Entrevista con Enriqueta Guajardo, hermana del joven ciclista detenido y desaparecido en dictadura.
Por Michelle Raposo
Fotos: Myriam Salazar
Un día como hoy hace 51 años, Chile vivió uno de los episodios más oscuros de su historia. El Golpe Militar no solo marcó un cambio en la política, también arrastró a miles de familias al dolor, debido a la desaparición forzada de parientes, amigos, vecinos.
Entre esas víctimas se encuentran Luis Guajardo y Sergio Tormen, amigos, jóvenes ciclistas, detenidos a los 22 y 25 años respectivamente, cuyas historias de vida quedaron truncadas por la violencia de la dictadura.
Si bien ya ha pasado medio siglo, el recuerdo sigue vivo, no solo por la memoria y el cariño, sino también por cosas tan simples como realizar algunos trámites, nos cuenta Enriqueta Guajardo, hermana menor de Luis.
¿Cuál es la importancia de seguir recordando?
“Mantenerlo presente es súper importante porque en el fondo, ningún detenido desaparecido es un caso cerrado. Va mucho más allá de lo que la gente cree. Hay algunos que dicen: ah pero ya pasaron 50 años. Yo hago clases de yoga a unas personas mayores en las que no me he expuesto tal cual, una parte de mi historia no conocen; y cuando escucho ese comentario les pregunto, y si fuera la hija más regalona, ¿a los 50 años la olvidarías? No, responden. Entonces cuando te aprieta el zapato lo ves distinto”.
Por otra parte, cuenta Enriqueta, al ser casos abiertos, hay otras instancias como trámites que pueden ser muy triviales, que siguen marcando esta “presencia ausente” de los detenidos desaparecidos, como en el caso de su sobrina, hija de Luis.
“Mi cuñada estaba embarazada de dos meses cuando lo tomaron preso el 20 de julio 1974, y a ella la tomaron presa el 1 de enero de 1975 a la una de la mañana en mi casa, con ocho meses de embarazo. Mi cuñada parió en el Sótero, encadenada, no se les fuera a arrancar. Mi sobrina ha tenido una vida bastante íntegra, lo único que como ella dice, conoce solo las fotos de mi hermano. Recién este año, el 13 de febrero, porque salió justo para el cumpleaños de ella, después de un año de trámite, quedó como hija legítima de mi hermano. Antes aparecía como reconocida por su madre y punto”, relata Enriqueta.
Para llegar a este punto fue un camino largo, en el que trabajaron con una abogada de Derechos Humanos, en que el primer trámite que realizaron no resultó y fue un bajón fuerte para todas. “En el fondo es dignificar el derecho a tener un padre. Y aún siendo hija de Lucho, ella no lo puede representar frente a las herencias”.
Otro ejemplo de estas situaciones es el trámite de la posesión efectiva que Enriqueta se encuentra haciendo tras el fallecimiento de su padre en 2017, donde los herederos, como dice la ley, son la cónyuge y los hijos. “Pero aparece Luis Guajardo, que buscas el certificado de nacimiento y él está nacido y nada más, y no aparece un representante”.
Para esto, la abogada está haciendo un trámite, que puede demorarse un año o dos quizás, para que la hija de Luis tenga el derecho de representar a su padre que no está presente físicamente. “No vamos a declarar la muerte presunta, ese es un trato que tenemos con mi mamá, con todos los hermanos, sino que solamente alude a que no está presente físicamente. Vamos a ver qué pasa”.
Con el ciclismo en la sangre
No había forma que Enriqueta y sus hermanos -eran cinco en total, tres hombres y dos mujeres – se escaparan de las bicicletas.
“Mi papá tenía un dicho, decía que él aprendió a pedalear en la bacinica. Entonces toda la vida vimos a este papá que salía con su equipo. Tenía un bolso con su equipo y salía. Yo tengo súper impreso en la mente cómo se ponían las ruedas de repuesto a los lados, todas esas cosas”.
Desde chicos que los Guajardo tenían traje de baño y bicicleta, y salían a pedalear con su papá hasta Las Vizcachas o hacia Las Condes hasta la plaza San Enrique. “A lo mejor si hubiera sido el tiempo de ahora, yo también hubiera podido competir en bicicleta”, reflexiona Enriqueta. Otro deseo del padre de los Guajardo, es que todos sus hijos fueran a la universidad, costara lo que costara.
“Me acuerdo que como a los 14 años Luis empezó a andar en bicicleta e ir al velódromo, desde antes mi papá lo entrenaba, pero cuando cumplió los 15 recién fue oficialmente del Club Centenario, y participaba en todos los eventos. Primero como en pista, parece, y después las ruteras que eran más largas”.
A los 16 años, su papá le hizo una bicicleta azul para ruta con los Arrigoni, con marco italiano y piezas campagnolo, que fue la que finalmente se llevó la DINA.
“Él era bueno, todos lo querían, porque mi papá era un ciclista esforzado. Más que ganar carreras, creo que ganó unas 4 o 5, mi papá era el que siempre estaba. El Lucho era mejor que mi papá, pero tampoco era que ganara en todos los eventos, así como los Tormen, que tienen algo especial”, rememora Enriqueta.
Fue en este ámbito deportivo que Luis Guajardo y Sergio Tormen formaron una amistad. “Eran muy compadres, muy amigos. Ellos hablaban de la bicicleta como de su novia. Decían que la bicicleta era tan importante como la novia. O de repente hablaban de la flaquita que es mi novia y estaban hablando de la bicicleta”.
Entre otros recuerdos que se vienen a la mente de Enriqueta, cuenta de “un libro que me dio risa a mí, porque ellos robaban duraznos conserveros en una parcela cerca de Malloco. Yo me acuerdo perfectamente de eso. A mí lo que me llama la atención es que el Lucho no salga nombrado en el libro. Ellos, con el bolsito ese que se usaba antes en el ciclismo, lleno de duraznos”.
En cuanto al equipamiento, mantiene unas zapatillas y un casco de cuero. “Lo que no tengo ya, era la tricota que era de lana Merino, una lana delgadita. Se la ponía en invierno y verano, y era de manga corta. Las mallas de ciclismo, que les decíamos nosotros, tampoco eran de lycra, sino que también de una lana delgada, y ese acolchado que tienen las de ahora era de cuero de ante”.
Incluso en la vida política de Luis, cuenta su hermana, estaba presente que él era ciclista. “Por ahí hay unos escritos de Martín Faune, en que él relata que el Lucho pedía que acomodaran los horarios de las reuniones para que el día sábado no le pasaran a llevar el entrenamiento”.
Lo mismo pasaba en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, donde sabían que era ciclista porque iba en bicicleta y con su bolso de lona característico para llevar sus cosas. “Cuando lo tomaron preso y volvieron al taller de los Tormen, volvieron a llevarse la bicicleta y el bolso”.
Luego de la detención de Sergio y Luis hubo un silencio en el ambiente. Nadie hablaba nada. “Mi papá de toda la vida ciclista dejó de ir al velódromo dejó de ir a los eventos. Porque sentía ese aislamiento, que uno dice puede ser por temor, pero algunos también eran bien momios”.
A pesar de su juventud, Luis es recordado no solo por su amor a la bicicleta, su inteligencia (salió con 16 años de 6to de humanidades como el mejor de su generación en el Liceo Manuel de Salas, donde estudió con beca) y los detalles con sus seres queridos. “Mi hermano ganó premios, y una vez ganó un par de zapatos, porque era la misma gente la que donaba premios, y ganó un par de botas que le quedaron buenas a mi hermana chica y ella feliz. Porque podías ganar una medalla no más, nunca había muchos premios”. Luis Guajardo practicó el ciclismo hasta que lo detuvieron el 20 de julio de 1974, en las afueras del taller de reparación de bicicletas del papá de Sergio Tormen.