Por Ximena Vásquez y Daniel Lanfranco
Laboratorio de Cambio Social
La segregación de nuestras ciudades cada día se acrecienta más, se piensa la planificación urbana por lo general para los automovilistas y se deja de lado el peatón o se hace muy dificultoso incluir al ciclista. Es aquí donde los barrios se transforman en zonas riesgosas para el tránsito de las personas y se experimentan sensaciones de inseguridad más latentes.
En 2017, el Laboratorio de Cambio Social, en conjunto con la Universidad de la Frontera y la Universidad San Sebastián realizó un seminario[1] donde se destacó la importancia de las Redes Comunitarias y los impactos del Transporte. Planteando las rupturas que puede ocasionar una infraestructura pensada solo para el automóvil privado. Las grandes obras – autopistas, ferrocarriles, incluso corredores para buses– pueden dañar el tejido social de los barrios – a través del “efecto barrera”- y su conexión al resto de la ciudad. Es importante dimensionar este efecto, para evitar estos daños o por lo menos mitigarlos de una forma que cuide la equidad y la inclusión social.
Cuando segregamos la ciudad con obras viales, como las pasarelas, autopistas o calles de alto flujo de automóviles, por lo general, se crean zonas vulnerables para los peatones con áreas estrechas, poco iluminadas, amuralladas y donde baja el flujo de personas caminando, a veces haciéndose presente el acoso callejero debido a que se rompe el tejido social entre vecinos y transeúntes habituales. Respecto al último año, un 51% de las mujeres han experimentado algún tipo de acoso durante sus tránsitos cotidianos, según la encuesta del estudio Ella se Mueve Segura[2]. Los hombres tampoco están exentos de sufrir este tipo de abusos, de hecho un 49% de las personas que declararon haber experimentado algún tipo de acoso en el último año son hombres.
Es importante entender la seguridad no solo como el hecho de poder moverse en libertad sin experimentar algún tipo de agresión, sino con el hecho de no sentir alguna amenaza durante el uso del espacio público. La sensación de seguridad es una pieza clave para entender el uso dicho espacio, además de un indicador muy importante de la calidad de vida de las personas.
La segregación de los barrios y la ciudad en general hace que se experimente más la sensación de inseguridad. Esto afecta las decisiones de las mujeres en sus tránsitos cotidianos. Estar en alerta constante, moverse dentro del propio barrio, evitar ciertos sectores considerados inseguros, cambiar las rutas, pensar en los tiempos de duración, viajar acompañadas, eran algunas de las estrategias que las mujeres utilizaban para prevenir alguna agresión. Esto se registró en el estudio Ella Se Mueve Segura.
¿Cómo se puede contribuir al cambio de estas conductas de acoso?, además de la educación de las personas, hacer visibles estos actos, se puede facilitar la disminución del acoso si las ciudades y barrios son más amables en su infraestructura: facilitando el tránsito de los peatones y medios de transporte sustentables como la bicicleta en zonas seguras. Pensar los barrios sin barreras como las pasarelas y las autopistas que aíslan las comunidades y limitando así su acceso y por lo tanto su derecho a la ciudad y se hace realidad zonas con veredas más amplias, luminosas, con áreas verdes apropiadas y donde los automóviles transitan a velocidades reducidas, no sólo estaremos contribuyendo para que estos lugares sean más amables para el tránsito de las personas, sino también se disminuye la sensación de inseguridad que rodea el acoso callejero, ya que la calles son más utilizadas por los vecinos y se contribuye al tejido social entre comunidades.
Pasarelas que cada día se hacen más largas, que aumentan considerablemente la caminata de las personas, con espacios poco iluminados, aislando los barrios y con bajo tránsito de peatones, aumentan la sensación de inseguridad y fomenta el efecto barrera de las comunidades. Foto: gentileza Gonzalo Torres (Arquetipo)
[1] Seminario Internacional Redes Comunitarias y Trasporte: de la Ruptura a la Integración, un intercambio entre investigadores de América Latina (Chile, Colombia y Brasil e Inglaterra).
[2] El estudio internacional Ella se Mueve Segura – Mujeres Seguridad y Transporte Público, Dirigido por la investigadora internacional, Heather Allen, con apoyo de la fundación FIA y CAF. Su objetivo fue establecer los parámetros del acoso sexual relacionado con el transporte público en la ciudad de Santiago, Quito y Buenos Aires. En Chile, liderado por la doctora en planificación urbana, Lake Sagaris, ejecutado por el Laboratorio de Cambio Social, espacio de investigación acción participativa, creado por Ingeniería de Transporte (PUC) y Ciudad Viva. El estudio fue apoyado por el Centro de Excelencia en Transporte Rápido en buses (BRT+),