sin parar. Cuando chica quería ser ingeniera civil, actriz y chef, ahora soy actriz y media cocinera así que estoy orgullosa de ser lo que quería ser cuando chica.
Mi primera bicicleta fue una Bianchi amarilla oro, mi papá me enseñó a andar con rueditas primero y después las sacamos y ahí hizo eso de tomarme del sillín mientras mantenía el equilibrio y en alguna me soltó y me di cuenta de que estaba pedaleando sola y después entré en pánico y me caí y esa es como mi primera caída en bicicleta y uno de mis primeros desengaños.
He tenido varias bicicletas, han llegado y se han ido de mi vida. Tuve una híbrida con la que viajé por el sur, una rutera que me encantaba pero la vendí para irme al viaje al sur y me hice una single speed, la primera que me hice pero no me la hice con tanto presupuesto, entonces como que no me quedó bien de porte al menos, no fui bien asesorada y después como hace 7 años me mandé a hacer una bicicleta a medida a Sparton y esa ha sido mi bicicleta preferida, preferida, nos confiamos creo que la una en la otra y me encanta que es solo mía.
Amo moverme en bici por la ciudad, me siento segura la mayor parte del parte del tiempo, me gusta moverme por calles que conozco, aunque no sean las más rápidas. En general no ando rápido a menos que sea un día de esos donde ando compitiendo conmigo misma y las condiciones del tráfico y todo lo permiten. Amo la autonomía que me da, el tiempo de transporte solo depende de mí y eso para mí es esencial.
A la bicimensajería llegué porque una amiga me recomendó que probara suerte y me pareció un trabajo que se insertaba en mi rutina semanal de muy buena manera, porque normalmente tengo muy ocupadas las tardes y las noches ensayando o con funciones de obra, entonces esto era una manera muy rentable y satisfactoria, emocional y corporalmente de ocupar las mañanas. Me encanta la bicimensajería, pertenezco a una cooperativa que se llama Pantera Courier, hace casi un año me invitaron a participar y acepté encantada. En este tiempo de pandemia me encanta que podamos ser quienes transportamos cosas que le manda una mamá una hija como flores de Bach, libros como objetos que son preciados ahora con pandemia.
Creo que siempre hay un peligro de moverse, transportarse en cualquier medio que sea. Tal vez claro en la bicicleta vas muy expuesta, pero creo que siempre va a ser mejor y más seguro que todo dependa de ti, que tú manejes y no estar a merced de otra persona que maneja y que tú no tienes idea del criterio y claro que uno se cae y sufre a veces andando por la ciudad, pero uno aprende y es más rápido el aprendizaje. Creo que uno aprende a mirar distinto, a escuchar y a estar más atenta y prever, anteponerse a cualquier situación que pudiera llegar y claro también está la gravedad siempre para recordarte que existe a pesar de lo que tú creas y a veces es bueno reconciliarse también con el suelo. En especial a las mujeres que tienen miedo de subirse a una bici y andar por la calle o transportarse de esa manera, tomarse las cosas con tiempo, estar atenta y fluir con el tráfico y empoderarse de ese lugar también y tomarse el lugar en la calle, no como irse muy cuneteada porque así te van a cuidar más, no, tomarse el pedazo de calle y que convivamos todos los que pertenecemos a la calle. Somos fuerza también y somos muches.