Por Natalia Bobadilla
Fotos Myriam Salazar
El anuncio de la Intendencia Metropolitana a mediados de enero tuvo un compromiso claro: la construcción de este espacio público durante el gobierno de Sebastián Piñera. Una iniciativa que comenzaron a imaginar dos jóvenes arquitectos y que con el empuje ciudadano ya está a punto de concretarse.
Hace más de una década, el río Mapocho era probablemente un lugar de Santiago que, aunque pasa por gran parte de la ciudad, era prácticamente invisible o más bien ignorado por quienes por ahí transitaban. Esto a pesar de que es un espacio público al que cualquier persona puede acceder e incluso actualmente tiene un acceso ubicado a la altura de calle La Concepción, en Providencia.
En 2004, el actual Presidente Sebastián Piñera, soñaba con un proyecto llamado Mapocho navegable, desde el Puente San Enrique hasta Cerro Navia. Aunque no logró concretarse, desde entonces han surgido iniciativas que han apuntado a sacarle partido al río, como el megaproyecto Mapocho Urbano Limpio que logró el saneamiento de sus aguas. Otra obra importante que se realizó fue la construcción del Parque Fluvial Renato Poblete, en Quinta Normal, que, si bien no incluye al río, sí hizo un guiño de lo que vendría.
El pasado lunes 14 de enero, la intendenta de la Región Metropolitana, Karla Rubilar presentó el proyecto “Paseo urbano fluvial río Mapocho”. Se trata de un tramo de 4,3 kilómetros de longitud en la ribera, comprendido entre el puente La Concepción y Padre Hurtado (sector Estación Mapocho), uniendo las comunas de Providencia y Santiago. Este espacio podrá ser utilizado por peatones y todo tipo de ciclos, sin excepción.
“Este proyecto es mucho más que una ciclovía, quisimos recuperar el espacio público entorno al Río Mapocho para que fuera la arteria principal de la red de parques que existen en Santiago, explicó en esa oportunidad la máxima autoridad regional. “Tenemos la recomendación social para nuestro proyecto Paseo fluvial Río Mapocho, que es mucho más que el Mapocho pedaleable que alguna vez se planteó y lo que busca finalmente es retomar la idea que nace de los colectivos ciudadanos, hace mucho tiempo de rescatar el río Mapocho para la gente, para que sea parte de nuestra ciudad y no una cicatriz», agregó la intendenta.
El proyecto pasó por un proceso previo de participación ciudadana, en el que más de 400 vecinos mostraron su preferencia por la construcción de un lugar inclusivo, familiar, cultural y deportivo. Además fueron consideradas las opiniones manifestadas por los integrantes de una mesa de movilidad que contó con la participación del Colectivo Muévete, que incluye a más de 20 organizaciones sociales.
Pero para llegar a este punto pasó, literalmente, mucha agua bajo el puente. Los primeros antecedentes de esta iniciativa están en la investigación de magíster del arquitecto urbanista Tomás Echiburú y el proyecto de título del también arquitecto Osvaldo Larraín. Ambos trabajos tenían como objetivo la recuperación del río como espacio público.
“Bajábamos harto al río y nos dábamos cuenta que tenía mucho potencial, sin hacer mayor intervención. Todo esto ocurría mientras se estaba haciendo el proceso de limpieza de agua, entonces fuimos viendo cómo iba cambiando el río, pero, para la percepción de la gente, no era así y todo seguía igual. Se le había dado la espalda al río, sobre todo por los problemas de contaminación y eso es algo que viene desde principios del siglo XIX. Pero antes de eso el río siempre había sido importante. Servía para desde abastecerse de agua hasta protegerse de invasiones. Ha sido parte de nuestra identidad”, explica Tomás.
Los arquitectos se dieron cuenta que el tramo que está canalizado reunía muchas características favorables. “Es el sector donde hay más desarrollo y densidad de actividades. Hay una distancia entre cada lado de 40 metros en promedio. En este tramo se concentra el 60% de los puentes, los que, en la superficie, significan paradas, pero si vas por abajo en el río, te ahorras energía, tiempo y hasta accidentes, pero además te mueves en un contexto mucho amigable. Queríamos que fuera algo funcional, porque si no generábamos esa excusa no íbamos a poder abandonar esa percepción negativa que tiene la gente sobre el río”, recuerda el arquitecto.
Así surgió la idea de organizar actividades en la ribera del río, una iniciativa que fue motivando a cada vez más gente y organizaciones sociales. Primero fue en 2011, ocasión en la que incluso llegó prensa a la convocatoria. Producto de esto, desde el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica les prestaron el apoyo técnico necesario con el que pudieron contar con el apoyo de la Secretaría de Planificación de Transporte (Sectra) para hacer un estudio de viabilidad del proyecto.
Las bajadas al río con actividades abiertas a la comunidad se hicieron año a año desde 2013. En el verano de 2018, durante 3 meses se puso en funcionamiento de manera provisoria un ciclopaseo hasta que se realizara el proyecto definitivo de ciclovía. “Circularon entre 3 y 4 mil personas en promedio cada día. Hubo un cambio significativo en la percepción de este espacio y se fueron sumando políticos. Primero fueron las ex alcaldesas Carolina Tohá (Santiago) y Josefa Errázuriz (Providencia). En el gobierno de Michelle Bachelet, el intendente Claudio Orrego también se motivó y llegamos al punto de que nos recibió la Presidenta en La Moneda. Cuando pensamos que esto se caía con el cambio de gobierno, vimos que finalmente confirmaron su interés y que esto se convirtió en un tema de Estado”, recapitula sobre el avance del proyecto. “Me siento muy feliz y orgulloso de que eso haya pasado, de haber hecho un aporte. Todo es gracias al empuje de todos los grupos que hemos trabajado. Lo más importante es que el río dejó de ser la cloaca de la ciudad”, agrega conforme.
Lo que viene
Según informó la Intendencia Metropolitana, el actual proyecto del paseo fluvial contempla la edificación de cinco accesos metálicos retráctiles y una senda multipropósito con pavimento en el lecho del río para todo tipo de rodados, que incluye luminarias, circuito de seguridad con cámaras de televigilancia y un sistema de alerta temprana, ante eventuales crecidas del cauce del río Mapocho.
Cada acceso a la ribera del río contará con plazas en las que se fomentarán actividades culturales, deportivas y recreativas, con el objeto de generar una vinculación del afluente con la ciudadanía, como un elemento de uso público inclusivo para la ciudad, revirtiendo su condición de espacio subutilizado e inseguro.
El proyecto será ejecutado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP). Contará con una inversión de más de $3.000 millones, obtuvo la aprobación de rentabilidad social de parte del Ministerio de Desarrollo Social. “Destinaron 350 millones de pesos aproximadamente para relicitar el estudio del diseño definitivo o lo que se llama también como ingeniería de detalle. Eso debería realizarse durante este primer trimestre para que durante 2019 se termine el diseño y en 2020 se licite su construcción. El compromiso es que se construya durante el gobierno de Piñera. Eso es factible, pero tienen que apurarse”, advierte Tomás.
Sandra Aguilera, coordinadora general del Colectivo Muévete, suma que están a la espera de reunión ya agendada con el Ministerio de Obras Públicas, para conocer más detalles técnicos de esta nueva etapa. “Desde sus inicios, el proyecto ha sido considerado como un parque para peatones y usuarios de ciclos, pero la calidad de los accesos (que contemple la accesibilidad universal) y del espacio en general, es una preocupación constante para nosotros, al igual que una futura expansión hacia el poniente que permita que más vecinas y vecinos puedan disfrutar de este espacio público, y conectar, de forma sustentable en temas de movilidad, el oriente con el poniente y viceversa”, expresa.
“El río, no solo es el rescate de un espacio, sino también una nueva forma de maximizar las posibilidades de uso. Es la integración de un eje estructural de la región, geográfico, urbano y social a nuestra ciudad, y a la vida cotidiana de las personas. Es la construcción de un nuevo concepto de espacio público para el encuentro ciudadano, para el desarrollo del arte urbano, un nuevo atractivo turístico y corredor para el transporte sustentable”, agrega Aguilera.
Desde las organizaciones sociales que han empujado esta iniciativa no bajan los brazos. “Me gusta pensar más que en proyectos definitivos y terminados, en un proceso que se va mejorando con el tiempo. Un aprendizaje que hemos tenido en todo este tiempo es que nunca hay que relajarse tanto. El gobierno tiene la pelota ahora. Hay que dejar que hagan su trabajo, pero estar atentos. También es importante reciudadanizar la causa y ver cómo mantenemos ese espíritu que siempre ha tenido. La idea es incentivar a que la gente lo use. En el paseo fluvial se construirán cinco accesos, pero hoy ya existe uno, en La Concepción, entonces ¿por qué no usarlo?”, lanza como invitación Tomás Echiburú.
El ciclista y activista Harold Mesías es parte de estas acciones que realizan colectivos de ciclistas. El objetivo es apoderarse del espacio mientras se concreta la construcción del paseo fluvial. “Hace un tiempo surgió la idea de plantear alguna actividad para eso y hace un par de semanas se concretó cuando uno de los integrantes del colectivo, Paulo Jaramillo, dio inicio a esta temporada de activaciones. Lo que hacemos es bajar al río, a la altura del cruce de Huelén con Andrés Bello, nos sentamos a la orilla del río, tomamos bebidas o cervezas sin alcohol, conversamos, escuchamos música y tiramos la talla. La semana pasada incluso jugamos a las paletas”, relata. “Tenemos que apoderarnos del río y entenderlo como un lugar más de la ciudad para recorrer y para estar, hacerlo nuestro. No es el patio trasero para la basura. Hay que dejar de verlo como una cicatriz que divide a dos comunas. Esto lo haremos todos los viernes, de aquí en lo sucesivo hasta que comiencen las construcciones. Esta es una invitación abierta a bajar al río, a tener una sana convivencia y un bonito término de semana en este lugar”, cierra.
Otras experiencias
Suzanne Segeur, arquitecto urbanista de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), ve con muy buenos ojos el futuro Parque Fluvial del río Mapocho. “Destaco que se está logrando una conexión entre la zona de Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, donde trabaja mucha gente, con Estación Central, Quinta Normal y el centro de Santiago. Es un gran aporte tener esta opción de movilidad y una relación más armónica con el rio como tal”, opina. “Además, tener estas rutas seguras para ciclos, sin intervención de automóviles es muy importante” afirma.
La arquitecta explica que en Chile ya hay iniciativas a destacar como el Parque Renato Poblete, el Parque Fluvial en Constitución o el Parque Kaukari del río Copiapó, construido por Teodoro Fernández. “Hay casos en el extranjero que son importantes de destacar como algunos de España: el Parque Fluvial Sohail y el Parque Fluvial de Besos, en Barcelona. En Chile no vemos los ríos como parte de las ciudades, pero se está trabajando en ello considerando la flora de la zona y también la dualidad de funciones de estos espacios, los cuales son inundables”, destaca.