Por Daniela Suau Contreras
Periodista, activista movilidad sustentable y feminista.
En el octavo capítulo de nuestro podcast, entrevistamos a Diego Riveaux, Secretario Regional del Ministerio (Seremi) del Medio Ambiente en la Región Metropolitana, quien se moviliza en bicicleta contra viento y marea, y nos compartió su mirada acerca del ciclismo urbano y las actuales problemáticas ambientales. Les dejamos algunos de los principales temas y no se pierdan la entrevista completa en Pedalea Podcast:
Tu origen como ciclista urbano, entendemos que comenzó por haber sido seleccionado nacional, cuéntanos sobre eso.
Efectivamente, desde pequeño mis padres me incentivaron mucho el deporte y en mi colegio también había mucho interés por tener buenos deportistas, así que de a poco me fui especializando en el atletismo y en la prueba de 110 metros vallas, con la que luego de mucho esfuerzo durante años –incluso, entrenando en los veranos-, fui campeón escolar y luego mejor atleta del torneo en mi último interescolar, hasta ser seleccionado nacional de atletismo en tres oportunidades.
Ese vínculo deportivo lo he mantenido con la bicicleta y hace más de cuatro años, es mi único medio de transporte.
¿En qué minuto decides desplazarte en bicicleta por la ciudad, qué es lo que te lleva a tomar esa decisión?
Si uno calcula cuánto tiempo pierde cuando se traslada en auto para ir a la oficina, cuando lo podría hacer en bicicleta y transformar ese viaje en deporte, no tiene sentido.
Normalmente yo demoraba casi una hora en llegar a la oficina, pero ahora sólo son 40 minutos, que si fueran en auto serían encerrado en un taco. Lo que, además, es mucho más caro, siendo que puedes transformar ese tiempo de traslado en deporte, con todos los beneficios que eso implica para la salud.
Y al llegar a la casa no tener que dedicar más tiempo para hacer deporte, sino que a disfrutar a la familia o a otros intereses que uno pueda tener.
La verdad es que no tiene sentido trasladarse en auto y poco a poco me empecé a dar cuenta de que este miedo en Santiago de que hay mucha subida, que voy a llegar muy cansado o que uno se demora demasiado, no es real. Basta con cambiar el hábito, porque finalmente son puros beneficios y, por lo mismo, fui dejando cada vez más el auto de lado y hoy en día ni siquiera tengo auto.
¿Sientes que también empezaste a ser más consciente del impacto que generan tus decisiones en la ciudad?
Por supuesto, desde un primer punto de vista, lo económico. Para una familia el costo del auto ya es carísimo, porque hay que pagar permiso de circulación, el seguro, la bencina y si ocupas la Costanera Norte, por ejemplo, se debe pagar el TAG y el estacionamiento. En mi caso, por trabajar en el centro de Santiago –cerca de La Moneda-, el estacionamiento es carísimo. Entonces uno empieza a sumar y a sumar costos.
La bicicleta es gratis, no tienes tacos, te demoras menos en llegar a la oficina y haces deporte en el camino, o sea, son sólo beneficios. Si uno analiza la utilización de un vehículo, sobre todo en la calidad del aire –siendo el transporte y la leña los principales factores de contaminación de la Región Metropolitana-, también un impacto en la ciudad.
Andando en bicicleta no eres parte del taco, de los que emiten contaminantes y además tienes mejoras por todo lo que produce el deporte en la salud de las personas, lo que también es un tema para el Estado.
Si todos se movieran en bicicleta, no solamente se evitarían todos los problemas de transporte, sino que inmediatamente habría mejoras en la salud de la población, lo que repercutiría en menos gente en los hospitales, menos enfermedades respiratorias y menos problemas de obesidad.
¿Qué campañas se encuentran trabajando en el Medio Ambiente?
Estamos trabajando en materia de residuos, un tema que tiene que ver con la justicia social, porque cada vez que nosotros generamos basura en nuestras casas, terminan en los rellenos sanitarios. En el caso de la Región Metropolitana (RM), en Til Til o en Talagante donde está Santa Marta, que son los dos principales rellenos sanitarios. Lugares que no tienen por qué estar recibiendo la basura que nosotros generamos.
Lo que hemos hecho en el Ministerio del Medio Ambiente, es crear una política pública de carácter macro, que considere todos los residuos que se generan del 100% de la basura que produce una persona en su casa. El 50% son residuos orgánicos, los que provienen de la fruta y verdura, todo eso es compostable, por lo tanto, utilizable para mejorar el suelo y con eso estamos avanzando en generar una política nacional de residuos orgánicos que nos permita recuperar todo eso y que no llegue en ningún caso a los rellenos sanitarios.
Además, esos residuos son los que más causan los llamados percolados, que son los líquidos que suelta la basura y que son los más contaminantes del suelo o, eventualmente, de las napas subterráneas, que es un relleno que no cumple la medida sanitaria necesaria.
Por otro lado, se está tramitando un proyecto en el Senado que prohíbe o regula de manera muy restrictiva, el uso de plástico de un “solo uso”, como son las bombillas y las tapas de plástico y distintas cosas que normalmente se dan en los locales de comida rápida, pensando en avanzar hacia una prohibición de su uso.
Eso, sumado a la implementación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP), donde –a modo resumido-, las empresas que ponen los residuos en el mercado van a tener que ser responsables a partir de 2023; de recuperar una parte de sus residuos, reciclarlos y demostrar al Ministerio que efectivamente eso se recicló para no someterse a una multa que será muy cara.
Y de esa manera, sumando residuos orgánicos y residuos reciclables, hacernos cargo de acá al 2040, de hasta el 90% de la basura promedio que genera cada uno de los ciudadanos.
Por otro lado, la mejora en la calidad del aire de nuestra región, que pasa principalmente por cambiarnos al transporte sustentable y a la calefacción sustentable. Y, en un tercer ámbito, a todo lo que tiene que ver con los santuarios de la naturaleza que tenemos alrededor de la RM, que es el cuidado de nuestras áreas verdes. Pero también el acceso de la ciudadanía a ellos, para que puedan conocer las maravillas de la naturaleza que tiene la región y que muchas veces es tan desconocida.
Todo esto se linkea con un principio fundamental y que es la educación ambiental, que las personas comiencen a tomar conciencia de que no todo pasa por la regulación por la prohibición legal, sino porque reflexionemos sobre nuestro comportamiento en relación al medio ambiente y cómo podemos ser mejores ciudadanos en razón de cuidar el planeta.