Sra. Ministra
Christian murió hace dos semanas en la esquina de Santa Isabel con Carmen. Lo mató un chofer de la empresa SUBUS con un giro criminal. Un giro con el que empujó su máquina de más de tonelada y media encima de mi hermano que hacía avanzar su bici por la ciclovía.
Así.
Como quien da vuelta una taza para acomodarla en la mesa. Sin mirar. O mirando para otro lado.
Como quien dobla una pierna cuando se le cansa.
Así movió el asesino su vehículo en esa esquina. Como una acción banal. Como algo sin mucha importancia.
Ni la responsabilidad de los pasajeros a bordo. Ni el tamaño de sus espejos. Ni la posición privilegiada de altura y dominio que tiene sobre los demás vehículos y personas que circulan por la ciudad. Nada de eso le pareció al asesino suficiente para darse el trabajo de usar el retrovisor. Para hacer doble chequeo antes de doblar. Para reducir al mínimo su velocidad.
Y es que el asesino no tuvo conciencia de lo que él en realidad es en la ciudad: un elefante en cristalería. Un animal peligroso en cada movimiento. Un objeto des-escalado. Un mono con navaja.
No solo no tuvo esa conciencia. Sino todo lo contrario. La altura de su asiento le dio la superioridad para asumir que todos se harían a un lado. Él se mueve como Moisés. No espera que los otros pasen. No. Él es de los que va «abriendo» las aguas…y el peso de su máquina la usa para «ganar» a la hora de cruzar.
¿Y los pasajeros? Mercadería útil a la que echa mano para justificar supuestos privilegios a la hora de circular.
Señora Ministra.
Nos hemos parado en la misma esquina hace unos días a la misma hora. Estuvimos menos de una hora y fuimos testigos de dos nuevos «casi» «accidentes». Hace unos días falleció una mujer de 24 años en Providencia. También embestida por un bus.
Haga algo ahora o reciba en su conciencia el peso del próximo hueso de ciclista quebrado. Del próximo peatón aplastado. Del próximo hermano, como el nuestro, que sin aviso y de un golpe nos arrancaron.
Haga algo en la esquina de Santa Isabel con Carmen, pero, sobre todo, haga algo con la selva y en particular con los elefantes. Los conductores de buses deben elevar su estándar profesional. Deben empuñar el manubrio como bisturí no como machete. Urge una formación de esas personas a la altura de su responsabilidad. La invito a usar su poder en esa línea.
¡No más ciclistas muertxs!
¡Basta!