Por Catalina Le-Bert
Se autodefinen como una familia armada desde la decisión y la libertad. Una familia que se quiere, se protege y que por sobre todo, conoce las dificultades pero también las cosas lindas que se viven trabajando en la calle.
Pantera Courier no es una empresa. Tampoco, un emprendimiento. Franco Contreras, Javier Pino, Susana León y Luis Silva afirman categóricamente que lo suyo es una cooperativa de bicimensajería y educación, compuesta en total, por un equipo de ocho personas. La historia de este grupo se remonta a un encuentro entre Susana, Franco y Luis el año 2016, justamente mientras trabajaban como bicimensajeros. En aquella época, el deseo de tener un proyecto propio los fue uniendo y hoy, tras planificar y organizar sus objetivos, Pantera Courier funciona bajo una administración autónoma.
“Surge desde la idea de pensar en una forma orgánica de hacer un servicio de reparto. Pensando de qué otra forma era posible, porque nosotros trabajábamos en una empresa que como muchas, te quita un porcentaje. Entonces pensamos en cómo lo podíamos hacer para que fuera sustentable para nosotros, para que pudiésemos vivir de esto, sin que nos quitaran una parte, porque es una política con la que no estamos de acuerdo. Entonces empezamos a formar esto de a poco, desde la base de la autogestión”, comenta Susana.
“Fue básicamente por querer trabajar en lo mismo que estábamos haciendo, pero ganando de manera justa, sin que nadie te corte la cola como se dice”, agrega Franco.
“Yo soy el más nuevo, pero todos ya tenemos experiencia repartiendo. Y sigue la misma tónica empresarial de ese corte de cola funesto. Con Pantera Courier queremos hacernos cargo de todo y también que todas las ganancias lleguen a nosotros. Y más allá del dinero, más allá de lo económico, va con que nosotros mismos somos los que nos cuidamos, somos como un círculo de protección en todo sentido, porque la pega en la bicicleta es muy peligrosa”, afirma Javier.
Pantera Courier estrenó su logo hace pocos meses. Un diseño en blanco y negro, con el felino sobre una bicicleta, cargando una mochila y pedaleando velozmente. Una imagen que caracteriza fielmente a esta familia de bicimensajeros y bicimensajeras.
“Primero, pensamos en algo que fuese rápido y sigiloso. Empezamos a tirar ideas de distintos animales del continente. Y ahí surgió el lince, la güiña y otros más. Cuando apareció la pantera, fue como ¡Sí! Porque tiene carácter y courier es la definición antigua de correo. Nos pareció que era lo correcto. Además, con el nombre le rendimos tributo a las Panteras Negras – el partido que defendió los derechos de las comunidades afroamericanas a fines de los 60 en Estados Unidos – y reivindicamos derechos históricos, como el de la población afrodescendiente”, dice Susana.
Una cooperativa de bicimensajería.
Pantera Courier funciona como servicio de mensajería y educación. Porque además de ofrecer el servicio de llevar, de un lugar a otro, correspondencia, cartas y paquetes, entre otras cosas, esta cooperativa también realiza clases de mecánica y ciclismo.
“Básicamente repartimos cualquier cosa en todo Santiago, desde paquetes pequeños hasta cargas grandes de 100 kilos, utilizando distintos medios de transportes que serían la bicicleta, la bicicleta de carga o el carro de arrastre. Operamos en toda la ciudad y según el área de cobertura, tenemos distintos servicios. Es decir, hay un área donde siempre aseguramos el cien por ciento de cobertura para todos los servicios express y otra área, que está más alejada del centro urbano donde tenemos que evaluar la disponibilidad que tenemos de bicimensajeres para realizar el servicio. Nos contactan a través del correo, el celular o Instagram, señalándonos las direcciones de origen y entrega, más las características específicas de lo que vamos a enviar. De esa manera nosotros coordinamos”, explica Susana.
¿Y cómo funciona internamente la cooperativa?
Nos dividimos todas las funciones. O sea, cada uno de nosotros realiza la función de bicimensajería y además, nos dividimos la operación logística. Es decir, coordinar los pedidos, ir a distintas reuniones con empresas o emprendimientos que quieran utilizar nuestro servicio o elaborar asesorías logísticas que también brindamos a otras empresas. Nos vamos dividiendo los cargos y las funciones para que sea justo para todo el equipo.
¿Cómo ha evolucionado el trabajo de bicimensajería?
Primero que todo, la bicimensajería se ha ido constituyendo de a poco. Al comienzo, muchas personas no tenían idea que se podía repartir en bicicleta, ni hasta donde se podía llegar o qué se podía llevar. Esa idea se ha ido arraigando cada vez más. El hecho de que en bicicleta sí se puede. Eso es lo primero. Y ha ido incrementándose cada vez más la oferta, tanto de propuestas similares a lo que nosotros ofrecemos como también de servicios completamente distintos, pero que se pueden realizar en bicicleta. Eso es muy bueno. Pero hay bastantes desafíos todavía. Por ejemplo, algo que me resulta más cercano es que tenemos menos bicimensajeras en la ciudad. O sea, es un oficio en el que aún existe una brecha de género ¿Y por qué? Porque hay menos mujeres andando en bicicleta en la ciudad. Ahora, esto también ha implicado un reto, porque la lógica de la cooperativa es desafiante para quienes conocemos solo el trabajo de jefe, empleado o empleada. Entonces para nosotros ha sido un aprendizaje. El cómo ir conformando esta cooperativa, cómo hacer para que nuestras lógicas sean horizontales, para poder autogestionarios con respeto, trayendo siempre los saberes de los distintos integrantes del equipo a nuestros procesos, declara Susana.
“Creo que el acercamiento de la sociedad a la bicicleta también se da con cuidado del medio ambiente. Hoy día nosotros tenemos principalmente clientes o socios y socias que también tienen que ver con el mundo de la bicicleta. Entonces se ha dado como un volumen de pedidos principalmente arraigado al mundo de la bicicleta. Aun así, nuestro objetivo es abarcar otros mundos”, agrega Javier.
¿Recuerdan algún envío en particular?
“Me acuerdo de haberle llevado la leche materna a un bebé. Una mamá que se había sacado la leche me pidió que la llevara a la casa. Me gusta porque se refiere a la confianza que hay y a lo fundamental que puede terminar siendo un servicio en el cual estamos destinados a satisfacer las necesidades de las personas”, señala Susana.
“Yo una vez le llevé una carta de cumpleaños a la Presidenta”, agrega Luis.
¿Cómo manejan el tema de la seguridad en una ciudad como Santiago?
Hay que tener un cuerpo variado de conocimientos. Por un lado, tiene que ver con los conocimientos respecto de tu propio vehículo, y por otro, con realizar un servicio, que es distinto, porque hay habilidades blandas que están vinculadas con eso. Nosotros tenemos ciertas ideas afines que hacen que seamos el grupo que somos. Pero claro, para realizar un servicio de bicimensajería hay que saber moverse en la ciudad. Nosotros estamos capacitados. La mayoría hizo un taller de primeros auxilios y también la mayoría tiene una dieta vegana o vegetariana. Lo que implica también saber de nutrición, saber de hidratación. Básico es sabernos la ley. Es el marco regulatorio que nos rige y queramos hacerle caso o no, tenemos que saber incluso cuando faltamos y por qué cometemos esa falta. Es un variado cuerpo de conocimiento que vamos nutriendo y que vamos generando también entre nosotros, aclara Susana.
@panteracourier