La locutora de radio Futuro sigue recuperándose del accidente, que la alejó abruptamente de su medio de transporte favorito desde hace 15 años.
Por Natalia Bobadilla
Fotos Víctor Rojas
“Por favor, automovilistas, les pido más conciencia y responsabilidad. Los ciclistas tenemos el derecho de ser respetados. Un auto me colisionó hoy, se fugó pa’ variar y estoy en una urgencia lesionada, pero agradecida de estar con vida”.
Así la periodista y locutora de radio Futuro, Matilda Svensson (41), contó en su cuenta de Twitter el accidente que sufrió en enero pasado. Mientras regresaba en bicicleta a su casa, un automóvil la atropelló y su conductor se dio a la fuga.
Producto del accidente, la conductora del programa “RockShop” quedó con una fractura de tobillo y rotura de ligamentos en la rodilla izquierda, teniendo que someterse a una cirugía en su rodilla para volver a hacer deportes. “Lo primero que pensé cuando pasó esto fue no me vuelvo a subir a la bici. Yo siempre he sido súper precavida y cuidadosa. No ando entre los autos, señalizo, uso casco, luces, chaleco reflectante, todo lo necesario. Fue súper traumático pasar por un episodio con el que me cortaron las alas porque no he podido en mucho tiempo hacer deporte, que es lo que más me gusta”, cuenta Matilda. “Esto me marcó porque uno piensa que si actúas bien y cumples con los requisitos básicos de seguridad, no te va a pasar nada, pero no es así. Esta vez fue una imprudencia del automovilista”, añade.
Hace un par de días recién pudo reencontrarse con la bicicleta. “Después de 6 meses, me subí por primera vez a una bici, con mucho miedo y anduve por la vereda, algo que antes jamás hacía. Todavía estoy con mucho miedo, pero soy una convencida de que todos los miedos se vencen enfrentándolos. Para mí esa es la única forma de sanar esta herida física y sicológica que me quedó”, dice mientras explica que aún sigue en proceso de recuperación.
El accidente la hizo replantearse el rol del pedaleo en su vida y ahora la nueva a prueba para superar el trauma de lo vivido. “No quiero que me quiten esto. Para mí andar en bicicleta es algo súper valioso. Se pone en práctica ser consciente del medioambiente, te permite llegar activa física y mentalmente al trabajo, puedes optimizar tus tiempos de viaje, no gastas plata, es decir, tiene todas las bondades que uno sueña de un medio de transporte. Entonces que me lo quiten, siento que es violencia al cubo, eso no lo voy a aceptar y casi como un acto de protesta es que estoy volviendo a la bicicleta”, cuenta convencida.
Su medio de transporte hace 15 años
El atropello remeció la relación de Matilda con las dos ruedas, un lazo que comenzó a cultivar a los 5 años, cuando aprendió a andar en bicicletas de amigos. “Siempre soñé con mi bici propia, jajajá. Y la tuve recién a los 7 años, en Suecia. Vivía en un pueblo bien chico, donde para todo te movías en bici, no se usaba auto ni micro. Era mi medio de transporte. Cuando volví a Chile fue más complejo seguir andando porque era más peligroso”, recuerda.
Aunque en su adolescencia retomó el pedaleo, no fue sino de adulta cuando la incorporó a su vida diaria. “Se convirtió en una opción de transporte. Vi el ejemplo de mi mamá. Ella es profesora y se trasladaba a su trabajo todos los días en bici. Entonces eso me motivó. Pensé si ella puede, cómo no voy a poder yo”, explica. En ese entonces, hace casi 15 años, comenzó recorriendo unos 15 kilómetros diarios, pero poco a poco fue aumentando la distancia: “En ese tiempo trabajaba en radio Universo. Los estudios se cambiaron a Barrio Yungay, entonces pasé a hacer 35 kilómetros diarios. Ahí comencé a descubrir que no existe límite de resistencia que uno pueda tener”.
Esa premisa la motivó tanto, que se atrevió a incursionar en un nuevo desafío. “Quise practicar algo más deportivo con la bicicleta. Como yo siempre he sido runner, se me ocurrió que podría probar con el triatlón. Lo hice solo un año porque era muy demandante, con cuatro horas diarias de entrenamiento de lunes a lunes. Ese fue un año medio sabático que tuve y pude dedicarme a eso. Fue súper linda la experiencia, pero no es para mi estilo de vida, que trabajo y tengo familia (2 hijos). Además es un deporte muy costoso, las inscripciones de carreras son caras, los viajes, el alojamiento, etc.”, rememora de dicha etapa, que incluso la llevó a participar en el Ironman, de Pucón, en 2016.
Con la misma mentalidad que tuvo para entrenar en ese entonces, pero en un escenario muy distinto, hoy Matilda está enfocada en cumplir su actual objetivo: recuperarse para volver a estar al cien por ciento y disfrutar de sus otras grandes pasiones, además del rock: el running y el ciclismo.