Un nuevo 8M, una nueva oportunidad de exponer nuestras demandas históricas, de encontrarnos en las calles en un espacio seguro para todas, pero también de nuevos anhelos para todas aquellas mujeres que se mueven, a pie, en transporte público y en bicicleta. Desde el extremo norte en Arica, hasta el sur austral de Coyhaique, les compartimos dos historias de dos activistas de ciclismo.
Por Daniela Suau Contreras
Este martes 08 de marzo, en una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el mensaje de la Marcha Nacional de la Coordinadora Feminista 8M es “Vamos por la vida que nos deben” y a lo largo y ancho de nuestro país, serán muchas las mujeres que se manifiesten por sus derechos, movilizándose en distintos modos.
En Revista Pedalea lo haremos sobre dos ruedas y es por eso que la convocatoria a mujeres y disidencias, es a conformar un bloque ciclista para participar de la marcha y promover el uso de este medio de transporte, así como también a manifestar y exigir el derecho de las mujeres, niñeces y disidencias al uso seguro del espacio público.
En este artículo les compartimos dos historias que nos inspiran, la de Karem Pereira de Chaski Cleta Arica y la de Florencia Benítez de Cicleayque. Dos mujeres activistas que se movilizan en bicicleta en territorios muy distintos, pero unidas por un medio que ha revolucionado sus vidas.
“Andar en bici siempre va a ser una experiencia liberadora”
Desde hace 15 años, cuando compró su primera bicicleta en Arica, pedalea Karem Pereira, integrante de Chaski Cleta Arica, una cooperativa autogestionada de bicirepartos que está conformada por mujeres, disidencias y migrantes.
En esta organización, todas participan de forma equitativa en el trabajo y en las acciones, pero cada una aporta con sus saberes y sus gustos propios. En el caso de Karem, nos cuenta que ella aporta con los dibujos, las gráficas y en la mecánica de bicis, que es algo que están aprendiendo entre todas.
Ella es activista desde 2020, “cuando comenzamos a colectivizar el uso de la bicicleta con las compañeras de Chaski Cleta en Arica. Primero, por un tema de necesidad de ganarnos un espacio seguro para trabajar en bicicleta y, segundo, para fomentar su uso como una herramienta justa, creativa y que nos saca de estas dinámicas capitalistas de andar en el auto, consumir gasolina y contaminar”.
Sin buscarlo, nos cuenta que se han conformado como un espacio político, por las distintas luchas de las que venía cada una: “En este espacio político siempre conversamos y reflexionamos a partir de temas como la autonomía, la autogestión, la economía popular y la participación en acciones más disruptivas, como cicletadas por les presos políticos y por la memoria, también organizamos talleres de mecánica básica para mujeres y disidencias”.
En Chaski Cleta Aricason tres integrantes, entre mujeres, disidencias y migrantes, y desde el espacio que crearon, se relacionan con más mujeres, por ejemplo, con las de los emprendimientos a quienes les reparten, donde la mayoría son mujeres, así como con los talleres que dirigen, que también están orientados a mujeres y disidencias.
Sobre su experiencia como ciclista al pedalear, Karem cuenta que como mujer lesbiana que pedalea: “La calle siempre va a ser un espacio cotidiano de disputa, pedalear en la calle si bien puede ser una sensación relajante y a la vez aventurera, también es de desacato. Esto es algo que reflexionamos en Chaski Cleta, porque continuamente experimentamos violencia en las calles por parte de los machitos y de los automovilistas hombres y mujeres. Hemos aprendido que ser mujer disidencia puede llegar a ser súper deconstructivo, porque el cuerpo feminizado de la mujer siempre ha sido estereotipado: no tenemos que pedalear, no tenemos que sudar, tenemos que ser sumisas, y al pedalear rompemos esa norma, al ocupar el cuerpo, abrir las piernas, transpirar y usar otro tipo de ropa. Al final, ser mujer y disidencia libre en la calle, ha implicado un mayor cuidado entre nosotras, avisarnos al salir, al llegar, cómo vamos, entonces hemos vuelto este espacio en un lugar seguro para nosotras en la calle”.
Tras 15 años pedaleando, lo que la motiva a pedalear es volver a ser niña: “Me motiva estar siempre en constante movimiento y la autonomía de la cuerpa sobre la bicicleta, al final es tu energía la que mueve la cleta y ésta nos ayuda a mantenernos activas, tener un estado de salud bacán y eso se siente. Por otro lado, cuando salgo a la calle como Chaski Cleta, una va inmersa como en un personaje y es más motivante, porque vas saltándote los tacos y burlando los autos, nos pagan por pedalear y qué más bacán que eso”.
Al igual que para ella la bicicleta es una herramienta de autonomía en muchos sentidos, considera que puede serlo para otras, porque mientras más manejas la bici, más seguridad tomas en la calle y también en otras áreas de la vida. “Incluso, es una herramienta de autodefensa, si sentimos miedo porque alguien nos acosa, nos ayuda a movernos más rápido”, cuenta.
Como compañeras en Chaski Cleta, reflexionan que el 8M es un día muy importante y, en general, un mes para contribuir a visibilizar a las mujeres en un mundo en el que todo es más difícil para nosotras, así como para denunciar todas las violencias que nos aquejan, donde se puede extender toda la rabia, injusticia, pena y ganas de hacer algo. Sin embargo, opina que “no debería ser solamente nuestra oportunidad para ser combatives, porque los femicidios, los crímenes homofóbicos, xenofóbicos, lesbofóbicos, el racismo y el clasismo, ocurren todos los días. No descansan mientras marchamos, por lo tanto, es muy necesario crear espacios seguros donde podamos gritar y alzar la voz, así como también crear espacios cotidianos para la lucha diaria”.
“Pedalear es mi momento de desconexión y conexión personal”
Una persona común y corriente que se mueve en bicicleta, más que una ciclista, es el primer mensaje que nos transmite Florencia Benítez, quien vive en Coyhaique desde hace 4 años.
Sus primeros años en bicicleta fueron en su colegio en Curicó, “de ahí, en la universidad anduve poco, hasta el último año, cuando redescubrí la bici. Me iba desde Escuela Militar a San Joaquín. Cuando me di cuenta que podía hacer esa ruta en bicicleta me cambió la vida, la hacía un par de veces a la semana y fue increíble.
Después estuve viviendo en Francia, donde la bici fue el medio de transporte por defecto, así que ahí en bici para todos lados. Cuando regresé me seguí moviendo en bicicleta en Santiago, agarrándole cada vez más confianza a la convivencia vial antes de que existieran más ciclovías”.
En la Región de Aysén, nos cuenta que desde hace tres años se mueve casi completamente en bici, siendo su medio principal, salvo cuando tiene que salir a terreno. “Este último año me he puesto más activista gracias a ser parte de Cicleayque, donde he sentido la necesidad de activar masas, personas y de decir que en verdad se puede, derribar mitos y que una como mujer puede hacer su vida normal en bicicleta, incluso con lluvia, usando la ropa apropiada”.
Cicleayque es una agrupación con la que comenzaron hace un año, de hecho, ya cuentan con personalidad jurídica. Promueven la movilidad activa, a pie o en bicicleta, con la finalidad de tener una ciudad más sustentable y más feliz. Florencia Benítez es la secretaria de esta agrupación que cuenta con más de 30 miembros y, sin duda, una de las integrantes más conocida. “En el último tiempo he estado más activa en redes sociales tratando de promover en bici a la pega, al colegio y para todos lados. Se puede”.
Una de sus principales motivaciones para pedalear todos los días es que sino lo hiciera tendría que estar usando el auto, ya que donde vive no tiene transporte público. “No usar el auto es un aporte que le hago al medio ambiente, a disminuir esa huella que una genera a diario y que de a poco puede ir aportando en disminuirla. Esos 350 gramos de Co2 que genera cada kilómetro que uno recorre en auto”. Pero el paisaje también es algo que la llena todos los días: “En Coyhaique es tan lindo pedalear cada ruta, incluso en la ciudad, ver los cerros y los paisajes es muy motivante. Cada día digo ‘estamos en un lugar privilegiado’ y disfruto ese trayecto de casi 10 kilómetros, entre ir a dejar a mi hijo Samuel a la escuela y venir a trabajar. Disfruto vivir la ciudad, ver cada detalle, cosas nuevas que pasan, voy sin música entonces siempre voy pensando y se me ocurren ideas, cosas que tengo que hacer o que me gustaría hacer. Esa media hora o esos 45 minutos, son un momento de meditación continua, un momento muy de una, mi único momento que tengo en el día para pensar y reflexionar. Es mi momento de desconexión y conexión personal”.
Pensando en la bicicleta como una herramienta para otras mujeres, Florencia también expresa la sensación de libertad, de independencia y ese espacio que muchas mujeres necesitan y no tienen. “Cambia tanto la vida moviéndose en bici, desde lo que te ahorras en plata, si tienes que moverte en transporte público, y en tiempo, porque eres dueña de tu tiempo. Acá en Coyhaique el transporte público es malo y andar en auto es terrible, porque es una ciudad chica que ya está llena de autos y no hay dónde estacionarse. La bicicleta es la tremenda opción para moverse y al final ganas tiempo, uno en el que puedes estar haciendo otras cosas, además de todos los beneficios mentales y físicos que te otorga. También la conexión con la ciudad, porque una está mucho más atenta a ver la desigualdad territorial y cómo la hegemonía del automóvil privado ha hecho que en estas ciudades las personas estén más desconectadas, de no hacer ese intercambio visual con las personas y de saludarse, un carácter más humano de las ciudades que se ha perdido”.
Su mensaje para este 8M, es uno de reconocimiento a todas las mujeres activistas y feministas que han puesto sobre la mesa la necesidad del trato igualitario entre hombres y mujeres.
Súmate al #8MPedalea, acá te compartimos las coordenadas:
Martes 08 de marzo 2022.
Hora: 17:00 horas.
Lugar: Plaza de la Aviación (intersección Av. Providencia con Eliodoro Yáñez, Providencia).