Quizás algunos lo conocieron por sus videos en las redes sociales reclamando sobre las bicis mosquitos, que se hicieron viral.
Por Michelle Raposo
Fotos: Nicolás Villa, Victor Rojas
“Lo que yo busco es que se hable, porque siento que cuando las cosas se hablan se les pone atención, que es lo hacen los medios con la agenda. Si bien le fue bien al video, poniendo el tema sobre la mesa esperaría que gracias a este tipo de contenidos no hubiese más, que no pasaran al lado de Carabineros, de los inspectores fiscales y municipales y no pase nada”.
Conocido como @ivansebanucci en Instagram, Iván nos cuenta cómo ha sido este camino de la popularidad en las redes, sus aportes al ciclismo urbano a través de distintos videos, algunos consejos para viajar con la “chanchita” y por su puesto de su primera bici.
Generador de contenidos, no influencer
Por naturaleza a Iván le gusta contar cosas, algo que calza muy bien con su profesión de periodista. Desde el 2016 que crea contenidos de distintas cosas de la vida diaria, consejos, etc., pero desde el último año y medio que el foco ha sido las bicicletas y no está tan seguro de cómo agarró tanto vuelo.
“Es algo que viene como de muy chico, pero jamás pensé que iba a terminar siendo tan relevante”.
Todo partió, cuenta, con una marcha y el milagro de encontrar su bici dónde la dejó. “Fui con un amigo a una marcha en Baquedano, y le presté una de mis bicicletas y las dejamos amarradas ahí con dos candados U-Lock en una reja donde está el metro. Era una Trek y una P3. Nos fuimos caminando con la marcha hasta Los Héroes y yo en todo momento iba pensando en si me iban a robar la bicicleta, ojalá estén, que no les pase nada”.
En ese entonces Iván seguía haciendo mucho contenido para Youtube, sacando imágenes de la marcha, de esta situación de no querer meterse a la masa con las bicicletas. “Y sin miedo al éxito las dejamos amarradas, y volvimos y ¡las bicicletas seguían ahí!”.
Como es propio de estos tiempos el contenido se fue a TikTok. “Me llamó de inmediato la atención que todas las personas decían que era suerte, que eso no pasaba en la realidad. Y yo como que… no creo que sea suerte. Creo que hay ciertos factores en cómo uno le da uso a la bicicleta y cómo toma ciertas precauciones para que no te roben la bicicleta, aún cuando está amarrada”.
Y así fue como la popularidad de Iván fue creciendo en la redes. Si bien, la primera etiqueta que se puede venir a la mente es de influencer, conversando con él, llegamos a la conclusión de que no es un término que lo identifique.
“Me gusta más el concepto de creador de contenido, pienso que lo de influencer es como más forzado, y en verdad si me gusta algo, bacan, pero si no igual lo digo. También trato de ser más selectivo con lo que hago”.
Las primeras muestras de confianza de los padres
Muy mateo, Iván corroboró con su mamá los recuerdos que tenía de su primera bici -que llegó para una navidad- cuando tenía como 3 o 4 años. Era un modelo para niños con las ruedas de colores.
“No me acuerdo tanto andando en ella, pero sí recuerdo un momento muy icónico. Yo soy de Valparaíso, y hay una plaza muy emblemática que es la Plaza O’Higgins, y recuerdo estar pedaleando alrededor del monumento que está en el centro de la plaza donde está Bernardo O’Higgins. Mis primeras pedaleadas en esa bici que tenía tres colores: amarillo, rojo y azul, sino me equivoco”.
Por suerte, la mayoría del tiempo que Iván vivió en Valparaíso lo hizo en el plan, por lo que pedalear no era una odisea. Como a los 12 años se fue a vivir a Placilla. Aunque aún recuerda con cariño su bici de colores, fue la de su adolescencia la que lo marcó más.
A diferencia de Valpo, en Placilla tenía cerca harto bosque y un gran grupo de amigos. “Ahí sí, ya tengo muchos más recuerdos porque siento que la bicicleta para una persona que está creciendo, conociendo el mundo, con 10 o 12 años, son quizás las primeras muestras de confianza de los padres con los niños, porque te dan cierta libertad. Las ruedas te dan mucha libertad, te quita el control de tus padres también. Entonces, esa bicicleta quizás fue la que me marcó más, porque me permitía llegar muy lejos. Mis primeras amistades probablemente fueron en bici con mis vecinos. Éramos 10-12 personas que salíamos, nos íbamos a buscar a las casas, pedaleábamos por el bosque con barro y hacíamos rampas”.
De hecho tanto anduvo en esa bici que la rompió. “Lo dio todo esa bicicleta. Me la arreglaron muchas veces, era una bici nueva, una Oxford Benji. De hecho ahí aprendí todo, porque como que ya le metí mano. Aprendí a cambiar la cámara, reparar pinchazos, la cadena. Me las daba de mecánico chasquilla, haciendo cosas que no debía como meterle W40 a la horquilla. Ahora es impensado, pero en ese entonces hacía lo que tenía a la mano y nadie sabía nada porque éramos todos chicos”.
Tantos saltos dio, que la Oxford se terminó rompiendo en la parte del marco donde se apoya la pata de cambio y ya no hubo más arreglos. De hecho, esa fue su última bicicleta hasta su vida adulta y su cambio de casa a Santiago.
Escape a la pandemia
Fue en la pandemia que Iván cambió su residencia a la capital y también sus requisitos de movilización. “En la Quinta Región no tenía tanta necesidad de transportarme en bicicleta, porque yo vivía en Curauma, que está lejos de Valparaíso y Viña, que es donde yo hacía mi vida. Y cuando me transportaba, me subía a una micro, entonces la bici no era una opción”. Eso sí, Iván siempre ha sido cercano a los ciclos, moviéndose en algo que tuviera ruedas, como longboard o patines.
Una vez en Santiago, se compró un par de bicicletas para sacarle el jugo a los permisos semanales. “Ahí volví a tener 12 años básicamente y a usar cada momento que tenía para arrancarme al cerro San Cristóbal, conocer ciclovías nuevas”. Básicamente si podía evitar el transporte público, lo iba a hacer.
“Soy fanático también de las bicis naranjas de Itaú. Y si puedo ahorrarme un trayecto en micro con la bici naranja, lo hago”.
Y así fue como su camino de ciclista, fue creciendo con su camino de las comunicaciones.
El encantador mundo de las bicis
En su contenido Iván busca de forma muy simple dar respuestas a muchas interrogantes que tenemos como ciclistas: ¿qué cuidados tener? ¿cómo amarrar bien la bici? ¿qué candados no usar?, entre tantas otras inquietudes.
“Es un mundo súper interesante el contenido de las bicicletas. Hay mucha gente metida, así como Revista Pedalea, hay distintos movimientos, expertos que promueven políticas públicas. Me gusta mucho el trabajo que hace Ricardo Hurtubia con la ley de convivencia vial, porque él es ciclista, entonces ve muchas falencias y las da a conocer. Hoy tenemos todo lo que tiene relación con el proyecto de ley que busca subir la velocidad máxima hasta 60 km/h, y uno como ciclista ve que le pasan pegados los autos a 50 km/h como algo pésimo”.
“Con el tiempo he conocido gente que está impulsando ciertas iniciativas, como tiendas de bicicletas que hacen trabajos muy buenos y generan comunidades que buscan que las personas se involucren. Porque al final del día, usar una bicicleta entre amigos es un panorama, no solamente un medio de transporte o deporte, sino que también una forma de recrearse y así en el tiempo he conocido a gente muy interesante”.
Con su perfil periodístico, hay muchas historias que le parece interesante rescatar y ponerles atención. “Observar qué sucede, qué es lo que se usa, la misma tecnología con las bicis eléctricas, y cada vez como que me he metido más allá, y todo empezó ese día que dejé la bicicleta en la marcha y sobrevivió para contar la historia”.
Tips de como viajar en avión con tu bici
Iván no solo ha pedaleado por Chile, también ha tenido la oportunidad de conocer otras ciudades del mundo populares por su onda ciclista y lo hizo además viajando con su propia bicicleta.
Aprovechando su experiencia, y como es propio de su perfil, le pedimos algunos consejos para viajar con la chanchita en el avión.
Lo primero, nos cuenta, es que aprendió a través del error. “Fui con la bicicleta incorrecta, porque la Trek pesaban como 14 kilos. Fue un cacho, porque andaba con maletas, mi mochila, una maleta de mano y el bolso de la bicicleta. Fue horrible, y a la vuelta fue peor porque me vine con otro bolso”.
Si va a viajar con otra bici, comenta, va a ser una fixie que “son más livianas, tienen menos piezas, menos problemas para poner la cadena. Básicamente lo único que uno se tiene que preocupar es que no te falten piezas y que no se te pinchen las ruedas”.
En cuanto a los costos, comenta que no es tan barato, pero tiene lo suyo viajar con tu propia bicicleta. “Cuesta 100 dólares, si es como Europa o Norteamérica, al menos en Latam que cobra por tramo, de ida y de vuelta, pero varía dependiendo de la aerolínea.
Otro tema es el embalaje porque obviamente no pueden subirlas al avión en su forma normal. “Hay que desarmar, quitarles las bielas, los pedales, las ruedas. Hay maletas que te venden en el comercio que entra la bici perfecta. Para que no se raye o le pase algo, es bueno envolver el marco y las piezas importantes en plástico con burbujas. Igual se supone que el equipaje especial lo tratan mejor, pero uno nunca sabe”.
Iván tiene un bolso de tela, de unos $50 mil aproximadamente, pero también existen otros como carcasas que protegen aún más a las bicis, que pueden superar los 500 mil pesos. Ahí queda a consideración del dueño. “Si tu bicicleta es para competir, no la vas a meter en un bolso barato”.
“Cuando fui a Barcelona me fui con el bolso vacío y me compré una bici allá y me la traje, y en viaje de vuelta no llegó. Me quería morir”.
Un gran consejo en este caso es ponerle un localizador al interior del bolso. “Estaba en Perú, en todo momento sabía dónde estaba. Podía ver que estaba en el aeropuerto. Ahí mi nivel de ansiedad bajó sustancialmente. Creo que es el mejor tip para no sufrir”.
En el caso de Iván, usó un AirTag, pero existen varias opciones en el mercado.
¿Y qué ciudades de las que conociste te gustaron más para pedalear?
Si hablamos de implementación vial, Barcelona está muy bien. Tienen ciclovías muy amplias que van en el sentido del tránsito, incluso en avenidas. Entonces, si bien muchas veces están acompañadas por pistas de autos, tienen su propio carril dentro del sistema y eso lo encontré muy positivo, porque lo hacen muy seguro. La gente en Chile no sale a andar en bicicleta o no usa la bicicleta como medio de transporte -siendo que podría fácilmente hacerlo- porque tienen miedo que el auto pase a 30 centímetros a mucha velocidad. Y se quiere elevar la velocidad y eso al final hace que sea más peligroso, que más gente tenga más miedo.
En ese sentido, Barcelona me gustó mucho, está muy preparada. Hay muchas bicicletas de arriendo, incluso eléctricas y la suscripción cuesta 50 euros anuales, entonces como que como que se incentiva.
Otra ciudad que me gusta mucho para pedalear es Manhattan. Bueno, allá nació como el movimiento de los bici mensajeros y como hay tanta densidad, los vehículos no circulan tan rápido y eso le permite a las bicicletas tomarse las calles. Hay muchas ciclovías que simplemente están pintadas y se entiende que hay espacio para una bicicleta, entonces para los conductores como que hay otra forma de manejar quizás. Se entiende que en cualquier momento te va a aparecer una bicicleta o una persona.
Nueva York es muy entretenido, entonces pedalear en una ciudad tan grande, cuando uno no va por varios días, sirve para hacer cicloturismo, uno recorre mucho más, conoce mucho más y es más efectivo el tiempo pedaleando. Es positivo por donde uno lo vea.