Triciclo restaurado es el motor y vitrina de plantas medicinales y ornamentales.
Por Myriam Salazar
Gerardo Pedraza y Camila Salazar son pareja y desde hace poco más de un año crearon juntos Vive Vivero, un triciclo de venta de plantas con mucha onda ya que además de promover la sustentabilidad, se han preocupado de cultivar un estilo propio mediante de la recuperación de objetos en desuso que convierten en atractivas macetas.
Gerardo llegó desde Temuco donde se dedicaba a vender plantas con su familia. “Mi mamá nos pegó desde chico el bichito de las plantas, ella siempre anda guardando semillas, recicla envases de yogurt y todo lo que sea envase lo tiene con plantas. Llegué a Santiago con la idea de poder generar algo que me ayudara para poder tirar para arriba mi propio vivero”.
Necesitaba generar un capital para implementar su idea de negocio. “Empecé comprando guayaberas en la feria y las vendía, me fue súper bien con eso pero mi meta eran las plantas. Compré algunas y otras las cambié por ropa, llené un cajón de tomates con plantitas y las salí a vender”.
Estaba en eso cuando conoció a Camila, “ella estaba con sus libros y empanaditas, vendiendo al lado mío con su pañito frente al Biógrafo. Nos enamoramos sin saber ni el nombre, sin saludarnos, nada. Fueron un par de miradas y nos dejamos de ver. Cuando estaba con la venta de plantas con el cajón de tomates me llevaron detenido, me quitaron las plantas y todo lo que tenía. El mismo día que me pasó eso me propuse algo, tenía 30 lucas en el bolsillo y me fui a la población José María Caro y compré un triciclo en $20.000. Estaba oxidado, sin ruedas, mal y en un día y medio más o menos lo saqué de la casa a la calle para vender. Lo hice pensando en que era un vehículo mucho más ágil y eficaz y que me iba a dar la ayuda que necesitaba. Y así fue”.
“Partí todo a fines del 2016 vendiendo plantas en el triciclo en el Barrio Lastarria, Brasil, Parque O´Higgins, San Diego, en todos lados. Con las puras ganas y convencido. Todos los días iba desde Cerrillos -donde vivía- hasta Lastarria en el triciclo, lo cargaba de plantas con la meta de volver sin ninguna, así me convencí”.
Con el triciclo tampoco fue tan fácil ya que al principio no contaba con los permisos necesarios de venta y tenía el constante miedo de que se lo quitaran. Con la incertidumbre de trabajar en la calle dio un giro y se constituyó como empresa, la que armaron juntos con Camila.
Luego de pasar el verano en El Tabo, de vuelta en Santiago continuaron con su proyecto en una casa en Peñalolén, donde cultivan hasta el día de hoy las plantas que venden en Vive Vivero.
Camila está terminando sus estudios en antropología, “siempre he tenido que trabajar para poder solventar los gastos de la universidad, vendiendo libros, ilustraciones y empanadas que hacía con mi mamá. Me interesa lo natural, las plantas medicinales siempre me ha llamado mucho la atención. He sentido una conexión muy fuerte con la tierra, con los mapuches y nuestros orígenes fundamentalmente, con la sabiduría que de la tierra se puede ir traspasando y generar conocimiento desde las plantas. Cuando vi que Gerardo trabajaba con plantas me maravillé mucho. Además cuando yo era niña mi papá vendía cloro en un triciclo, entonces desde chica el triciclo estuvo presente como algo de mucho esfuerzo y trabajo, entonces claro cuando vi a Gerardo con las plantas y el triciclo fue como ¡guau!”.
Gerardo usa Instagram como principal plataforma de difusión para Vive Vivero. De esta manera conoció otras iniciativas sobre ruedas, y también las plazas de bolsillo. “Dije: voy a ver si pasa algo con las plazas de bolsillo. Logré llegar con la persona a cargo de la plaza ubicada en calle Morandé, yo quería trabajar ahí. Esta persona me ofreció trabajar en Providencia, pero Morandé era mi foco. Contacté al administrador le envié mi proyecto, fotos del triciclo de cuando vendíamos en Lastarria y me dio la oportunidad de probar durante una semana y aquí estoy”.
Uno de los productos destacados es la “Widüm” o vasija de greda, la que diseñaron junto a Nibaldo Santander de Pomaire Gredas. Esta vasija tiene la particularidad de pueden convivir más de 11 especies de hierbas, flores y suculentas en el mismo contenedor.
Este pequeño punto verde ubicado en Morandé 83, comparte espacio con Food Trucks, lo que permite al visitante tomarse un descanso y disfrutar por ejemplo de un café en un lugar privilegiado, donde Vive Vivero además de ofrecer al público una amplia variedad de plantas ornamentales y medicinales, están a cargo del paisajismo de esta Plaza de Bolsillo.
Por su parte Camila compró un triciclo propio y creó “Amaranta” donde además de la venta plantas, promueve la medicina natural a través de especies medicinales curativas, integrando aceites naturales y aromaterapia, productos orgánicos y gourmet, el que está instalado en Abate Molina 91 en Estación Central.
TRIINA: Triciclos Itinerantes Nativos
Los buenos resultados de Vive Vivero en Plaza de Bolsillo provocaron que Gerardo y Camila quisie
ran crecer, invitando a otros proyectos sobre triciclos a participar creando una cooperativa sobre ruedas.
“Esto comenzó junto a una pareja de amigos que hacen bombas de semillas, ellos son Ikaika. Los cuatro somos muy cercanos a la tierra y amamos las plantas, con ellos nació la idea de crear una organización. Vimos que ya existían proyectos muy buenos como Taco Perdido y Tricicletto crepes; el triciclo nos unía a todos”.
De esta manera nace TRIINA, una asociación cultural de triciclos, la que coordina a diversos emprendedores y genera instancias donde visibilizar estos proyectos. La asociación está abierta a recibir nuevos integrantes, el único requisito para participar es contar con un triciclo.
Vive Vivero también realiza talleres los que están enfocados a todo público, donde los asistentes pueden fabricar con sus propias manos y con materiales reciclados una Küyen o corona de suculentas.