La prueba superó las expectativas tanto de la organización como de las participantes.
Por Michelle Raposo
Fotos: Pedal y Grava
El ciclismo, con todo su espíritu de libertad y superación, ha sido históricamente un terreno mayormente dominado por hombres. Especialmente en el deporte. Sin embargo, asociaciones como Pedal y Grava han surgido para cambiar esta dinámica, promoviendo la inclusión y visibilización de mujeres cis, trans y personas no binarias en el mundo de las dos ruedas.
La reciente prueba brevet que organizaron marcó un hito en este camino hacia la equidad de género en el ciclismo, demostrando la determinación de las participantes, así como la fuerza de la comunidad que las respalda.
La idea de organizar una brevet femenina en Chile surgió tras conocer la experiencia similar en Francia hace cuatro años, cuenta Elizabeth Barraza, miembro de la organización.
“En ese contexto nos dimos cuenta que los porcentajes de participación femenina en Chile eran bajitos. Así que nos contactamos con la francesa que la organizó y que forma parte de la organización del Audax Club Parisien, y ahí nos dijo, mira, yo siempre me he dado cuenta que había muchas mujeres que hacían estas pruebas, pero que no eran visibilizadas. Porque siempre son muchos más hombres. Entonces, por cada 20 hombres se ve una mujer. Y le dijimos, ¿qué pasa si hacemos una para celebrar, visibilizar a todas las mujeres que lo hacen? Y la hizo. Y el eslogan era 200 kilómetros, 200 mujeres”.
La propuesta de hacer un desafío de 200 kilómetros en Chile parecía ambiciosa, pero la respuesta superó todas las expectativas con 157 inscripciones, un número inédito que superó la cantidad de personas inscritas en eventos de este tipo a nivel local.
Hay que tomar en cuenta lo variopinto del grupo, con mujeres con distintos niveles de experiencia, y edades que superaban los 50 años en algunos casos.
“Eso fue muy lindo de ver para mí, porque mi mamá falleció, y eso fue lo que más me conmovió en este tiempo. Porque vi muchas mujeres que superaban los 50 años y que estaban ahí, y que no tenían una gran experiencia, que se estaban subiendo a la bici hace poco, que llevan un año en bicicleta, dos años en bicicleta.
La dinámica de la prueba de brevet se centra en la autosuficiencia y la ultra distancia. Las participantes debían recorrer 200 kilómetros sin ayuda externa, excepto en los puntos de control donde podían obtener alimentos y suministros básicos. Cada punto de control fue organizado por entidades femeninas, subrayando el enfoque de la prueba en promover la participación y visibilidad de las mujeres en el ciclismo de larga distancia.
“Armar todo eso es lo que hace que el desafío sea interesante o desafiante, entretenido también, porque el poder femenino igual se siente en todo eso. Porque cada punto de control estaba a cargo de una organización también femenina. La idea es que todo esto estuviese organizado por mujeres y para mujeres. Entonces en un punto de control estaba la Reina del Pedal, y en los siguientes la Escuela de Ciclismo Femenino, Women’s cycling Chile y nosotras con voluntarias”.
La jornada estuvo llena de emociones y desafíos. La llegada al punto final, en el Krossbar de Providencia, fue un momento de celebración y camaradería, donde se destacó el espíritu de apoyo y solidaridad entre las participantes y la comunidad que las respaldaba.
“Parecía que la calle estaba llena de gente celebrando, feliz por cada participante que llegaba. Muchos, obviamente, estaban llorando, estaban esperando a sus familias, celebrando. La ciudad también acompañaba y se veía, de cómo bajaba el color del sol, fue muy bonito de ver. De verdad se sentía como una mansa celebración, de hecho, era un poco contagiante. Nos fueron a hablar personas de otras partes para preguntarnos ¿qué están haciendo? Unos chicos que estaban haciendo un documental sobre equidad de género, nos preguntaron si les podíamos dar entrevista”.
Para muchas de las ciclistas, la prueba brevet no solo representó un desafío físico, sino también una oportunidad para fortalecer la comunidad y el compañerismo entre mujeres ciclistas. La preparación colectiva y el apoyo mutuo antes y durante el evento demostraron el poder de la unión y la determinación de superar obstáculos juntas.
El éxito y la repercusión de esta prueba femenina no solo marcan un hito en la participación femenina en el ciclismo de larga distancia en Chile, sino que también reflejan el crecimiento de una comunidad unida y empoderada que busca seguir desafiando límites y derribando barreras en el mundo del deporte. A futuro, eventos como este prometen seguir inspirando a más mujeres a tomar sus bicicletas y conquistar nuevos horizontes, fortaleciendo así la presencia femenina en cada pedalazo.
“Las chicas quedaron con muchas ganas de hacer más desafíos. Pero yo siento que finalmente de lo que más ganas quedaron, es de que siguiéramos juntas haciendo cosas en comunidad. Eso yo creo que fue lo más lindo que yo veo que existe”.
“Muchas veces como que en el ciclismo uno lo obvia y piensa que siempre va a estar. Y la verdad es que no es así, porque lo que ocurrió fue que este proyecto nació como una idea pero no fue algo como ya, tenemos el proyecto, vean ustedes cómo se organizan. Empezamos a hacer salidas preparativas para que esto ocurriera. Entonces las niñas que se iban a someter al desafío ya se conocían”.
Para finalizar, reflexiona Elizabeth, “hubo mucho de eso, de acompañarse, de decir ya voy a comprar elementos reflectante, yo puedo comprar ¿quién quiere? Y se armaban grupos dentro del grupo de WhatsApp. Necesitamos saber de mecánica, aprender cosas, mira yo me consigo un profesor, ¿quién quiere ir conmigo? Iban muchas y tomaban su curso. Hubo una preparación colectiva que sobrepasó las expectativas. Nosotros simplemente entregamos la plataforma y esto ocurrió de una manera muy natural. Y eso fue para mí lo más lindo de ver. Cómo se fortalecía, como que uno le iba mirando de reojo y nosotros no teníamos nada que ver, ellas eran las que sacaban vida propia de esto y post brevet lo siguen haciendo”.