Este mes ya estarían listos los 53 kilómetros contemplados para los ciclistas en el Plan de Movilidad de la comuna, generando mayor conectividad en la red existente.
Por Michelle Raposo
Fotos Víctor Rojas
En marzo se terminaron de alistar los últimos detalles de los 15 kilómetros restantes de ciclovías del Plan Integral de Movilidad de la comuna de Santiago para llegar a un total de 53 km. Eso sí acota Miguel Olivares, Coordinador de Movilidad Urbana del municipio, “más que sumar kilómetros, son más que todo conectores con las ciclovías existentes, para que estas sean más articuladas y conexas”.
Así se pueden ver dos ejes principales con sentido norte-sur (separado por la Ruta 5) y oriente-poniente (separado por la Alameda) para que sea más expedito el paso de un lado al otro de la comuna.
Con esto tenemos, por ejemplo, la ciclovía de Arturo Prat, que va desde Tarapacá hasta Franklin y la de Avenida Brasil, que ahora es segregada en el tramo entre Alameda y Compañía, y tiene continuidad con la nueva ciclovía de Almirante Latorre, uniendo la comuna desde Mapocho a Pedro Montt.
Por su parte, la nueva infraestructura alrededor del Parque Forestal, tiene el objetivo de “conectar Portugal con los 42K y la conexión a la ciclovía de Rosas”. Estas nuevas rutas pasan por las calles Lastarria (de Alameda a Rosal), Padre Luis de Valdivia, Rosal, Victoria Subercaseux (entre Padre Luis de Valdivia y Merced), José Miguel de la Barra (entre Merced y Cardenal Caro), Santo Domingo e Ismael Valdés Vergara (ambas entre J.M. De la Barra y Miraflores) y Esmeralda (entre San Antonio y Miraflores).
Otra buena añadidura es la ciclovía de Gorbea, que conecta desde la ciclovía de Exposición, pasando por la Dieciocho -que también es nueva-, y el Barrio Universitario hasta Santa Isabel. “Entonces puedes tener una conexión muy larga, que es el otro eje que estamos buscando también con Eleuterio Ramírez y Marín que se suman a la red”, explica Olivares.
De esta última (Marín), “algunos han reclamado porque dicen que es muy angosta, pero la verdad es que funciona bastante bien y la gente que no es la activista, los que ocupan la bicicleta no más, se han sentido favorecidos porque dicen que ahora efectivamente pueden circular de un punto a otro por la misma ruta”, cuenta el Coordinador de Movilidad.
No solo más kilómetros son lo que trae la nueva infraestructura. “Lo otro novedoso que se va a tener son 8 paneles que se van a instalar en algunas de estas, que van a indicar en vivo que número de ciclista fue o el número acumulado de ciclistas”. Además de esto, se van a sumar 180 cicleteros en la ruta.
Sumando elementos para mejor
Como en todo proyecto de gran envergadura, pueden salir algunas situaciones en el camino que uno quisiera cambiar. Una de estas tiene que ver con el pavimento.
Al igual como pasa con un sector de la ciclovía de Teatinos frente al Palacio de La Moneda, la vía que va frente al Museo de Bellas Artes, está hecha con adoquines, muy a pesar de los deseos del equipo detrás del proyecto, quienes contemplaban idealmente colocar una baldosa de 40 cm para hacer la senda.
Como parte del proceso de construcción, explican, cuando se pasa por zonas típicas, por ley hay que presentar el proyecto al Consejo de Monumentos Nacionales quienes tienen la última palabra en cuanto a los cambios que se hacen en el entorno. “Yo ando en bicicleta y me doy cuenta que es una lata pasar por los adoquines, pero lamentablemente dijeron que había que mantenerlos y no pintarlos”, cuenta Olivares.
Por otra parte y similar a lo que pasó con la construcción de la ciclovía de Portugal, la modificación que se ha hecho en Av. Brasil -que tiene una zona comercial automotriz con alta afluencia de vehículos- ha causado algunas molestias. “La gente tiene derecho a reclamar”, comenta el coordinador, “pero lo importante a destacar, es que acá lo que se está tratando hacer es la distribución del espacio vial, en el sentido que si existían dos pistas de circulación, tratar de mantener las dos pistas de circulación pero acortándolas”.
Por otra parte está el tema del veredista. “Obviamente mucha gente que circulaba por la vereda, ya sea en bicicletas particulares o públicas hoy lo está haciendo por las ciclovías. La idea es esa, tratar de incentivar que la gente ocupe la bicicleta, pero que los que andan por la vereda se bajen a la calzada”.
Los cambios son difíciles, especialmente si lo que se cambia es la rutina de una ciudad. “Hoy se ha tenido temor por lo que se está haciendo en muchas partes, y al final se están dando cuenta que los proyectos han producido mejor calidad de vida. Porque se reintegró la bicicleta, estamos integrando al peatón, en el sentido que le estamos bajando las bicicletas que andaban por la vereda, y también, el flujo vehicular se ha mantenido constante y más expedito que antes. Entonces es una suma de cosas”, concluye el encargado de movilidad de la comuna.