Por Daniela Suau
Luego de su paso como asesor de cambio climático en el Banco Mundial, el exministro y subsecretario de la cartera de Medio Ambiente se encuentra de regreso en Chile desde febrero de este año, por lo que en Pedalea lo invitamos al podcast que hacemos mensualmente y le preguntamos por su mirada acerca de la crisis actual y, por supuesto, el rol de la bicicleta y los desafíos en materia de movilidad para Chile. A continuación una síntesis de los temas más relevantes.
Comencemos con el tema del momento: Coronavirus, ¿le ha dado un respiro al mundo, pensando en el escenario de cambio climático?
-Definitivamente, la baja de actividades ha significado reducción de emisiones: aviación en torno al 90%, la reducción de viajes en las ciudades que han estado más impactadas va en torno al 50%, en ciudades chilenas decreció el consumo de bencina en torno al 90% y eso significa menos contaminación, muchas veces atmosférica y, por tanto, se va a notar en el balance anual de emisiones.
Esto nos hace pensar en cómo podemos ser más eficientes en llevar a cabo nuestras actividades, porque muchas cosas las seguimos haciendo igual, pero muchas reuniones se evitaron, muchas cosas se pueden realizar en modo teletrabajo –no todos, por cierto, pero bastante más de lo que se pensaba-.
Sabemos que usas la bicicleta para la mayoría de tus desplazamientos en Santiago, ¿cómo fue tu aproximación personal con este medio de transporte?
-La bicicleta, para mí, siempre ha sido una forma de poder llevar a cabo mis actividades y ante un escenario de contaminación atmosférica, se suma en el sentido de que aportar cero emisiones es fundamental en una ciudad como Santiago, además de hacer ejercicio.
Para mí, claramente, la bicicleta es una obsesión y promover su uso tiene que ver con el corazón de una sociedad que es inclusiva y que es sustentable, donde la gente se mira a los ojos, no está aislada y vive una ciudad en forma compartida, así que tiene que ver con los valores que uno quiere imponer donde uno vive.
¿Qué rol le ves a la bicicleta en el escenario actual de pandemia, pensando en la movilidad actual y posterior a la pandemia?
-Hoy día hay discusiones de por qué la gente anda en bicicleta post estallido, pero efectivamente la falta de predictibilidad que tenía el transporte público, más el hacinamiento, el calor y lo que se agravó durante el estallido social en cuanto al transporte público y su disponibilidad, la bicicleta surgió como una forma resiliente de transporte, eficiente y va a seguir subiendo.
La micromovilidad tiene mucho espacio. También hemos visto más scooters eléctricos compartidos y más bicicletas eléctricas, entonces, yo creo que la solución del transporte de bajas emisiones se va a ir dando conforme no sigamos expandiendo la oferta de transporte privado superficial.
Creo que la bicicleta va a seguir siendo una solución muy importante como la hemos visto en capitales europeas, donde su uso se da por múltiples razones, inclusive, la número uno es porque es más conveniente. Mientras nosotros seamos capaces de poder seguir ampliando la oferta de ciclovías y no sigamos haciendo la vida tan fácil al automóvil yo creo que esto va a seguir creciendo en forma muy importante.
Una de las cosas que se confirmaron a partir del estallido social y el colapso que hubo en Santiago, es que se ha cometido un error desde el punto de vista de concentrar todo el eje de movilidad de las personas en solo metro y micros, de hecho, el incremento que se duplicó fue el de la bicicleta.
-Estoy completamente de acuerdo en el sentido de que ha sido una solución y lo ha sido porque es conveniente, nadie tuvo que darle un incentivo, nadie tuvo que decirles que anden en bicicleta, la gente lo hizo porque era más rápido, más predecible y necesitaba eso en su vida. Debería poder utilizarse el transporte de bicicleta integrado a la BIP!, que uno pudiera llegar a la estación de Metro y tuviera una Línea Cero sería ideal, pero no lo fue y hoy tenemos una cosa medio engendro, se hizo infraestructura que al final ahora nadie quiere cuidar; pasó de ser cara a gratis, pero ahora es gratis sin seguridad.
La gente que ocupa el transporte público y llega en bicicleta está beneficiando al sistema y eso debería ser reconocido y, por lo tanto, no debería serle más difícil sino que más fácil llegar en bicicleta.
Pero a veces el enfoque está solo en las ciclovías, siendo que tenemos una ley de convivencia que no se está cumpliendo, con medidas como reducir velocidad, calmar el tráfico, incentivar las zonas 30, etc.
-Es verdad, mucho se puede avanzar en la velocidad y evidentemente no contribuye hoy día que tengamos Carabineros que no estén haciendo eso, en el sentido de que no estén fiscalizando nada mínimamente ambiental. La velocidad no se fiscaliza y no tiene sentido que no se haga a estas alturas, porque tenemos cámaras, tenemos fotorradares y oportunidades de tecnologías no utilizadas que podríamos perfectamente utilizar para poder hacer que las ciudades sean más seguras. En el fondo, el acuerdo era que nos bajábamos a la calle si es que la velocidad bajaba, pero en las pocas semanas que estuve pedaleando de vuelta en Santiago te das cuenta de que es hasta por ahí no más.
Precisamente es ahí donde se pierde la perspectiva de algunas políticas, no entendiendo que el principal factor de riesgo es la velocidad.
-Ahí hay un problema de cultura. Las velocidades reales que están ocurriendo en las ciudades congestionadas son bajas y, por tanto, tener una velocidad máxima de 30 km/h no es una locura y tener anchos de calle más pequeños de manera que inhiban aumentar la velocidad también es importante, entonces yo creo que hoy día al diseño urbano le queda mucho en avanzar para poder hacer ciudades más inclusivas.
¿Qué es lo primero que te gustaría hacer cuando termine la pandemia?
-Lo que más me gustaría es andar en bicicleta, eso está claro. Mi nuevo trayecto en mi nueva oficina en Providencia es espectacular, me ha encantado, es unos de mis lugares preferidos del mundo. También me gustaría volver a pedalear por el Mapocho Pedaleable