Este sábado 9 de noviembre se realizará una jornada de reparación de bicicletas, las que serán entregadas a un hogar de menores en La Pintana.
Texto y fotos: Myriam Salazar
Belén Medel Gaete, es ciclista y profesora de inglés, una historia común salvo que entre los 3 y los 18 años su vida se desarrolló en un hogar de menores.
Parte de su historia la ha dado a conocer a través de sus redes sociales como una forma de sensibilizar a las personas sobre la realidad de niñas y niños que viven institucionalizados y poner el foco en la población más vulnerable para generar cambios.
“Mi objetivo siempre ha sido visibilizar a través de mi historia, porque hay muchas historias, siempre cuento que esta es la mía, mi verdad, independientemente de lo que yo viví no quiere decir que todas las personas vivieran lo mismo, incluso mis hermanas que estuvieron en el mismo hogar. A través de mis redes sociales visibilizo esto, me declaro un puente entre la gente que quiere hacer algo y los hogares. Siempre digo que la gente no necesita plata, sino que necesita tiempo para entregar su conocimiento. Siento que dentro de los hogares tristemente no se les entrega amor que es el ingrediente principal para poder desarrollarse emocionalmente, biológicamente, psicológicamente. La gente puede entregar mucho simplemente a través de un taller o celebrarles la Navidad o Año Nuevo.
La bicicleta como un motor de cambio
Hace unos meses Belén fue a una actividad de Reparemos para aprender a arreglar su bicicleta donde conoció a Pedro, uno de los talleristas y juntos comenzaron a organizar una actividad para reunir bicicletas para entregar en los hogares de menores.
“Mi idea era recolectar bicicletas que la gente tiene votadas en sus casas y repararlas para luego donarlas a un hogar de menores. Uno de los objetivos de esta campaña es enseñarles a los niños a reparar bicicletas, para aportar a su recreación y darles independencia, para que cuando ellos salgan del hogar sepan reparar bicicletas para ellos mismos, pero en caso de necesidad cobrar por aquello. Mi objetivo es que puedan aprender como entre comillas un oficio con el que puedan sacar plata de ello y por otro lado movilizarse en bicicleta en caso de que no tuvieran plata para movilizarse”.
La difusión de la campaña comenzó a fines de septiembre y lograron reunir 50 bicicletas. Este sábado 9 de noviembre será la segunda etapa de la actividad donde se realizará la mantención y limpieza de las bicicletas para que queden listas para ser utilizadas por las y los niños beneficiarios de esta iniciativa.
Para fines de noviembre se espera concretar la entrega de las bicicletas donde además se realizará una jornada con talleres de educación vial, mecánica de bicis y por supuesto aprender a pedalear.
“Ha sido genial cómo se ha ido concretando todo esto, tiene que ver un poco con cómo lo conecto con mi propia historia de infancia. Cuando chica fui al programa “Sábados Gigantes” y nos regalaron varias bicicletas que usamos por un tiempo hasta que se echaron a perder, se pinchaban, se les salía la cadena y nosotras no sabíamos cómo arreglarlas y los adultos que había en el hogar eran religiosas que no estaban ni ahí con arreglarnos las bicicletas y menos sabían y tampoco le iban a pagar a alguien para que las arreglaran. Me viene este recuerdo de infancia de haber tenido una bicicleta que compartía con otras compañeras del hogar, que de repente las veía ahí tiradas porque estaban pinchadas o tenían la cámara gastada. Entonces si le vamos a regalar la bicicleta tenemos que hacerlos independientes, que no se repita lo que me pasó a mí. Hay que enseñarles a ellos mismos cómo reparar y si quizás los 40 niños o niñas que viven en el hogar no aprenden, con que 2 sepan preparar van a poder ayudar a otro y así sucesivamente. Por eso trato de comentar en base de mi experiencia y de mi historia de cómo se pueden mejorar y que no se repita lo mío, eso tiene un valor agregado, porque soy la experiencia viva de cómo las cosas pueden mejorarse”.
Me imagino que una bicicleta es una gran vía de escape en la realidad de un hogar de menores.
Evidentemente toda mi vida había soñado que me regalaron una bicicleta. Siempre soñé una bicicleta y una mochila de carrito, todo con ruedas y nunca llegó hasta que fuimos a este programa de televisión donde nos regalaron las bicicletas, no para cada una pero al menos para nosotras al principio fue genial porque salíamos a la plaza que estaba enfrente del hogar y ahí andábamos en bicicleta y era la sensación.
¿Cómo aprendiste a pedalear?
Aprendí a andar en bicicleta a los 2 o 3 años aproximadamente antes de llegar a un hogar de menores. Donde yo vivía con mis papás había una bicicleta sin ruedas pequeña. Me monté en la bicicleta y anduve de pasaje a pasaje sin rueditas, sin caerme, es como que hubiese recordado de mis vidas pasadas que sabía andar en bicicleta. Recuerdo perfectamente teniendo 3 años y andando en esta bicicleta porque vino el miedo de querer doblar y no sabía cómo frenar y doblé y seguí en círculos y no sabía cómo frenar entonces ese miedo de no saber cómo frenar y que me iba a caer generó que pudiera recordar que había andado en bicicleta por primera vez. Entonces cuando nos regalaron las bicicletas en el programa de televisión yo ya sabía pedalear.
Siempre soñaba con tener mi propia bicicleta y el primer pago que me hicieron de un trabajo me compré mi primera bicicleta de paseo roja.
¿Cuál es el aporte en la vida de estos niños una campaña como esta?
El primer aporte es que muchos de ellos sueñan con tener su propia bicicleta, es como un sueño de casi todo niño o niña, su máximo regalo siempre es una bicicleta. Siempre es un gran, gran, gran regalo. Como son niños y niñas en riesgo social, probablemente sus padres no tienen la posibilidad de regalarles una bicicleta. Enseñarles un oficio en caso de que lo necesiten y poder reparar lo básico es un conocimiento que les puede ser útil para toda la vida.