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Desde Buenos Aires, Adrián Sánchez: “Los chicos aprenden por lo que hacen, no por lo que decimos”

Conversamos con el profesor Adrián Sánchez, quien promueve los beneficios del ciclismo en escuelas primarias y en las personas de la tercera edad.

Por Michelle Raposo

Fotos: Gentileza Adrián Sánchez

En el bullicioso escenario de la vida urbana en Buenos Aires, donde la congestión vehicular y la rutina diaria a menudo domina la ciudad, surge una iniciativa que no solo transforma la movilidad, sino que también deja una marca en la vida de los más jóvenes, y de paso a los más grandes también. 

Entrevistamos a Adrián Sánchez, profesor jubilado argentino, promotor de la bicicleta y parte del equipo de “Bicivilizados Radio”, para hablar sobre el concepto de “Bicibus” que implementó en Buenos Aires, además de otras iniciativas. 

El Bicibus, es una idea que partió en España, en el que básicamente se hace un trencito de estudiantes en bicicletas, que se pasan a buscar a las casas, según un recorrido determinado, hasta llegar al colegio. 

Adrián explica que la iniciativa no es solamente ir a la escuela en bicicleta, sino que es una iniciativa que reúne a familias y estudiantes, proporcionando el apoyo necesario para que todos se sumen, “porque hay familias que por su cuenta no se animarían o ni se les ocurriría quizás”. 

Especialmente en la capital argentina, donde la movilidad puede ser desafiante para los más chicos. En ese sentido, el Bicibus se convierte en una herramienta para superar las barreras, ofreciendo la posibilidad de aprender a andar en bicicleta y fomentando el uso consciente de las ciclovías. “O sea yo estoy en Buenos Aires, que es una ciudad tipo Santiago, y en los pueblos más chicos en general, a la edad de la primaria, ya todos saben andar en bicicleta. Tienen más espacio para circular y para guardarla en la casa, entonces es menos problemático todo”. 

Con la implementación del Bicibus, no solo se le enseñó a los niños y niñas a andar en bicicleta, sino también se le dan otros conocimientos complementarios sobre el cuidado y mantenimiento, “cómo hacer en caso de regular la altura del asiento, ver si está bien inflada, qué precauciones hay que tener para que no se estropee la bici o qué tipos de bicicletas hay”.

Como forma excepcional, la directora de un colegio, les permitió hacer las actividades en el patio de la institución, “entonces aprendía prácticamente toda la escuela”. Una escuela primaria con más de 400 alumnos y alumnas entre los 5 y 13 años. “Llegó un momento en que veían pasar una bicicleta y decían: pero mirá, le convendría subir un poco más el asiento, o me parece que no entró bien el cambio y está haciendo un ruido, o la rueda de atrás está un poco desinflada. Entonces ya no era un adulto solo -aunque siempre tiene que haber uno- ya no era un solo adulto con sus ojos y sus oídos y su conciencia, sino ya era todo un equipo”. 

El Bicibus no se limita a la escuela; se extiende a actividades fuera del aula. Adrián relata cómo organizaron excursiones, clases al aire libre y paseos en bicicleta, proporcionando a los niños la oportunidad de aplicar sus conocimientos en situaciones del mundo real, tanto en los días de clases, como el fin de semana. La iniciativa no solo promueve la educación vial, sino que también se convierte en un catalizador para la participación activa y la conciencia comunitaria.

Para abordar la brecha de acceso a las bicicletas, Adrián implementó un «banco de bicicletas», un sistema donde se prestan bicicletas a aquellos que no las tienen. Esta iniciativa inclusiva permite que todos, independientemente de su situación económica, puedan participar en el Bicibus y disfrutar de los beneficios del ciclismo.

“Sí, porque a veces pasa que no todos tienen por varios motivos. Uno elemental, el dinero. Otra que por ahí en algún momento le compraron una bici nueva y le quedó chica en poco tiempo. Y otra cosa, que las viviendas son muy chiquitas, hay un tema de dónde guardarlas después. Hay gente que vive en un tercer piso por escalera, o que en el ascensor a lo mejor es un poco complicado llevar la bicicleta, porque es un ascensor chiquito. Hay varios temas que no son del todo fáciles”. 

Otro detalle recalca, está relacionado con las rueditas de apoyo. “Muchas veces han llegado bicicletas donadas con rueditas. Eso quiere decir que el dueño de esa bici no sabía pedalear, no sabía mantener el equilibrio. Cuando llegaban de esas, lo primero era sacarle las rueditas. Y ese chico o esa chica que durante dos años no había aprendido, en la escuela aprenden en una tarde. Pero bueno, hay que crear conciencia con eso también para que directamente no compre bicicletas con rueditas”. 

Adrián destaca la importancia de que los niñas y niños aprendan estas habilidades, y cómo esta experiencia va más allá de la diversión. 

¿Por qué es importante que los niños aprendan a andar en bicicleta? ¿Qué les deja esta experiencia?

“Primero, los chicos son mucho más capaces de lo que uno piensa. En general, los adultos, por ahí no tanto los docentes, pero los padres tienden a pensar tipo, tengo que resolverle todo, porque si no, no va a poder hacer nada. Y no es cierto. A veces son más vivos que nosotros. Y es muy notable cuando aprenden a andar la satisfacción que tienen. O sea, como que es otra etapa de la vida haber podido andar en bicicleta. Y ese orgullo y esa satisfacción y esa sensación de haber superado algo que no sabían, lo van a llevar después a otras etapas de su vida y a otras actividades”. 

Muchas veces le ha pasado también que se ha encontrado con exalumnos que andan en bicicleta, cuando ya pasan a la secundaria. “Muchas veces me los encuentro, que van al club o a reunirse con los amigos o a pasear. Porque no solo aprendieron a andar en bicicleta, sino que aprendieron cómo resolver todos los problemas básicos, cómo cuidar la bici, inflarla, y cómo moverse en la ciclovía”.  

Otra anécdota cuenta Adrián, era que “antes que empezáramos con las bicicletas, en la escuela había muchos choques de chicos y chicas caminando por la escalera cuando iban al comedor, porque no estaban acostumbrados a mirar, a tener cuidado, cosa que enseñamos. No solo que lo decíamos en forma teórica, sino que, bueno, era la forma de moverse, porque si no nos matábamos. Llegamos a tener más de 15 bicicletas andando a la vez en un patio chico, donde a su vez por ahí había otros grupos jugando otras cosas. A partir de que empezamos a hacer esto, se empezó a reducir la cantidad de choques de los que iban caminando, corriendo o participando en otros juegos”. 

En tu visión de docente, en el caso de los talleres ¿qué tan necesaria es la práctica?

Los chicos aprenden por lo que hacen, no por lo que decimos. Y sobre todo hay que tener en cuenta que muchas veces les decimos una cosa y hacemos otra. Entonces van a aprender lo que nos ven hacer. Una cosa que me pasaba es que sabían que era la única escuela del país que andaban en bicicleta y estaban muy orgullosos y querían defender eso. 

Lo que aprenden en la primaria les va a servir para toda la vida. No hay ninguna duda. En primer lugar, más que un conocimiento, el afecto a la bicicleta. Eso queda grabado en el corazón, no en la cabeza. 

Después, la idea de que con la bicicleta se pueden hacer varios kilómetros sin problemas por las calles, eligiendo el camino o en las condiciones que sea. 

Bueno, y los conocimientos técnicos también, pero todo eso tiene validez si es práctico, si así se hizo. Porque si los sentamos para que nos escuchen una hora y les hablamos de lo lindo que es andar en bicicleta, los pobres, por más buena voluntad que puedan poner, no van a entender que es divertido andar en bicicleta. Lo entienden cuando andan.

Acá en Buenos Aires hay gente del gobierno de la ciudad que da charlas de educación vial, que van a distintos lados. Y han venido a nuestra escuela a dar charla, pero lo hacían el día que salíamos. Entonces, es muy notable cómo se relacionaban las dos cosas. Y en la bicicleteada, en esos casos, eran muy cuidadosos porque tenían fresquito lo que les acababan de decir. Y los instructores nos decían que se quedaban sorprendidos por cómo nuestros alumnos atendían y participaban con lo lúcido que estaban. Y es porque tenían un interés práctico. 

Pedaleando en el otro extremo de la juventud

Generalmente los proyectos de fomento de la bicicleta están enfocados en los más chicos, pero qué pasa cuando se llega a la tercera edad. 

“Sí, es re-interesante eso. En general, las actividades infantiles son divertidas, a los chicos les gusta jugar. Es como si el médico aconsejara que tienes que comer cosas ricas. Cierra todo rendondito. Con la tercera edad hay varios contras”. 

Uno de estos temas es cultural, que se pueden ver voces que dicen que hay que dejar el fomento de la bici a los más jóvenes. “Ahí estamos en problemas”, dice Adrián, quien ha hecho un muestreo bastante amplio de la situación que le ha dado varias pistas y datos. 

En general, cuenta, una persona que durante su vida anduvo en bicicleta hasta los 30 años quizás, no tiene muchos problemas para seguir cuando es más grande. “Quizás le convenga cambiar la bicicleta por una más liviana, bajar un poquito el asiento, usar cambios más bajos, o prestar atención a que la rueda no esté medio desinflada, porque se hace más pesada”. 

“Sin embargo, si la persona no sabía pedalear, o sabía pero para andar dentro de un parque nada más, es cómo que quizás ni se plantee la posibilidad de retomar la bicicleta. Así que bueno, la mejor forma que las personas mayores anden en bicicleta, es trabajar mucho con las personas más jóvenes”.  

Una situación que se da es de los abuelos y abuelas que cuidan a sus nietos. “Entonces, por ejemplo, ya que andan a velocidades un poco más lentas, se puede dar que puedan acompañarlo al colegio o ir a buscarlo en bicicleta. Esa simbiosis es win-win- Ganan los dos. Porque para el abuelo no debe haber nada más lindo. Y para el nieto también, que se sienta cuidado y tener todo el acervo cultural que te puedan dar los abuelos. Esto está estudiado que es muy valioso”. 

El aporte a la salud también es importantísimo. “Tengo problemas cardíacos serios, y después de mucho tiempo, me hice una ecografía al corazón. Y cuando terminó el técnico especialista, me dice ‘qué fuerza que tiene el corazón`. Le comenté que me movía en bicicleta y me dice, ‘ah claro, por eso”. 

Facilitar bicicletas a las personas mayores, antes que se vuelvan tan mayores, también contribuye a un ahorro enorme en varias cosas, junto a la salud. “Lo digo porque sé que hay gente que dice que si se hace algo para las bicicletas, es plata que hay que pagar, cómo si la infraestructura para autos fuera barata”. 

Relacionado a este tema, está el miedo a caerse -sobre todo las mujeres- y fracturarse. “Hacer vida activa tiene por lo menos dos ventajas. Una, se fortalecen los músculos y los huesos. Entonces, los huesos ya no se rompen. Con músculos más fuertes ya no te caes. Y si la actividad física que uno hace es andar en bicicleta, aparte se mejora el equilibrio”. 

Un factor poco hablado, es la salud mental y la vida social. Por ejemplo, hay una edad en la que ya no es ideal conducir porque ya no solo corre peligro el conductor, sino que se suba a la vereda y afecta a los peatones. 

“Y una cosa que termina pasando es que los hijos los pasan a buscar en el auto. Pero ¿qué pasa? Primero que no todos tienen auto, o tienen el tiempo y la disposición. Esa persona entonces es un inválido, que está dependiendo de otro. 

Algo que está haciendo de forma medio informal, comenta Adrián, es armar pequeños grupos para salir a dar vueltas con personas de la tercera edad (hasta de 70 años han participado), o que no andan en bicicleta habitualmente, o que están retomando después de muchos años. 

“Personas que por su cuenta no saldrían y que ni tienen bicicleta propia en general, y que si los invito y organizamos una actividad, así se prenden y salen”. 

Junto con Bicivilizados Radio -programa que ya lleva 10 temporadas y es el máximo referente de bicicletas en Buenos Aires- Adrián sigue trabajando en escuelas para promover la bicicleta. 

“Otra cosa en la que estoy es con el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que por un lado es algo estatal, pero que se entronca con el proyecto de Ciudades para los Niños de Francesco Tonucci”. Entre las actividades que hacen está el cierre de las calles frente a las escuelas para que puedan jugar, y andar en bicicleta. 

“Después, está la masa crítica infantil, que empezó el año pasado recién. Le estamos dando forma, pero una vez por mes se hacen actividades cómo las de la escuela. El que no sabe andar en bici, se le enseña, y se le ayuda si necesita inflar o ajustar la bicicleta”. 

El Foro Argentino de la Bicicleta, es otro lugar donde Adrián marca presencia. “Ahí siempre estoy con la parte de infancias, y este año posiblemente con la tercera edad, que hasta ahora no se hizo nunca en el Foro”. 

Así, la iniciativa de Bicibus, impulsada por Adrián Sánchez, se ha convertido en un catalizador de cambio, no sólo en la movilidad urbana, sino también en la vida de aquellos que participan. 

Desde niños que descubren la alegría de andar en bicicleta, hasta personas mayores que encuentran en esta actividad una forma de mantenerse activos y conectados.

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Etiquetas: Last modified: febrero 5, 2024
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