FoCo Migrante, una organización dedicada a la integración de personas migrantes a través del uso de la bicicleta, celebra su séptimo aniversario. Durante estos años, la organización ha experimentado un crecimiento constante, asumiendo cada vez más responsabilidades y consolidándose como un actor importante dentro del mundo ciclista.
Por Michelle Raposo
Fotos Nicolás Villa
FoCo, es la abreviación de Foco Comunitario, una experiencia de la que Daniel Lanfranco se inspiró luego de ir a Canadá y arreglar una bicicleta en un centro comunitario. En 2016, comenzó a desarrollar la idea en Chile, pero con el centro puesto en la población migrante.
La organización ha logrado establecerse gracias al esfuerzo del equipo y la participación de voluntarios que se han involucrado en el proyecto, comenta Victoria Lagos, presidenta de FoCo.
«El proyecto ha ido creciendo a lo largo del tiempo. Hemos ido poniéndonos cada vez más serios y tomando más responsabilidades también. Ha implicado un esfuerzo no solo del equipo, sino que también hemos crecido gracias a todos los que han participado en el proyecto de una u otra manera», comenta Victoria.
La persistencia y el éxito de Foco Migrante se deben, en gran medida, a las convicciones compartidas por su equipo y a la creación de un espacio de trabajo cómodo y acogedor. Iniciando como una pequeña organización de voluntariado, con el tiempo lograron captar la atención de personas con diversas experiencias y habilidades, lo que les permitió expandirse y asumir nuevas actividades y desafíos.
«Nosotros partimos como una organización bien chiquitita, básicamente a puro voluntariado, y nos mantuvimos a través del tiempo. El hacernos conocidos y contar con personas que se unieron al equipo con ciertas experiencias nos ayudó a llevar a la organización a otros niveles, y a otras actividades, que nos obligaron a ir poniéndonos más serios en el camino», explica Lagos.
Cada miembro ha aportado desde su perspectiva y conocimientos, adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos a lo largo del camino.
«FoCo Migrante ha sido un esfuerzo conjunto del equipo motor, se podría decir. Ha sido un esfuerzo en el que nos hemos podido especializar, cada uno tiene distintas experiencias, distintas profesiones, entonces en base a eso hemos podido también ir aportando al proyecto. Y bueno, también ha implicado aprender un montón de quehaceres o un ‘saber hacer’ que no se aprende en otros lados tanto como aquí», señala Lagos.
La institucionalización progresiva de Foco Migrante ha sido una de las metas principales a lo largo de estos siete años. El objetivo ha sido mantenerse enfocados en su misión de fomentar la integración de las personas migrantes y promover el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible en la ciudad.
«Un proyecto donde hemos avanzado un poco más lento porque tratamos de mantener también la horizontalidad. Pero a lo largo del tiempo, nos hemos logrado institucionalizar cada vez más. La idea es seguir en eso, sin perder nuestro rumbo, que siempre ha sido aportar a la integración de las personas migrantes y al uso de la bicicleta en la ciudad; y hacer que nuestra ciudad también sea mucho más llevadera, más amable. En realidad, por ahí va nuestro esfuerzo. Y con personas integradas en donde cada uno pueda convivir con los demás aportando desde su lugar», enfatiza Victoria.
Sobreviviendo como organización
El financiamiento de una organización como FoCo Migrante ha sido uno de los desafíos constantes a lo largo de estos años. Dependiendo principalmente de la autogestión y las donaciones de personas y fondos públicos, la organización ha demostrado ser hábil en la postulación a fondos y en la diversificación de sus fuentes de financiamiento.
«Nos financiamos principalmente de autogestión, de las donaciones de personas y de fondos públicos. Somos secos para postular a fondos. Pero lamentablemente, eso no nos da tanta estabilidad como para proyectarnos en el tiempo, porque dependemos de si los ganamos o no. Entonces estamos apuntando a diversificar nuestras formas de financiamiento para poder sostenernos también en el tiempo de manera más segura», comenta Lagos.
Una de las estrategias que Foco Migrante ha implementado para sostener sus actividades es la apertura de un taller mecánico. Este taller no solo les permite sobrellevar los gastos generados por las actividades, sino que también brinda la oportunidad de generar ingresos propios y fortalecer su labor social.
«Precisamente por eso abrimos nuestro taller mecánico, y con eso podemos subsidiar los gastos que traen las actividades comunitarias», afirma Lagos.
El taller mecánico, que comenzó a funcionar de manera más formal este año, una vez que les dieron la patente comercial. Ubicado en Domínica 14 en Recoleta, el taller se ha convertido en una fuente más estable de financiamiento.
Además del taller, Foco Migrante también busca oportunidades de colaboración con otras organizaciones y empresas privadas, ofreciendo servicios relacionados con la mantención de bicicletas y talleres.
«Por ejemplo, trabajamos con la Universidad Católica haciendo las mantenciones a su sistema de bicis compartidas de la sede San Joaquín. También hacemos distintos tipos de trabajos con talleres de mecánica a empresas privadas», destaca Lagos.
En cuanto a donaciones, en FoCo están constantemente recibiendo bicicletas. “La mayoría se queda para los cursos de ciclismo urbano. Cuando son bicis muy buenas, las arreglamos, avisamos que esas no son nuestras y las vendemos a un valor accesible o justo. Con eso ayudamos a financiar también el taller, porque todo lo que se gana se va a sueldos, insumos o arreglar el mismo taller”.
Mucho más que entregar una bicicleta
La importancia de la movilidad sostenible y accesible para las personas migrantes es otro aspecto fundamental en el trabajo de Foco Migrante. El transporte público puede resultar costoso, especialmente para aquellos con salarios más bajos.
La organización ha identificado la bicicleta como una solución real y práctica para ayudar a los migrantes recién llegados a moverse de manera económica y segura en la ciudad.
¿Qué tan caro es realmente para un migrante moverse en transporte público?
“De hecho, para migrantes y personas con salarios más bajos, andar en micro, pagando todos los pasajes, va a costar por lo menos 60 mil pesos. Cuando se tiene un menor sueldo y se gasta en transporte público, ese porcentaje de gasto es significativo en relación a una persona que tiene más recursos con respecto al total del sueldo. Entonces sí es una ayuda real para los migrantes que llegan acá, sobre todo los que están recién llegados, en donde tratan de ir a distintos lados para conseguir trabajo. La bicicleta aporta mucho en esas circunstancias.
Bueno, y también muchos lo usan como herramienta de trabajo. No podemos negar que algunas de las bicicletas que hemos empleado también se han ocupado para el delivery.
Los migrantes que llegan son en primera instancia adultos entre los 30 a 50 años. “Al principio muchos más hombres, y ahora ha subido más la cantidad de mujeres que toman los cursos, porque también en el ciclismo hay una brecha en cuanto al uso de la bicicleta por parte de las mujeres. Por eso, algunas veces también hacemos cursos solo de mujeres o dirigido a ciertos perfiles”.
Otro aspecto que ha observado Victoria, es que es común que en los países de origen no ocupen la bicicleta como medio de transporte. “Y al llegar acá y ver que hay gente que lo hace, lo ven como una posibilidad que aporta su autonomía”.
“Teníamos un beneficiario venezolano que trabajaba en un restaurante y tenía que devolverse super tarde en la noche a su casa. Entonces la bicicleta era su medio de transporte principal porque así no tenía que depender de las micros para transitar de noche y exponerse a asaltos. Y después él siguió andando en bici, pudo traer a su familia, cambió su bicicleta y bueno como muchos también que han cambiado su bicicleta se van, nos devuelven la bici para que la ocupe otro migrante. No se pierde ese ciclo de vida. Las bicicletas tienen harta historia y es bacán irle sumando más, porque son super nobles y se pueden seguir reparando y un marco puede durar muchos años”.
En estos siete años ya son cerca de las 700 bicicletas las que se han entregado. Este nuevo año de vida, cuenta Victoria, los encuentra “en un proceso de cambio al poner el taller mecánico a andar. Tenemos que empezar a priorizar pero sin dejar de lado nuestra labor social. Estamos tratando de rearmar todo”.