“ Hemos logrado hacer visible, lo invisible y mostrar hasta qué punto lo personal es político”
Liliana Hendel
Por Mariana Salvador, Alcaldesa de la Bicicleta de Santa Fe y Jimena Pérez Marchetta, Alcaldesa de la Bicicleta de Salta, Argentina
La verdad oculta es que las mujeres somos ciudadanas de segunda, o bien, para decirlo de otro modo, que en democracias heteronormativas patriarcales capitalistas, como las de nuestra región, disponemos de una ciudadanía de baja calidad.
“Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad, discriminación y sometimiento marcada por la identidad de género de la persona en el marco de un sistema de relaciones de dominación que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico. Las violencias contra las identidades disidentes y las mujeres constituyen un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad y a la dignidad y por lo tanto, un obstáculo para el desarrollo de una sociedad democrática”.
El activismo de la bici o biciactivimo -como muchos otros activismos que nuclean colectivos de personas- tiene en su seno una causa solidaria, humanitaria que engloba necesidades planetarias frente a los destrozos que ocasiona el sistema capitalista; como la inclusión, la calidad de vida, el ambiente, la equidad y que- sin embargo- en su práctica interna no escapa a las violencias que atravesamos las mujeres y disidencias y que, como estas responden a múltiples factores, se manifiestan también de múltiples maneras.
Se han denunciado situaciones de acoso y abuso en eventos vinculados con la bicicleta donde varones activistas han ejercido violencia física y/o psicológica sobre mujeres activistas también.
El llamado panel de varones (#allmalepanel) es otra forma de violencia que invisibiliza y limita el trabajo que realizamos les biciactivistas. Esta práctica se relaciona con el denominado ‘techo de cristal’ que refiere al límite jerárquico en función del género en el ámbito empresarial. Concepto hoy extensible a otras actividades y profesiones. Este techo de cristal se complementa con el llamado ‘piso de barro’ que hace alusión a las tareas de cuidado a las que las mujeres hemos sido relegadas durante años y que es y ha sido un obstáculo para el desarrollo de la individualidad profesional, económica, y activista porque por un lado, muchas mujeres tenemos escasísimo tiempo para dedicar al activismo y por el otro, desde el activismo y lugares de poder se reivindican generalmente sólo las acciones de varones y se constituyen paneles conformado por varones.
Hay una cuestión genealógica aquí: La ciclabilidad como objeto de estudio ha sido abordada en sus inicios fundamentalmente desde el urbanismo y la arquitectura, disciplinas en las que el papel de las mujeres ha sido históricamente silenciado. Zaida Muxi, en su libro “Mujeres, Casas y Ciudades” visibiliza la presencia de mujeres en la arquitectura y el urbanismo y propone una contra-narrativa al discurso patriarcal que ha construido nuestras ciudades, y con ello nuestra cotidianeidad.
Por ejemplo; Jane Jacobs fue muy menospreciada por ser mujer y no tener estudios, o al menos no haber obtenido sus títulos universitarios. Sus estudios de college o diplomaturas, con el grado de generalidad que los caracterizaba, no eran suficiente para que se la considerara capaz de hablar de urbanismo, y sin embargo ha legado una obra “ Vida y Muerte en las grandes ciudades”, que sigue siendo vigente y necesaria pasando más de 50 años desde que fue escrita.
Y como si lo histórico no bastara a la hora de nombrar personas en cargos de jerarquía, podemos observar que en su mayoría o en su jerarquía se nombran varones. Te invitamos a analizar la composición de las secretarías de movilidad, infraestructura o desarrollo urbano de tu propia ciudad: ¿Cuántas mujeres hay? ¿Y cuántas en los cargos jerárquicos?
Micromachismo/s es un término acuñado por Luis Bonino, que coincidimos en lo que significa, aunque la palabra micro daría la impresión de insignificancia pero genera un daño enorme en nuestras subjetividades.
Este término designa a las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino en lo cotidiano, que atentan en diversos grados contra la autonomía femenina… .Son de uso reiterado aun en los varones, …que desde el discurso social no podrían ser llamados violentos, abusadores o especialmente controladores o machistas.
Uno muy común en el biciactivismo es el mansplaining, en el marco de tanta virtualidad donde abundan grupos de whatsapp y redes sociales, tenemos que estar atentas a estas prácticas tan comunes, donde varones “hablan por nosotras”, nos intentan explicar cosas, nos exponen y golpean psicológicamente muchas veces en dirección a una estima que hasta las más valientes sufrimos mientras observamos la pantalla desde la habitación de nuestros hogares rodeadas de violencias similares.
Otro ejemplo de micromachismos dentro de las organizaciones que integramos, es ver como se repite la misma carga mental -cantidad de esfuerzo mental deliberado que debe realizarse para conseguir un resultado que incluye procesar información, tomar decisiones y ejecutar tareas- que tenemos en nuestras casas, sobre todo cuando los proyectos son liderados por nosotras. Cuando los líderes son varones, nosotras somos capaces de acompañar, sostener y “secundar” para que ese liderazgo se destaque y sea exitoso, pero cuando es al revés pareciera que ellos no pueden cumplir ese rol, solo limitarse a “dejarnos hacer todo el trabajo”.
Por esto es sumamente necesario construir desde lo colectivo, nuclear grupos de mujeres donde podamos denunciar en conjunto estos hechos y reconocer estas prácticas, pero por sobre todo darnos apoyo cuando las violencias no son lo suficientemente evidentes como para que nuestros compañeros reaccionen.
Otra estrategia efectiva para organizaciones mixtas, consiste en habilitar espacios de capacitación en temáticas de género. Al igual que la Ley Micaela en Argentina, la propuesta es que todas las personas de una organización puedan estar sensibilizadas en estas temáticas y no solo quienes solemos ser las personas afectadas.
En el 2018 y durante un año, las organizaciones Muévete (Chile) y Argentina en Bici confeccionaron un protocolo para la equidad de género que incluye conceptos claves, procedimientos, recomendaciones y muchos recursos más que son de utilidad para cualquier grupo de personas que anhele que la organización de la cual son parte, además de perseguir el bien común, sean un poco más equitativas y diversas.
¿Es posible pensar en movimientos sociales que interpelen a los varones sobre cómo habitan los espacios que comparten con nosotres? El deseo que nos mueve, no corre nuestro eje pero si los límites de lo que toleramos, esperando algún día tirar el patriarcado para que por fin, dejemos de tener un biciactivismo de baja calidad que excluye a las disidencias y a las mujeres y se convierta al fin en lo mismo que esperamos del espacio público: que sea para todes, todas y todos.