Por Michelle Raposo
Fotos: Víctor Rojas
Caminar de un lado a otro en el campus de la USACH, no es cosa sencilla. Entre salas, laboratorios y áreas verdes, la universidad abarca 27 hectáreas de terreno, y un grupo de estudiantes quiere que los tiempos en recorrer esas distancias se reduzcan a través de un sistema de bicicletas compartidas. Pero no cualquier bicicleta…
“Lo que pasa es que en el campus de la USACH, como es solo uno es enorme. Uno se gasta casi todos los recesos caminando. De ahí salió la idea de que faltaba otro transporte en la universidad, aparte de la caminata, y se nos ocurrió hacer el tema de las bicicletas compartidas, y que cualquier estudiante las pueda solicitar”, cuenta Pablo Cayo, estudiante de Ingeniería Comercial en Administración de Empresas, quien junto a compañeros de otras carreras propusieron esta idea a u fondo Desafío Sinapsis USACH.
“Pero el desafío que estábamos viendo tenía que estar relacionado con economía circular, con revalorización de residuos”, agrega, “entonces le dimos una vuelta, y pensamos si primero usábamos ciertas partes de bicis recicladas, pero después vimos que había potencial para hacer la bici entera de plástico, y seguimos por ese camino. Vimos que era un buen caso de economía circular, de revalorización, porque es un material más duradero, no se oxida, no se le va la pintura. Son ventajas al ser de plástico reciclado”.
El proyecto, que ya lleva un par de años, ha ganado varios fondos de la misma universidad, y este año lograron conseguir $15 millones de pesos en un Corfo Semilla Inicia Sostenible.

Ensayo y error
Partieron cuatro, pero ya son seis los integrantes de diversas disciplinas, entre Publicidad, Diseño industrial, Ingeniería química y mecánica, Terapia ocupacional y Gestión comercial. Incluso un compañero es de la Universidad Autónoma. Esta diversidad en conocimientos ha sido una de las razones por las que el proyecto ha seguido avanzando.
Todo este proceso ha sido “prueba y error, porque como hay tan poca investigación de por medio; hemos ido diseñando nosotros, fabricando y usando la ayuda que nos ha dado la universidad con los laboratorios que tienen, y la maquinaria que nos prestan. Entonces hemos recibido mucho apoyo y hemos ido probando nuevas versiones, viendo en qué fallaban, hacer una siguiente, y así ir mejorando hasta ya conseguir una bicicleta que sea ojalá similar a una estándar”.
La primera versión, pesaba considerablemente más que una bicicleta tradicional. Hoy, en su tercera iteración, han mejorado la ergonomía y la sensación de uso y han logrado reducir el peso a 15 kilos, dentro del rango de una bicicleta convencional.
“Y las siguientes versiones que queremos están enfocadas en mejorar esos aspectos, pero ya estamos muy cerca de lograr que la bici se sienta para un usuario como una bici estándar”.

Reciclaje: eje fundamental
Junto con la fabricación, la revalorización de los residuos e involucrar a la comunidad también es parte del proyecto.
Para hacer las bicicletas han buscado proveedores de plástico reciclado, que vendan este material en planchas, que después el equipo corta y le dan la forma para ensamblarlas.
“Igual nosotros buscamos que sea circular todo el proceso. Por ejemplo, para el uso de las bicicletas en la universidad, estamos haciendo una alianza para que sea para quienes reciclen plástico. En la USACH hay una empresa que se llama Redciclach, que tiene módulos de reciclaje. Estamos trabajando con ellos, y la idea es que quien recicle con ellos, acumule puntos que puedan ocupar para usar nuestra bicicleta, y así cerrar toda la cadena de valor respecto al plástico”.
Para hacerse una idea, el peso de la última versión de la bicicleta sería el equivalente a unas 300 botellas plásticas.

Más allá que un proyecto universitario
Así como los primeros fondos entregados por la universidad permitieron pilotear la idea y desarrollar una bicicleta. Con el financiamiento de Corfo “queremos expandir este proyecto, para irlo validando comercialmente con empresas y formar una empresa que funcione de forma autónoma, poder generar ingresos, y en el fondo esparcir este modelo a más clientes”.
En el corto plazo, la idea es comenzar con el piloto en USACH, con estaciones repartidas por el campus norte, con varias bicicletas operando, y seguir participando de instancias que den a conocer este proyecto y masificar la idea.