Por Myriam Salazar
A pesar de que lleva más de 12 años viviendo en Chile mantiene su portugués intacto. En sus 33 años no se ha quedado con las ganas de nada; lo que se propone lo hace y va por más.
Nací en Londrina al sur de Brasil. Yo siempre quise tener una bicicleta, casi toda mi infancia viví en Santa Catarina con la playa muy cerca. Tenía unos 7 años y usaba una bicicleta vieja de mi mamá, me enseño a pedalear un amiguito de mi hermano, tengo las cicatrices en mis rodillas hasta hoy porque donde vivíamos era una ciudad de pescadores, un pueblito muy lindo con un puerto desactivado. La ciudad aspiró a crecer pero no creció tanto. Mi papá es agrónomo y mi mamá cuidaba de mi hermano y de mí en esa época.
Recuerdo que había una chica que ayudaba a mi mamá en la casa – Marcia era su nombre- y me acuerdo de aventuras en bici con ella. No era una ciudad con asfalto, había adoquines por un lado y al otro todo era arena. Me caí ahí, recuerdo mis rodillas sangrando llenas de arena, pero bueno finalmente aprendí. Me volví loca por la bicicleta. La ciudad estaba arriba y para llegar a la playa tenías que bajar por callecitas de pura arena, me recuerdo a Marcia pedaleando la bici y yo atrás afirmada en ella.
Luego de Santa Catarina volvimos a vivir en Londrina y yo quería mucho tener una bicicleta, era súper caro tener una y mis papás no sabían que hacer. Todas mis amigas tenían bicicletas. Tres veces al año se paraba la ciudad entera a pedalear, se adornaban las bicicletas y todos pedaleaban y yo no tenía bici. Iba con una extra que me prestaba una vecina, me quedaba chica y yo aperraba igual.
Finalmente mis papás pudieron comprarme la bicicleta que yo quería. Un día salimos en bici con unas vecinas, de regreso en su casa, dejamos las bicicletas en el garaje y de vuelta no estaba, me la robaron. Creo que no anduve más de 4 veces en ella. No lo podía creer, una tragedia era poco. Nunca más tuve una bici mía, solo las que me prestaban mis amigos, siempre me conseguí una bici para salir.
Imparable
Renata tiene múltiples intereses, Radiohead, Pink Floyd y Metallica son algunas de sus bandas favoritas. La música la llevó a manejar un perfecto inglés. Estudió arquitectura y diseño industrial en Londrina, aunque lo que realmente quería era ser fotógrafa. En Curitiba conoció a un chileno con el que se vino a Santiago y aunque la relación no perduró, tuvieron a Soso, su hija chilena. En Chile su pasión por el arte se concretó estudiando fotografía profesionalmente, donde conoció el difícil mundo de la publicidad.
Aburrida de la inestabilidad del rubro fotográfico cambió drásticamente de rumbo. “Hace casi un año empecé a volar, trabajo como azafata. Postulé, me seleccionaron e hice un intenso entrenamiento de dos meses”.
¿Cómo llegaste ahí?
Era una cosa que soñaba desde niña, toda mi vida viví al lado de un aeropuerto, mi papá y mi abuelo eran aficionados a los aviones. Antiguamente estaban las modelos y las azafatas, tenías que tener altura y que se yo. Siempre las veía cerca de mi casa, entrando al aeropuerto, era lo máximo para mí. Uno no tiene noción de lo que es hasta que entras, tienes que saber de primeros auxilios, supervivencia, etc, todo puede pasar. Hay que tener harta sangre fría.
Su actual trabajo la ha llevado a estar en 4 países por mes, lo que le ha significado acostumbrarse rápidamente a distintos horarios y pocas horas de sueño, como también a darse gustos que cualquiera se querría, “me pegué un vuelo a New York, programé todo y fui a ver a Radiohead en el Madison Square Garden. La música para mi es todo, de hecho nada más rico que ponerse una buena música y salir a andar en bici”.
La fotografía siempre está presente en Renata y proviene de su hambre por crear imágenes, “no solo con una mega cámara, incluso desde mi teléfono, en los viajes tomo varias fotos. Quiero invertir en una pequeña cámara para crear un trabajo y exhibirlo”.
-Has hecho de todo, ¿Qué te falta hacer?
Yo creo que tener mi propio estudio fotográfico, me gusta el trabajo que tengo hoy en día. Ha sido todo un reto, me gusta mucho lo que estoy haciendo, sobre todo conocer gente de todo el mundo.