Entusiastas ciclistas
Por Myriam Salazar
Cada semana llegan al aeropuerto de Santiago más de 200 personas desde Haití, quienes en su mayoría ven en la bicicleta una ayuda económica y práctica para desplazarse.
Dejaron sus casas, familia y amigos. Todo. Vieron en Chile la posibilidad de una vida mejor, de futuro. Al hablar con ellos la historia se repite, “aquí hay seguridad”, “aquí hay trabajo”, “aquí es mejor”. Llegan casi con lo puesto y un poco de dinero que les alcance para vivir hasta encontrar un trabajo. Pero conseguir un trabajo no es tan fácil para ellos ya que deben esperar meses para conseguir los documentos que les permitan incorporarse a un empleo.
Al comienzo tienen que conformarse con trabajos esporádicos y mal pagados, es común verlos en ferias libres, en mercados cargando mercaderías o vendiendo golosinas en las esquinas. Los que llevan más tiempo en Chile y cuentan con sus documentos consiguen trabajos como aseadores municipales y otros oficios.
Viven en la casa de algún conocido o familiar que llegó antes y les dio un espacio. Siempre en una pequeña habitación. Siempre con muchas personas más. La vida de los haitianos en Chile no es fácil, en una ciudad costosa y con trabajos mal pagados se les hace casi imposible costear el transporte diario. Es ahí donde la bicicleta viene a ser un aporte en la vida de estos morenos que llegaron y lo hicieron para quedarse. La bicicleta les permite movilizarse gratis y en menor tiempo, además les entrega la posibilidad de disfrutar los pocos tiempos libres que tienen a la semana ya que muchos trabajan casi todos los días.
C-H-I!
Miércoles 28 de junio, 14 horas y una de las salas que alberga a la Fundación Frè está repleta de haitianos que esperan ansiosos el comienzo del partido entre las selecciones de Portugal y Chile. El ambiente es de fiesta, hay música, globos tricolores, banderitas chilenas y gorros de lana de la selección nacional. Ellos se esfuerzan en gritar un “C-H-I”. Es en esta casona del barrio Yungay que se reúnen a diario decenas de haitianos a aprender español, recibir orientación y participar de alguna actividad.
La primera bicicleta de Luccenet, Adolphe, Paul, y Dalinx.
Luccenet Jean, 23 años.
“Vengo de Gonaïves, llegué hace 6 meses. En Haití trabajaba en costura, también pintura en la construcción. Terminé la escuela clásica y me vine a Chile. Vivía con mi familia, papá, mamá y 3 hermanos. Me gusta el viaje, quiero estar aquí algunos años, si es muy difícil viajaré a otro país como Canadá o España”.
Luccenet tiene una bicicleta que compró hace un tiempo. “Cuando salgo no puedo caminar muy lejos, por eso tengo la bicicleta”. Cuando tenía 12 años su padre le dio su primera bicicleta como premio cuando pasó de curso. “La usaba siempre”.
Adolphe Wilguis, 36 años.
“Llegué el 31 de diciembre de 2016. Pasé el año nuevo bien con unos amigos que me fueron a buscar al aeropuerto. Desde que llegué encontré que la calle era muy espectacular, la fiesta con mucho ambiente. Llegué como a las 11 de la noche, vi los fuegos artificiales, muy bueno. Había mucha gente y lo pasé muy bien”.
“La ciudad mía es Plateau Central, en el centro de Haití. Vivía con mis padres y estudié informática. Luego estuve un tiempo en Santo Domingo, ahí trabajé un tiempo en albañilería, construcción. Me fui a trabajar a Santo Domingo para ayudar a los otros hermanos, somos 5 y mi familia no tuvo plata para mantener a los otros. Tuve que ir a buscar la manera de ayudarlos, soy el hijo más grande, tuve que dejar mis estudios y trabajar. Me vine a Chile a buscar mejor vida para ayudar”.
“Todavía no tengo trabajo, tengo algunos CV en algunos sitios espero que me llamen, no tengo carnet todavía. Aquí donde busco trabajo me piden carnet y me dicen que sin carnet no puedo trabajar. Para vivir estos 6 meses hago “pololitos” como dicen ustedes. Algunos amigos me llaman para eso, son trabajos donde descargo mercadería en la Estación Central”.
“Para mí es muy importante tener una bici acá porque cuando encuentre un trabajo puedo llegar más rápido. Donde demoro en llegar una hora en bicicleta puedo llegar en la mitad del tiempo. El transporte es muy caro, hay que tener Bip. Los trabajos no son bien pagados. Ahora vivo en el centro y trabajo en Estación Central, me voy caminando. Si tuviera una bici llegaría más rápido”.
Paul Barthold, 36 años.
Viene desde Les Cayes, sur de Haití. “Tengo un año un mes en Chile, vine solo. Tuve muchas bicicletas allá. A los 14 años tuve una para ir más rápido a la escuela que era lejos de mi casa. Quedaba a 3 km, 30 minutos a pie y 10 en bicicleta, mucho mejor. Con mi hermano Gerard teníamos una bicicleta cada uno, mi escuela quedaba en el norte y la de mi hermano quedaba al sur.
Un mes antes de venir a Chile lo asaltaron violentamente 8 hombres. “Taparon mi cabeza, me cercaron para robarme con muchas armas, cuchillos y botellas”. Luego de ese episodio se vino a Chile. Recuerda que cuando llegó hace un año no había tantos haitianos como ahora. Conoció la Parroquia San Saturnino en Plaza Yungay donde se dictaban clases de español.
¿Por qué viniste a Chile?
Es más fácil entrar. Pregunté muchas veces para ir a encontrar a mi familia a Canadá y no me daban la visa, siempre faltaba algún papel.
¿A qué te dedicas aquí?
Soy ingeniero informático, trabajé en una escuela cuando llegué, pero me pagaban muy poco, no podía pagar la renta, no podía comer. Ahora trabajo en una empresa como bodeguero, gano más dinero como bodeguero. Tengo que esperar la residencia definitiva para poder buscar trabajo en informática.
¿Dónde vives?
Vivo en calle Mapocho, vivo solo y hay muchas piezas donde somos muchos. Trabajo todo el día, cuando llego a mi casa ya no puedo hacer nada solamente veo la tele, veo las noticias.
Paul tiene una bicicleta, regalo que le hizo su amigo Dalinx Noel para ir a trabajar. “Voy por la ciclovía y por el parque cada día. La bicicleta más fácil para ir a mi trabajo. Hay una parada de bus afuera de mi casa y tengo que esperar mucho tiempo para el bus, con la bicicleta llego en 15 minutos”.
Dalix Noel, coordinador de servicios e intérprete de la Fundación Frè.
Desde que llegaste hasta ahora la comunidad haitiana ha crecido bastante, ¿Cómo lo ves?
Cuando llegué hace un año a Chile eran 40 mil personas en total, ahora no sé cuantos somos, no tenemos cifras exactas, hay dos o tres aviones que llegan por semana, unas 200 o 300 personas. La principal razón por la que vienen es la búsqueda de trabajo, la mayoría son jóvenes de entre 20 a 35 años.
La Fundación Frè se ha vuelto un punto de encuentro para la comunidad haitiana. “Normalmente cuando llegan hay gente que sabe que tenemos un espacio para ellos, hay otros que llegaron por medio de un amigo y así llegan . Aquí se prestan servicios como las clases de español, orientación jurídica, también se ayuda a hacer trámites y conseguir documentos. Tenemos una bolsa de empleo, por ejemplo si una empresa o alguien llama y ofrece trabajo, todos los viernes y sábados ofrecemos esos trabajos a los hermanos”.
Para Dalinx es necesario que se generen instancias de apoyo a los migrantes. “Falta un convenio entre Haití y Chile, sobre todo para el ejercicio de la profesión. A pesar de tener un título, por falta de convención entre los dos países”.
Hace un tiempo Dalinx había recibido la donación de una bicicleta por parte de la organización Foco Migrante, bicicleta que regaló a su amigo Paul Barthold. “Se la di para facilitarle ir al trabajo, por ahora me quedé sin bicicleta. Vivo cerca y él la necesitaba más. Espero conseguir otra bicicleta porque tengo que llevar a mi hijo a la escuela y llegar rápido al trabajo. Tengo 3 hijos dos hombres y una mujer, todos están aquí conmigo. Fui a buscarles en febrero de este año, soy un afortunado”.