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La bici como herramienta de ciencia participativa

Cambié muchas veces de casa, de ciudad y de país. En cada mudanza, una de mis prioridades era conseguir una bicicleta y, como mi presupuesto siempre era limitado, optaba por bicicletas usadas. Hasta que vine a vivir a Concepción y pude comprar mi primera bicicleta nueva: una gravel de aro 29, muy grande y veloz. Desde un comienzo sentí que era una bici especial. Pero nunca imaginé que esta bici terminaría siendo parte fundamental de mi tesis de doctorado en Ciencias Ambientales.

Por Camila Bañales Seguel, Ingeniera Agrónoma y ciclista

La investigación nació como una necesidad de proteger el Río Queuco en Alto Biobío. La importancia de conocer el río para cuidar su integridad, ha sido impulsada por integrantes de la Red por la Defensa del Río Queuco y el equipo femenino de rafting Malen Leubü. El monitoreo participativo que realizamos fue posible, en gran parte, por la inquietud, el apoyo y el acompañamiento de un grupo de jóvenes ciclistas de estas agrupaciones.

El Río Queuco es uno de los pocos que fluye libre en toda la cuenca del Río Biobío. Se mantiene como un reservorio de poblaciones de peces endémicos en peligro de extinción, como la Carmelita de Concepción (Percilia irwini), el bagre (Trichomycterus areolatus) y el Tollo (Diplomystes nahuelbutaensis) los cuales pude estudiar gracias al Laboratorio de Peces UdeC. Además, el Queuco es relevante culturalmente ya que se ubica en territorio del pueblo originario Mapuche Pewenche. Es un río que no cuenta con mediciones oficiales ni tiene instalada una estación de monitoreo hidrológico de la Dirección General de Aguas. Por esto, un objetivo clave de mi tesis era instalar un sensor hidrométrico y realizar mediciones directas de caudal. (Estudiar el caudal natural es muy importante para entender el funcionamiento saludable de un río).

Vista aérea del puente que atraviesa el Queuco justo como hito de entrada al territorio de Alto Biobío. (Crédito: Álvaro González)

El plan original era instalar el sensor en abril de 2020, pero con el inicio de la pandemia, la universidad cerró sus puertas y se suspendieron las salidas a terreno. El compromiso de las organizaciones locales me llevó a buscar alternativas para continuar con la investigación. Así encontré una aplicación para celulares (CrowdWater, desarrollada en la Universidad de Zurich, Suiza) que nos permitió realizar el monitoreo de forma participativa durante más de 2 años.

Para realizar las mediciones, los y las jóvenes tenía que recorrer ocho kilómetros desde la localidad de Ralco hasta el río. Y la mayoría lo hacía en bicicleta.

El camino desde Ralco al Río Queuco es realmente hermoso. La carretera pavimentada, aunque sin berma, es poco transitada. Al pedalear, se inflan los pulmones con aire fresco y la mirada se llena de montañas y bosques. A la ida, de bajada, puedes admirar el cerro Rangilwenu (“en el medio del cielo” en mapudungun) y en la subida, de regreso, te alienta el volcán Kallaki (“el que se enoja de nuevo”). Pocas personas saben que este tramo de camino atraviesa la comunidad de Callaqui. Pasan desapercibidas las casas, el cementerio y la escuela. Ocasionalmente se atraviesa un rebaño de cabritas.

Ruta de recorrido en bicicleta desde el pueblo Ralco hasta el Puente Queuco. (Crédito: Álvaro González)

En lo personal, la experiencia fue muy gratificante. Gracias a la divulgación de la investigación, muchas personas me escribieron para replicar la iniciativa y utilizar la bici como herramienta de ciencia ciudadana. Durante mi estadía en Alto Biobío, y motivadas por aprender más de bicicletas junto con Malen Leubü organizamos un taller de Mecánica de Bici para Mujeres. En Mulchén, por ejemplo, la iniciativa de monitoreo fue replicada en el Río Bureo gracias a miembros de la ONG Mulchén Consciente. En Concepción, la ONG Pedal Autónomo me invitó a colaborar con un taller de ciclo-mapeo de cursos de aguas en la Península de Hualpén y luego proyectaron el documental del Monitoreo Comunitario del Río Queuco durante el Festival de Ciclismo Urbano 2022.

Aprendimos a sacar y poner las ruedas, a identificar qué neumático y cámara necesita una bici, cómo desmontar y parchar ante pinchazos. Sobre todo, lo pasamos muy bien. (Crédito: Beatriz Aránguiz)

En entornos urbanos es fácil olvidar nuestra conexión con la naturaleza. Muchas veces vemos a los ríos y lagunas de una manera distante o cómo elementos que deben ser canalizados o controlados, en vez de dejarlos fluir libres, de acuerdo a sus dinámicas naturales. Mi deseo es que esta experiencia de ciencia participativa continúe inspirando monitoreos comunitarios y que la bici sea la protagonista a la hora de acercar a las personas a los cursos de aguas.

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*Para conocer más sobre la investigación en Alto Biobío, los invito a visitar el sitio: www.rioqueuco.cl

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Etiquetas: , , , , Last modified: enero 5, 2023
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