Por Myriam Salazar
Constanza y Alejandro conforman una joven pareja que practica la vida sana a través del vegetarianismo, yoga y la religión Vaishnava, más conocida como Hare Krishna. Ambos son los encargados de La bici de soya.
Las altas temperaturas de febrero no impiden que Alejandro López, conocido como Mahaprabhu entre los devotos de Krishna nos reciba en su taller ciclista. La cálida atención a los clientes que llegan se mezcla perfecta con los mantras que suenan de fondo.
Ambos junto a sus hijos cultivan su espiritualidad en lugares como Govindas y Radha Govinda Vrinda en el centro de Santiago “cualquier persona de cualquier religión e ideología puede ir, todo es gratis, no se te pide nada solo que quieras estar ahí. Muchos se van enamorando de eso, de la buena vibra, la visión diferente que hay de la vida y el sistema en general. A lo mejor son hasta más antisistema que muchos anarquistas porque lo llevan de una forma pacífica”, afirma Alejandro.
Con Constanza se conocieron mientras estudiaban Medicina Veterinaria, Alejandro comenta “en la universidad empecé a ver el lado b de la carrera. Siempre amé a los animales, pero había una contradicción en mí porque me los comía. Un profesor nos invitó a una charla sobre Taoísmo, ahí me di cuenta que tenía que cambiar mis hábitos y no comer carne. Mientras estudiaba veterinaria nos llevaban a muchos mataderos y vi una realidad horrible”.
Cuando Alejandro conoció el Tao se hizo vegetariano “conocí personas de 90 años, vegetarianos de toda la vida y me di cuenta que era posible una vida diferente”.
Luego de dejar la carrera veterinaria Alejandro comenzó a trabajar con su padre vendiendo accesorios para autos. Pronto quiso independizarse y comenzar su propio negocio, esta vez ligado a las bicicletas y el transporte no contaminante.
¿Cómo comenzaste con las bicicletas?
Mi papá tiene un lubricentro hace 40 años y aprendí mucho trabajando con él. Que la gente más que un cliente debe ser un amigo, alguien especial a quien atiendes. Eso marca la diferencia sobre todo cuando estas empezando. Con Constanza pensábamos independizarnos y poner un negocio de autos y algo de bicicletas. Lo hablamos y era inconsecuente estimular ese tipo de comercio, ya que abogamos por la no contaminación. Debíamos enfocarnos en otro tipo de transporte, uno no contaminante como la bicicleta.
Con el propósito claro solo faltaba poner la idea en marcha, además de gustarle las bicicletas manejaba la mecánica básica, “Empecé por las cosas sencillas. Lo demás lo fui aprendiendo de un tío que tiene hace muchos años un taller de bicicletas en San Diego. Él ha sido mi mentor, la teoría la he aprendido en capacitaciones donde se aprende harto, pero las mañas las aprendo de mi tío Pancho”.
“Tenemos que estimular el uso de un transporte consciente, además queríamos unir nuestro estilo de vida con esto, ahí empezamos a darle un nombre que le diera sentido a lo que hacemos. Un día vinimos a arreglar el local y pensamos en varios nombres, entre risas Constanza dijo pongámosle La bici de Soya. Llamamos a un amigo publicista para saber su opinión y estuvo de acuerdo, es el nombre perfecto porque los identifica “La bici de Soya, transporte consciente”.
Se destacan en este local la venta de accesorios, repuestos y reparaciones en general “apuntamos a la venta de repuestos instalados, cobro solo por el repuesto y pedimos una propina a conciencia por la instalación. Armo a pedido cualquier bicicleta, la reina sigue siendo la mountain bike. Ahora la gente las está urbanizando, cambiando neumáticos y otros componentes para sacarle peso”.
Alejandro destaca lo importante que es educar a los ciclistas respecto de sus bicicletas “me gusta explicarle a la gente, eso te da un valor agregado, la gente empieza a confiar en ti y vuelve. Es importante concientizar a las personas no solo el beneficio para su salud sino que también con el medio ambiente”.
Facebook La bici de soya
Antofagasta 3188 , Santiago Centro