Por Natalia Bobadilla
Fotos: Víctor Rojas
Tiene casi 20 mil seguidores en Instagram, sin tener ninguna otra vitrina que dicha red social. Eleonora Aldea Pardo (@aldeapardo) es una diseñadora gráfica de 33 años, especializada en lettering. Y desde 2011 ha compartido parte de su vida, la maternidad, el amor y sus proyectos en dicha plataforma.
“Me gusta compartir y la conexión que se genera con gente que está viviendo lo mismo que tú. Por ejemplo, he conectado con hartas personas que han tenido hijos prematuros. Es algo difícil de vivir, pero no se habla mucho del tema, la gente me habla por eso”, detalla sobre la experiencia que enfrente con la llegada de su segundo hijo, Félix, quien hoy tiene 3 años. Él, su hijo mayor, Leopoldo de 9 años, y su marido, también son parte de las fotos, videos e historias que comparte a diario. “Pienso que la gente, en esencia, es más buena que mala. Soy bien abierta en mostrar mis cosas porque creo que salen más cosas positivas que negativas ante eso”, añade.
Este año ha comprobado esto último. “Ha sido súper difícil para mí y he sido súper abierta al respecto. Estuve deprimida, fui al siquiatra, tomé pastillas. Mucha gente me habló y me decían que encontraban bacán que hablara de eso, porque generalmente la gente lo esconde y eso aumenta el estigma”, recuerda. “Nunca tuve un plan para tener tantos seguidores. Me han ofrecido trueques, regalos y ser embajadora, pero he sido súper transparente al respecto. Me gusta tener una comunidad grande de gente, pero nunca voy a sacrificar lo verdadero que es mi Instagram por tener más seguidores”, asegura.
En su día a día, hoy la bicicleta cumple un rol fundamental. Trabaja freelance, realizando letreros, logos, imágenes, entre otras cosas, que tengan que ver con letras. Además realiza un taller de lettering, hace un podcast llamado “Caseritas” y acaba de lanzar su libro “Especimen”. “Es una serie de textos de autoficción, en un recorrido de la A a la Z. Cada texto tiene que ver con una letra, y entremedio van dibujos de letras y frases”, explica. En medio de tanta actividad, siempre se mueve en dos ruedas. “Vivo en Providencia y me muevo a todos lados en bicicleta”, asegura.
-¿Recuerdas cómo fue tu primera experiencia con la bici?
-Mi papá me enseñó a andar. Recuerdo que una bici muy rosada con tiritas de colores en el manubrio. Yo tenía 5-6 años y al había pedido para Navidad. En ese tiempo vivía en Miraflores (Región de Valparaíso). Justo al frente de mi casa había un pasaje pequeño y ahí salía a andar. Eso estaba como en un cerrito, había mucho bosque eucaliptus cerca. Hasta hoy, siempre me acuerdo de ese tiempo y del olor de los árboles.
-Y desde entonces, ¿eras de las que andaba en bicicleta a todos lados?
-De niña, no era de las que me iba en bici en colegio. Más bien solo daba vueltas cerca del barrio. Mis papás eran más aprensivos. Me he reencontrado con la bicicleta siendo más grande. Yo vivía en Viña del Mar y allá es más difícil andar en bicicleta, si no vives en el plano. En mi caso, siempre viví en lugares como Reñaca y luego Concón, entonces no la usaba para desplazarme. Pero en 2012 volví a andar en bici para moverme, porque me vine a vivir a Santiago. Luego quedé embarazada e hice una larga pausa. Y justo este año la retomé.
-¿Cómo fue este reencuentro?
-Hace poco me regalaron una bici vieja. Se la habían regalado a mi marido, un amigo suyo que trabaja en San Diego. Pero él quería una pistera más livianita, así que esta me la dejó a mí. Es una Oxford plateada muy linda. La arreglé, me la dejaron tiqui taca y ando feliz. Para Navidad quiero que me regalen candado, luces y todo, jajajá.
-¿Tienes alguna ciclovía favorita?
-La de Pocuro es bacán y también me gusta la de Antonio Varas. Esas son las que más uso. Igual me estresa que la gente camine por la ciclovía.
¿Qué es lo que más te gusta del ciclismo?
-Me gusta andar en bicicleta porque puedo estar en control de mi ruta. Decidir irme por otro lado si quiero, adelantar si puedo, parar si algo me llamó la atención. Me encanta interactuar con la gente en la ruta, siempre saludo, pido permiso, digo gracias. No sé, se siente muy libre andar en bicicleta. Muy libre y conectado con la ciudad al mismo tiempo.
-¿Le transmites esto a tus hijos?
-El más chico tiene una Roda, de esas sin ruedas. Se tira por partes que ni yo andaría. Él es feliz. Con el mayor nos ha costado más, no le metimos la bici de tan chico como su hermano. Ahora le compramos una bici para niño grande y como todos tenemos bici, queremos salir a andar juntos.