En este capítulo de “Mi Primera Bici” tenemos desde antepasados profesionales del ciclismo y siniestros viales, hasta figuras presidenciales.
Por Michelle Raposo
Fotos: Víctor Rojas
Marcelo Segura, fotógrafo profesional, casado con Antonella y una hija chilena-argentina, Helena, tiene sin duda un trabajo que podríamos llamar entretenido y que lo convierte en testigo de primera fuente de la historia de este país. Desde ahora, cada vez que pasen por La Moneda, podrán decir: “sabías tú que uno de los fotógrafos de la Presidencia anda en bici”.
Dicho eso, Marcelo no tuvo bicicleta de niño. “Compartíamos una bici de un amigo todos los amigos del barrio, era una clásica de los 80’, que todos queríamos tener”, cuenta con risa.
Su primera bici de hecho vino recién a sus 34 años. “Y creo que como muchos, comencé a andar en bici post estallido. Así era más fácil para poder movilizarme por Santiago, muchas calles cortadas, protestas, Metro lleno. Partió como una necesidad y se transformó en pasión”.
Esta pasión estaba en el ADN de Marcelo, que de alguna forma tenía una deuda histórica con sus ancestros. “Siempre sentí que estaba al debe con la historia familiar del ciclismo. Mi bisabuelo y su hermano fueron ciclistas profesionales. Mi tío abuelo fue campeón sudamericano de ciclismo en Uruguay, el italiano, Atilio Folchi. Así que cuando comencé a andar en bici y no me daban las piernas, al principio decía: ¡vamos, si es por los viejos, no puedo dar vergüenza!”.
Las piernas le dieron, pero el 2020 lo atropelló un camión ¾ cuando iba de vuelta a su casa después del trabajo. “Tuve fractura de rodilla y la bici quedó destruida completa, la saqué barata”, recuerda Marcelo.
Casi un año estuvo sin pedalear, hasta que se volvió a comprar otra. “Ya no voy todos los días al trabajo en bici. Cada vez que voy siguen sufriendo las piernas pero siempre me digo, que sufran las piernas y no el corazón”.
Testigo de la historia
La vida laboral detrás del lente comenzó el año 2004, cuando Marcelo hizo su práctica en el diario La Cuarta. Excelente lugar de aprendizaje donde se quedó por cinco años. Luego vinieron La Tercera, y de ahí se sumó la revista Qué Pasa, más otros suplementos que iban saliendo con el diario.
“Así estuve hasta el 2018 que me pidieron hacer la foto oficial del presidente Piñera. Y me ofrecieron el proyecto de poder retratarlo y cubrir todo su periodo presidencial, y hasta el día de hoy sigo fotografiando en La Moneda, pero ahora al presidente Boric”.
Eso sí, la fotografía no estaba en su cabeza como primera opción al momento de decidir qué estudiar. “Cuando salí del colegio quedé en la Usach para estudiar historia, pero por plata no pude matricularme. Salí llamado al servicio militar y no tenía forma de sacármelo, así que me matriculé en fotografía que era más barato. Pero siempre pensando en trabajar de día y estudiar vespertino para juntar plata. Estudiar un semestre foto, dar la prueba nuevamente y estudiar historia, pero me apasionó tanto que terminé, y aquí estoy ahora”.
¿Cómo ha sido trabajar en un lugar como ese?
“La experiencia de trabajar con dos presidentes ha sido increíble. Poder retratar, a mi parecer, el personaje más importante de un país, narrar y registrar la historia, es un peso gigantesco. De alguna forma cumplí mi sueño de ser historiador pero contándola con imágenes”, reflexiona.
“Creo que lo que más me gusta y apasiona es poder dejar una huella para que en 30, 40 o 50 años más, las personas puedan conocer un poco más de la historia política de Chile”.
En un mundo hiperconectado, donde ahora todos tienen una cámara, le preguntamos a Marcelo su visión sobre las redes sociales y la labor de un fotógrafo.
“La fotografía es sumamente importante para transmitir correctamente en política. Además, las redes sociales cada vez se fortalecen como plataforma de discurso político, y ahí la imagen tiene un poder indiscutible. Poder transmitir sentimientos, provocar sensaciones, acercar al presidente, o a los políticos, a las personas”.
“No les quito mérito a las fotos con celular. Uno puede hacer imágenes tremendas. El punto es la persona que utiliza la herramienta, sea cámara profesional, celular, Polaroid, etc. Si esa persona tiene estética, maneja composición y nociones de fotografía, podría lograr transmitir y generar discursos políticos con la imagen”.