Captar la belleza de las cosas simples, pero complejas a la vez, como una familia moviéndose en bicicleta. Eso es lo que hace cuatro años realiza el mexicano Esteban Muñoz a través de su proyecto “Bicitógrafo”.
Por Michelle Raposo
Fotos: Esteban Muñoz Mendoza
Esteban tiene un recuerdo claro de cuándo llegó su primera bicicleta. “Aquí en México, todavía en gran parte del país llegan más los Reyes Magos. Pues como alrededor de los cuatro o cinco años, me trajeron una bicicleta azul tipo BMX con sus llantitas (rueditas) azules. Estaba hermosa, y en base a las palabras de mi mamá, porque la verdad no me acuerdo muy bien, me dijo que me acerqué al balcón, miré al cielo y grité: gracias Santos Reyes, porque estaba muy contento por mi bicicleta”.
La calle donde vivía cuando pequeño estaba en construcción, por lo que el terreno estaba perfecto para salir y saltar rampas construidas con sus amigos, recuerda.
Al poco tiempo, el abuelo de Esteban vio que su bicicleta tenía rueditas, cosa que no le pareció tan buena. “Como buen abuelo de antes, se las quitó y me dijo: dale. Yo recuerdo que fue el día más estresante de mi vida. O sea, tampoco fue como que alguien me estuviera deteniendo para avanzar. Y yo le decía, pero es que mis llantas, me voy a caer, y mi abuelo: dale. Pedaleaba dos veces, me caía, pedaleaba dos veces y seguía, me caía. Pero ya al finalizar el día, avancé digamos unos 100 metros, y me sentía realizado, me sentía grande, dije ya puedo sin llantitas”.
A medida que crecía, Esteban fue cambiando de modelo entre las 10 bicicletas que tenía su abuelo. “Creo que era también porque tuvo 10 hijos”. Una roja a contrapedal, con la que iba a dar paseos familiares al Parque Metropolitana de León, luego una mountain bike, más grande, aro 29.
“Sin embargo, las condiciones cambiaron bastante, y a mis 15 años ya era muy difícil circular en la calle. También había una especie de leyenda urbana en donde se decía que los camiones, la parte del transporte público, aparte de que no había mucho cuidado hacia el ciclista, se corría la leyenda de que ellos preferían finarte, para no pagar muchas cosas como la parte del seguro. Entonces había un miedo por andar en la calle, y la única forma de pedalear era salir a un parque, pero era aburrido nada más estar en círculo dando vueltas donde mismo”.
La pasión del lente
Fue en la adolescencia cuando Esteban tuvo su primer acercamiento a la fotografía. “Un primo se fue a Estados Unidos, viene de visita y regresa con una cámara réflex Nikon. Yo impresionado dije órale ¿eso qué es? Está hermosa tu cámara, préstamela poquito. Pero obviamente pues era un juguete nuevo para él, juguete caro, y la prestaba dos, tres fotos”.
Alrededor de los 18 años, su papá compra una cámara Kodak, “pero de las de bolsillo, que son más recreativas, familiar”, hasta que tuvo la oportunidad de comprar una Canon semiprofesional y generar algunos ingresos haciendo fotografías en eventos, para hacerse de una réflex, que “no era la cámara de alta gama, sino la de inicio de ese tipo, que fue una T3i. Con esa cámara fue que inicié la toma de fotografías a bicicletas”.
“La pasión por la fotografía, pues siempre me ha gustado, o sea, desde que vi esa cámara y lo que podías hacer, de qué padre guardar esos momentos. Hoy por hoy, la fotografía te permite imaginar lo que sucedió, pensar un poquito más de lo que estuviste viviendo en ese momento. E incluso me sigue pasando que comparto una fotografía de bicicletas, y cada quien lo interpreta como quiere. Hay quien dice: ah es que va en sentido contrario, está haciendo mal, y realmente no, la persona está cruzando la calle, no va en sentido contrario, se ve esa perspectiva pero no está haciendo nada malo. Hay detalles que yo no veo, que dicen viste que lleva una pierna mala y sigue en bicicleta, y yo no lo había visto”.
Por esas vueltas raras de la vida, Esteban comenzó fotografiando el lado más deportivo de las bicicletas, luego que le pidieran ayuda para editar un video y lo terminan invitando a una competencia de Downhill.
Ustedes también tienen ahí uno muy padre, el de Valparaíso. Hermoso lugar que se ve ahí. Y aquí en Guanajuato está en este caso el Open Downhill, que también es urbano. Me invitaron y yo quedé sorprendido de cómo usaban la bicicleta. Lo había visto en televisión, en fotos, pero nunca en vivo, y quedé, la verdad, impresionado”.
Pasó el fin de semana del evento y el lunes seguía pensando en “cómo podría compartir esa emoción o esa alegría de estar en bicicleta, pero urbano. Y fue muy difícil porque no es que la gente no vaya feliz, pero no le encontraba como esa adrenalina que imparte el downhill en las bicicletas. Entonces se me fue complicando hasta que alguien me dijo esto que me gustó mucho: realmente lo que compartes es el ciclista urbano. Estás compartiendo los que realmente andan en bicicleta, y no solo solamente van de forma recreativa un día a la semana”.
Un poco ya con este concepto en mente es que ve otros ejemplos en redes sociales de ciclismo urbano en Inglaterra y Holanda. “Y tienen fotos muy bonitas. O sea, me refiero a que las personas se ven muy elegantes en bicicleta y me dije, wow yo puedo buscar eso, aunque no se usa aquí en México que vas a una fiesta o una boda en bicicleta, pero voy a buscar a la persona y sí he encontrado. Ahí fue como inició el proyecto de Bicitógrafo, y cómo se desarrolló a las fotos que tiene ahorita”.
¿De las fotos que has tomado hay alguna que recuerdes más o que te haya marcado?
Híjole, realmente es difícil, me es complicado definir una foto. Digamos que por complicado, las de downhill, porque la verdad es muy extremo, a veces pasa la bicicleta muy pegada. Pero así como por historia, me gusta mucho cuando es el papá o la mamá que lleva a sus hijos. Bien o mal, aquí no hay todavía como esa tendencia a tener un carrito atrás para llevar a tus niños, que sería como lo ideal. Los llevan generalmente en una sillita que va en el tubo del medio, o un portabulto que va sobre la llanta trasera, y ahí van abrazando al motor, que es la persona, y a veces llevan a más de una. Ahí tengo dos, tres imágenes. Una que se ve hasta la expresión de cansancio de la mamá porque lleva a uno en brazos, a otro sentado, pero es muy temprano. Y no dudo que lo ha de hacer diario, o por lo menos un par de veces a la semana. Y no digo que sea malo, pero me marca esa fuerza que llegan a tener. De decir no me voy a detener. El transporte público va a tardar horas. Un coche también va a tardar más. Me voy en bicicleta. Y se van y avanzan. Eso es lo que me gusta. Las personas que tomo así me refleja esto de yo quiero avanzar. ¿Cómo? Pues en mi bicicleta. Esas son las que más me han gustado y más me han marcado”.
A futuro Esteban quiere salir de León para conocer la realidad de otras ciudades en Guanajuato donde también se usa la bicicleta. En cuanto a la parte técnica, cuenta, “estoy entrando con el uso del flash para tener otro tipo de imágenes. Hay unas muy interesantes, pero en el sector automotriz de competencia, donde se ven unos barridos muy interesantes. Me refiero a que no son lineales, a veces son circulares. Estoy tratando de transmitir, como esa emoción que comenté al principio, de andar en bicicleta, no tanto que es rápido, sino que ese dinamismo que tienen. En auto, pues sí, como que ya lo tienen muy trabajado. Pero digo, bueno, en bicicleta, donde es un objeto mucho más pequeño, estás lleno de autos. ¿Cómo haces que ese elemento resalte entre los demás y obtengas ese efecto? Entonces, es lo que he estado trabajando. Como lo de la parte deportiva, trasladarlo al urbano para llamar más la atención”.