¿Será el fin de la teleserie?
El 2017 no terminó nada de bien con la eliminación del artículo que disminuía la velocidad máxima a 50 km/h. Una serie de mitos sin sentido emitidos por los senadores de oposición bajó el sueño de muchos. Sin embargo, el proyecto sigue con vida y podría ser aprobado en cosa de semanas.
Por Michelle Raposo
Si esto fuera una teleserie, el fin de la primera temporada dejó a todos con la boca abierta. Uno de los puntos clave de la nueva Ley de Convivencia Vial -la disminución de la velocidad máxima a 50 kilómetros por hora- fue eliminado del proyecto de ley por los senadores de oposición, dejando a varios, si es que no ha todos marcando ocupado.
Seis meses han pasado desde esa discusión en la Cámara Alta, y ahora pudiera ser que la segunda temporada de esta novela deje a todos contentos y cierre finalmente el capítulo del cambio de velocidad máxima.
Esta luz de esperanza en el guión se debe a la rápida reacción de las organizaciones, fundaciones, académicos y una serie de personas que se han dedicado en los últimos años a trabajar por la nueva ley de tránsito, para que el artículo siguiera vivo y fuera aprobado.
Fue así que se logró que en el Congreso de discutiera nuevamente una Ley de un solo artículo, el de la velocidad. La iniciativa vino gracias a un grupo de parlamentarios del Senado, donde ya fue aprobado, para pasar en estas próximas semanas a segundo trámite en la Cámara de Diputados.
¿Qué fue lo que cambió entre antes y ahora? Pues la entrada de un nuevo personaje en la trama, como es la nueva Ministra de Transporte, Gloria Hutt quien dio su apoyo al proyecto.
Temas políticos aparte, “esta Ministra es bien técnica, conoce del tema, entonces se conversó con ella desde ese punto de vista. Hubo mucho informe de académicos que apoyaron y fue bastante llana a escuchar y entender. También hubiese sido muy loco que ella con su experiencia en la materia se hubiera negado a apoyar la iniciativa de la reducción de velocidad”, cuenta Karina Muñoz, directora ejecutiva de Fundación Conciencia Vial, quien ha sido testigo de todas las instancias de gestión.
Mala prensa: Beneficios que no se ven, pero se sienten.
Para los entendidos en el tema -e incluso para los no entendidos- los beneficios de la disminución de la velocidad máxima son muchos, tanto para vehículos, ciclistas, motociclistas y peatones.
Uno de los más obvios y comentados, tiene que ver con la gravedad de un evento y la reducción de muertes por accidentes de tránsito. Por ejemplo, a 60 km/h, la probabilidad de muerte es de aproximadamente 90%, mientras que a 50 km/h, esa probabilidad baja a alrededor de 60%, según da cuenta el informe técnico “La conveniencia de establecer 50 km/h como el límite de velocidad urbano: un análisis técnico” (lo pueden leer aquí).
Sin embargo, son los mitos o ideas equivocadas frente a esta reducción de velocidad los que más se comentan y quizás generan un mayor rechazo entre los usuarios que más nos interesan, los automovilistas. Aquí el académico de la Escuela de Arquitectura y del Departamento de Ingeniería de Transporte y Logística de la Universidad Católica, Ricardo Hurtubia, nos ayuda a entender porque la baja de velocidad es buena para todos, incluso para los conductores de vehículos.
#Andar más lento no es demorarse más
Es cierto que se va a tener que manejar más lento, si es que se fiscaliza como se debe. ¿Qué significa esto en término de los tiempos de viaje promedio? Hurtubia, quien también es investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), nos hace el siguiente ejercicio:
“Un viaje promedio en auto en Santiago es de alrededor 5 km. Entonces, si va a andar esa distancia, en un escenario perfecto, es decir, flujo libre, sin semáforo, sin congestión, sin peatones, sin nada, el tiempo que va a tomar a 50 km/h es de 6 minutos. Si eso mismo se hace a 60 km/h, el tiempo que tomaría es de 5 minutos. O sea, la diferencia es apenas un minuto más”.
“Entonces lo que pasa al final, es que como hay semáforos, congestión y una serie de factores en el trayecto, es muy esperable que no cambie prácticamente en nada los tiempos de viaje cuando se implemente la ley”, agrega el académico.
#Con la reducción de velocidad aumentan los tacos
Otro error común es pensar que la congestión va a aumentar y la ciudad va a quedar estancada debido al cambio de velocidad. “Si se mira a la mayoría de las ciudades europeas, estas tienen velocidades máximas más bajas que la que se está proponiendo. Ahora, siempre están las autopistas, que siguen teniendo sus velocidades. Pero es en las calles donde hay un potencial de interacción y fricción con los peatones y ciclistas”, agrega Hurtubia.
#No va a pasar nada si no se fiscaliza
Este punto no es realmente una falsedad, ya que la fiscalización es parte importante para el cambio de conducta. “Esta es súper importante, y que sea constante, intensa y en todas partes”, complementa el investigador.
Un ejemplo de esto, cuenta Hurtubia, es el uso del cinturón de seguridad. “En Chile en general, y Santiago en particular, tiene una muy buena costumbre de andar con el cinturón puesto. Y eso es algo que te enseñan que tienes que ponértelo. Pero una de las razones de que eso es así, es porque hubo una campaña de fiscalización muy fuerte al respecto y se generó conciencia, de que si no ibas con cinturón te sacaban un parte. Y hoy todo el mundo anda con cinturón y ya ni siquiera es necesario fiscalizar”.
Beneficios para todos
Como se ha mencionado en todas partes, los beneficios sobrepasan los “maleficios” que trae la disminución de velocidad.
Si bien, algunos de los argumentos de los senadores oficialistas era que esta medida no era necesaria ya que los autos venían mejor equipados en seguridad (aunque el cuerpo humano del peatón siga siendo solo carne y huesos), sí hay una disminución en accidentes, tanto en cantidad como en intensidad. “Porque un auto puede frenar en muchos menos metros cuando va a 50 km/h que cuando va a 60 km/h, entonces es posible que el accidente se evite porque el vehículo alcanza a frenar”, agrega el académico.
Otro provecho que la nueva velocidad puede estar relacionado con bajar a los ciclistas de vereda a la calle. “Es muy distinto que te pase un auto rajado a que te pase uno lento. Puedo entender a la persona que está partiendo en bicicleta que le de susto bajar a la calle. Pero esa persona puede buscar calles alternativas. No pueden tener ese argumento de que no bajan por miedo, pero le hacen lo mismo al peatón”, complementa Hurtubia, quien usa la bicicleta como medio de transporte.
A fin de cuentas, toda la idea del nuevo proyecto de ley de tránsito tiene que ver con proporcionar un escenario más amigable para todos.
Como reflexiona Karina Muñoz, «el automovilista lo resiente por un tema de desconocimiento. Y las campañas de implementación deberían apuntar a derribar todos esos mitos de que va a haber más congestión, que los tiempos de viaje van a aumentar, que se va a contaminar más y otra serie de cosas. La idea es que la gente entienda que cualquier medida es de apoyo al bienestar de las personas y salvar vidas. No se debería cuestionar ese fin último que es la vida”.