Una nueva forma de hacer ciudad
Por Andrés Santelices
Fotos Víctor Rojas
Se construirá por la ribera del río Mapocho una ciclovía de 5,4 kilómetros desde calle Suecia hasta el Parque Los Reyes que además incluirá un paseo peatonal diseñado para que sea un parque inundable que estará listo a mediados del año 2019. Acá te contamos cómo se logró concretar una política pública de envergadura desde la ciudadanía.
La fría tarde de ese 7 de junio cuando se votó la construcción definitiva del Mapocho Pedaleable en el Consejo Regional (Core) Metropolitano será recordada por varios años. Como nunca, la sesión plenaria estaba llena y la tensión del edificio ubicado en calle Bandera se veía en las caras de los representantes de las organizaciones ciclistas que esperaban la aprobación del proyecto. La incertidumbre se explicaba por el revés que sufrío la iniciativa anteriormente en la comisión de Deportes del (Core) y que puso en riesgo a la emblemática iniciativa a pesar de la exitosa experiencia que resultó del piloto implementado entre diciembre de 2016 y abril de 2017.
Finalmente los consejeros regionales aprobaron el proyecto, el cual contempla un presupuesto de $ 6.500 millones, que abarca una extensión aproximada de 5,4 kilómetros, entre el sector de Estación Mapocho hasta la altura de Costanera Center y que estará listo el segundo semestre de 2019.
Principales hitos
La cinematográfica historia del Mapocho Pedaleable comenzó en 2010 cuando Tomás Echiburú -hoy concejal de Providencia- y Osvaldo Larraín propusieron en su tesis de Arquitectura de la Universidad Católica (UC) un estudio acerca del rol del río en la ciudad de Santiago. Desde ahí hasta la aprobación definitiva por parte del Consejo Regional Metropolitano, hecho que Echiburú destaca porque se produjo “un respaldo político transversal al proyecto”, el proceso contempla la 5 acontecimientos clave.
El primer hito es la bajada al río que se hizo en el año 2011, ocación en la cual se presentó la propuesta a organizaciones ciclistas para impulsar la idea. En aquella oportunidad, donde bajaron cerca de 500 personas, no hubo ni permisos ni una gran producción más allá de convocar a algunos medios de comunicación. “Ese es el hito fundacional pues ahí la propuesta se hace pública y se instala en el debate público. En esa oportunidad se bautizó como Mapocho Pedaleable”, señala Tomás Echiburu.
Un año después de ese ejercicio cívico, el Centro de Políticas Públicas de la UC se interesó en la propuesta y definió junto a sus creadores, las bases para una licitación que llamó la Secreataría de Planificación de Transporte (Sectra). Esto permitió la generación de una Ficha Iniciativa de Inversión con el nombre de Mapocho Pedaleable (documento que contiene el detalle del proyecto, en términos de actividades a realizar, calendario de financiamiento, plazos y recomendación técnico-económica). “Fue un hito importante porque el Estado se interesó en estudiar la viabilidad del proyecto. Fue la primera vez que se hizo parte”, señala Tomás.
El año 2013 también será recordado por otro hecho que marcó el proceso, cuando las alcaldesas de ese momento, Carolina Tohá (Santiago) y Josefa Errázuriz (Providencia), anunciaron su apoyo a la iniciativa, lo que posibilitó realizar el primer evento “Yo Vivo Mapocho”. Esto concretó el financiamiento de la infraestructura y las actividades que se efectuaron, aumentando la convocatoria de 500 a más 4.000 personas. Esto se repitió en el año 2014 y 2015 (se efectuó dos días), sumando también a los municipios de Independencia y Recoleta.
El 2016 ya la historia se tornaría más épica aún cuando en el marco del Foro Mundial de la Bicicleta que se realizó en Chile, la propia Presidenta Michelle Bachelet anunció en La Moneda, junto a organizaciones ciclistas del país y provenientes de distintas latitudes del mundo, que el proyecto sería prioridad presidencial. “Esto parecía inalcanzable, considerando que a partir del estudio que emitió Sectra el proyecto no era rentable. Por ello la única posibilidad para concretar el proyecto era a través de la prioridad presidencial, la cual se generó en parte gracias a la presión del movimiento ciclista y la gestión del Intendente Claudio Orrego”, indicó el concejal.
De la academia a la realidad
La idea de recuperar el río Mapocho siempre estuvo presente en el imaginario colectivo, y existe una vasta literatura al respecto, entre las publicaciones científicas que postularon esta acción se destaca la que hizo el año 2011 el actual ministro de Medio Ambiente y ciclista, Marcelo Mena, en el capítulo “El desafío ambiental y el sueño de la ciudad sustentable” del libro “El Chile que se viene”. El documento, que fue editado por el ex Presidente Ricardo Lagos, reunió miradas, perspectivas y sueños para el 2030 de un grupo de destacados profesionales en torno a desafíos estratégicos. “Es una idea que detecté el año 2009 cuando visité el río Danubio, donde había una ciclovía que conectaba Budapest con Viena por 60 kilómetros, y que también se repite en el río Sena, por ello, es un sueño que hemos compartido con quienes han llevado a cabo el Mapocho Pedaleable. Nosotros estamos felices de que se haga realidad este proyecto porque cuando uno construye la infraestructura los ciclistas llegan, por lo tanto es una demanda inducida positiva”, señala el secretario de Estado.
En tanto, Tomás Echiburú confiesa que cuando realizaron este estudio en la universidad, ni él ni Osvaldo Larraín pensaron que esta iniciativa se convertiría en una realidad. Sin embargo, señala que la primera vez que bajaron al río ya existía la decisión instalar el tema. “Al llevar esta propuesta de la academia al mundo social nuestra expectativa era lograr la construcción definitiva. La colaboración de los distintos actores fueron lo que mantuvo vivo a este proyecto”, destaca.
Echiburú señala además que el Mapocho Pedaleable sienta un precedente pues se instaló a partir de la ciudadanía. “Los ciudadanos no sólo somos sujetos de políticas públicas sino también podemos hacernos cargo de nuestros problemas y en ese sentido creo que el Estado tiene el desafío de hacerse cargo de abordar estas temáticas. Uno se encuentra con autoridades que tienen la mejor voluntad para apoyar una iniciativa así, pero no siempre están las herramientas para concretarla. El Estado no está diseñado para hacerse cargo de una ciudadanía que cada día está más empoderada y que es parte de la solución”, manifiesta.
Cómo aporta a la ciudad
Llevado al plano de la movilidad eficiente, la construcción definitiva de la ciclovía en el río representa una multiplicidad de beneficios inmediatos para quienes usan la bicicleta como medio de transporte en la Región Metropolitana. “La gracia del Mapocho Pedaleable es que no tiene semáforos, por lo tanto puedes ir a una velocidad bastante alta y creo que es difícil que haya un medio de transporte tan rápido en el trayecto entre el puente del Mercado Central y Huelén. Además, es muy agradable tener el enfriamiento que nos entrega el mismo río en días de verano y aleja a los ciclistas de la contaminación de los automóviles, y por lo tanto, tiene virtudes que van mucho más allá de los temas de salud y transporte”, señala el ministro del Medio Ambiente.
El ministro Mena agrega que el eje del Mapocho Pedaleable que va de oriente a poniente desde Costanera a Avenida Andrés Bello, transporta más gente que el automóvil en la hora punta, esto proyectado hacia el centro significa que contaremos con una infraestructura que casi duplicará los trayectos hacia el centro. “Cincuenta por ciento de los ciclistas tiene automóvil y por lo tanto cuando uno ve a un ciclista está aportando a la descongestión de la ciudad y a la menor contaminación, esto es vital en un escenario de cambio climático en donde el transporte tendrá a futuro un mayor crecimiento de emisiones y por tanto tenemos que hacer los esfuerzos para poder reducir esa emisión”, comenta.
Además, el Mapocho Pedaleable, por estar ubicado en el centro neurálgico de la ciudad, lo convierte en un espacio público con infinitas posibilidades en términos de movilidad urbana, turismo y recreación. En ese sentido, el concejal Tomás Echiburú indica que cuando pensaron el proyecto nunca hubo intención de que el espacio fuera destinado sólo para ciclistas. “Sabíamos que el río estuvo abandonado por siglos, y por lo tanto, era difícil que la gente lograra acercarse a ese espacio y tener contacto con el río. Eso había que forzarlo a través de una excusa que era más funcional, en el fondo, era a través de una invitación a bajar porque si lo haces puedes llegar más rápido a tu trabajo. Una vez que la gente entiende eso y lo ve como una alternativa, se encuentra con un espacio que no conocía y que comienza a valorar. Para nosotros, el ciclismo fue un pretexto para invitar a la gente a ocupar el espacio, sabiendo que con ello cambiaría su percepción sobre el río, y ese cambio cultural se logró”, concluye.
Así también lo concibe el Ministro Mena, quien resalta que esta iniciativa deja atrás esa imagen del río como un problema social. “Hoy día tenemos la oportunidad de incluirlo dentro de la ciudad, que no sea la cloaca ni el basural, pues gracias a la importante inversión inyectada además de descontaminarlo, lo transforma en un lugar virtuoso del espacio público en pos de la sustentabilidad”, finaliza.