Por Daniela Suau Contreras
Periodista, activista movilidad sustentable y feminista.
La crisis global desatada por la epidemia del coronavirus ha tenido un enorme impacto en distintos ámbitos, sin embargo, quienes vivimos en Chile sabemos que en nuestro caso el golpe fue doble. No habíamos alcanzado a dilucidar las consecuencias del estallido social, cuando el Covid-19 llegó al país.
Actividades de toda índole se vieron afectadas desde octubre, desde las labores cotidianas como hacer las compras, asistir a establecimientos educacionales o a trabajar, hasta desplazarse en la ciudad. Un escenario complejo donde para muchos la manera de sortearlo fue la bicicleta, bastaba detenerse a observar un poco en las calles y comprobar que el aumento era irrefutable.
Rápidamente surgieron los estudios y las mediciones que confirmaban que en muchos lugares de Santiago la cantidad de ciclistas se había duplicado y más bicicletas en las calles suele ser sinónimo de mayor trabajo para los talleres mecánicos; hasta que la pandemia también golpeó sus puertas, en marzo pasado.
Esta semana quisimos saber cómo siguen en pie los talleres y tiendas ciclistas, cómo se han visto afectados, cómo están atendiendo a sus clientes, qué protocolos han puesto en práctica y qué decisiones han debido tomar durante esta crisis.
Desde el Taller Central Bike en Maipú, Ricardo González nos cuenta que hasta febrero ellos venían muy bien, atendiendo entre 20 y 30 personas al día: “Ahora, con suerte llegas a las 15 en un buen día y en uno malo 4 o 5, la mayoría compra cámaras y alguno que otro accesorio, pero poco de mecánica que es lo que más nos deja”.
Rodrigo Vega de Nación Pedal, taller y tienda ubicada en Providencia, nos dice que en su caso la actividad cayó al 10%, si es que no es menos: “El problema principal no es sólo que estuvimos cerrados, sino que como persiste la cuarentena –lo que me parece bien, por cierto-, anda muy poca gente. Como nosotros estamos justo a la entrada del metro Manuel Montt, estimamos que pasan 50 personas por minuto en tiempos normales y ahora apenas deben pasar cuatro, entonces la cantidad de clientes potenciales baja mucho”.
De Envy Bike, también en Providencia, Guillermo Rodríguez nos confirma que en el caso del estallido social, si bien tuvieron que tomar resguardos en los horarios debido a los disturbios, para ellos fue ventajoso porque un importante número de personas comenzó a sacar sus antiguas bicicletas, mientras que con la cuarentena las ventas están seriamente afectadas, pero lo más difícil ha sido mantener una pyme estando cerrada: “Los costos operacionales se hacen complejos de cubrir y respecto a la demanda es lógico que baje, ya que todos intentamos quedarnos en casa lo que más podemos. Sin embargo, creemos que la bicicleta cada vez toma más protagonismo al ser un medio de transporte eficiente, sustentable y hoy por hoy, uno de los más seguros”.
Isaías Guzmán del Taller y tienda de ciclismo La Bicindad, en pleno centro, afirma que esta pandemia la han visto como una oportunidad de crecimiento y se han reorientado a mejorar su negocio: “Hemos fortalecido la venta online, ofreciendo pago vía webpay y despacho gratis dentro de nuestra comuna que es Santiago. La cantidad de clientes ha mermado mucho, pues nuestro taller está cerrado, pero ofrecemos la venta de repuestos y también tenemos un mecánico que va a domicilio a reparar problemas. Entonces, ya no atendemos en el taller, pero si vía redes sociales”.
Sobre los protocolos de resguardo que están tomando con sus trabajadores y clientes, en Nación Pedal señalan que no están dejando entrar a la gente a la tienda y cuando llega alguien mantienen una distancia de 2 mt, atienden con mascarilla y en caso de que deban recibir una bicicleta, “lo hacemos con guantes de látex y una vez que ingresa al taller la rociamos con una solución de alcohol isopropílico y agua al 80%, de manera que quede desinfectada; una vez que se seca, recién procedemos a trabajar en ella”, asegura Rodrigo Vega. En el caso de los pagos con tarjeta también desinfectan el dispositivo electrónico cada vez que se hace una transacción, mientras que con los trabajadores del taller están atendiendo en una suerte de turnos éticos, una persona por cada jornada y en un horario más restringido.
En Envy han desarrollado un protocolo de atención, “todos utilizamos permanentemente mascarilla y guantes, el acceso a la tienda está restringido, las bicicletas son desinfectadas con amonio cuaternario en una zona habilitada para esta tarea antes de entrar al taller”, cuenta Guillermo Rodríguez.
Ricardo González de Taller Central Bike dice que ellos se preocupan de mantener la distancia y que solo entren dos personas: “Empezamos a usar mascarilla, tenemos alcohol gel para las manos y desinfectamos las bicicletas, tratamos de hacer lo máximo por la seguridad de nuestros clientes y la nuestra”.
Dentro de las medidas que han debido tomar ante la contingencia, en Nación Pedal aseguran que están tratando de sobrevivir de la mejor manera, viendo qué pasa con los créditos que anunció el Gobierno, “a ver si nos acogemos a alguno de ellos y aguantar lo más posible. Está duro el asunto, está difícil, pero esperamos que todo mejore, entendiendo que hay que adaptarse”, señala Rodrigo Vega.
Así como durante octubre repararon bicicletas de forma gratuita, para que sus vecinos y clientes pudieran transportarse a falta de transporte público, en Envy han mantenido los precios de sus servicios y productos, intentando aportar con un granito de arena. Han decidido mantener sus dos tiendas abiertas, los puestos de trabajo de las 5 personas del equipo y “también hemos dispuesto una batería de ofertas en los productos más requeridos por el público, para así ayudar a que la contingencia no sea tan dura económicamente. Nos ponemos al servicio de la comunidad en el entendido de que la bici toma un rol fundamental como medio de transporte seguro en la pandemia”, asegura Guillermo Rodríguez.
En el caso de Central Bike, hace casi un mes se vieron obligados a entregar el local que arrendaban: “No podemos con todos los costos, que incluyen sueldos, arriendo y gastos fijos, así que decidimos instalar el taller en mi casa para no tener que cerrar”, cuenta Ricardo González.
Reducirse al mínimo pero seguir dando la pelea, creciendo y aprendiendo de su oficio, ha sido el giro que ha dado La Bicindad: “Hemos experimentado que nuestros clientes y clientas son muy apañadores y nos dan pega, incluso, en plena pandemia. Cabe resaltar que los ciclistas no dejamos de serlo por una pandemia, ya que como hemos dicho mil veces la bicicleta es un medio de transporte amigable, hoy más que nunca. Queremos que Santiago sea la ciudad de las bicicletas”, afirma esperanzado Isaías Guzmán.
Resistir, reinventarse y ofrecer nuevos canales de atención para no perder sus negocios ni a sus clientes, esa es la nueva forma de luchar de los talleres y tiendas de bicicletas. ¡Apoyémoslos!