Por Victoria De La Barra. Núcleo Milenio Movilidades y Territorios www.movyt.cl
Pensar en los espacios públicos en base a las experiencias cotidianas de las personas es fundamental, particularmente considerando que las formas de habitar son cada vez más móviles, como ocurre en las ciudades chilenas donde cada día llevamos a cabo múltiples trayectos que se intersectan entre sí. Entre estos trayectos o recorridos continuos e indivisibles que realizamos a diario, se encuentran aquellos que usamos para ir a nuestros lugares de trabajo o estudio, los que ocupamos para ir de compras, visitar a la familia, reunirnos con amigos o los que utilizamos para hacer trámites, pasear a las mascotas, entre muchos otros.
En el habitar en movimiento el espacio público es esencial, pues es el lugar de la ciudad en donde se experimentan los trayectos cotidianos de los que hablábamos. De allí que sea clave abordar el diseño o planificación urbana desde la movilidad, considerando que las transformaciones del espacio público son permanentes pues allí se desarrollan todas las prácticas sociales y culturales cotidianas de las personas, incluyendo las “de permanencia” o las recreativas como practicar skateboarding en el parque o jugar ajedrez en una plaza.
Lo anterior supone relevar todos los espacios que conforman los trayectos cotidianos, en otras palabras, comprender el significado que tienen para las personas los lugares cotidianos que surgen en los medios de transporte en los que se genera el movimiento, así como de los sitios que son habitados para llegar a un destino -vías rápidas, empalmes de rutas, cruces, paraderos, pasarelas, aeropuertos o los medios de transporte mismos-. No obstante, diseñar el espacio público desde la movilidad, no solo implica reconocer dichos espacios, sino que supone sobretodo comprender la forma en que las personas se relacionan con ellos y, a la vez, como éstas los unen en la medida que los habitan. Estrategias como destinar recursos para otorgar mayor confort en los medios de transporte o construir infraestructura que promocione mejores condiciones para el uso de la bicicleta o la caminata contribuyen a mejorar ciertas condiciones para el habitar móvil. Sin embargo, actualmente tenemos el gran desafío de dar un giro a dichas estrategias y repensarlas en función de cómo todos los espacios y sus elementos son relacionados entre sí por las personas. Esto quiere decir que debemos diseñarlas en atención a los trayectos cotidianos y los espacios que los conforman. Por ejemplo, miremos el recorrido que realiza una persona que se mueve en transporte público en Santiago: sale de su casa, camina por ciertos lugares de la calle en dirección al paradero, espera hasta que llegue el autobús, lo aborda, se baja en una estación intermodal, camina, sube a otro autobús o a un Metro, al salir de la estación puede que tome un taxi-colectivo que la lleve cerca de su destino y, luego, camine otro tramo final. Abordar este entramado de movimientos es fundamental para identificar las rutas prioritarias para las personas, los obstáculos que éstas enfrentan, sus estrategias cotidianas para sortearlas y, a partir de ello, mejorar el espacio público real y adecuadamente.