Por Myriam Salazar
Cuando te subes a la bicicleta y comienzas el pedaleo inmediatamente experimentas una grata sensación de libertad, la que al poco tiempo se vuelve adictiva y cada vez quieres ir más lejos, más rápido, más allá.
Para los pedaleros citadinos una forma de desafiarse a sí mismos es subir cerros, participar de carreras callejeras o recorrer largas distancias en ruta. En éstas prácticas es necesario contar además de una bicicleta en excelentes condiciones, una indumentaria eficiente que permita una experiencia placentera.
Es dentro de este mundo de amigos, bicicletas y rutas que nace Galgo, una joven marca que se ha hecho favorita entre los ciclistas más experimentados.
María Ignacia González diseñadora de vestuario independiente nos cuenta: “El proyecto empezó hace alrededor de 3 años. Mi amigo Alejandro Verdugo -Traffik -de a poco se ha ido interiorizando dentro de la marca, como diseñador gráfico aportando en la parte gráfica y textil”.
“Mi marca más que nada se enfoca en el vestuario ciclista. En un principio era un vestuario más cotidiano como poleras que tenían una intervención. Ahora estamos enfocados en la parte más técnica. Ha sido en este caso la tricota el producto estrella” comenta Nacha.
Los comienzos de Galgo
Como la mayoría María Ignacia tuvo un comienzo laboral más convencional y el desarrollo de su marca tuvo un proceso. “Tiene que ver con los ciclos, uno sale de la universidad y te pones a trabajar en empresas consolidadas, estuve trabajando en retail, también pasé por empresas más chicas de ropa interior, ropa juvenil hasta talleres de confección. También trabajé en Valdivia, pero al final siempre tratas de buscar algo propio, que tenga que ver con tus gustos y tiempos”.
¿Cómo te vinculaste a mundo de las bicicletas?
Por amistades más que nada, el círculo de amigos que tuve un tiempo, en esa época armábamos bicicletas, veíamos videos, éramos bien aclanados.
¿Cuáles fueron los primeros productos que hiciste?
Corta-vientos, los hice bien chaqueta, con un diseño que yo quise y lo regalé. Después hice poleras y unos bolsitos, eso fue lo que hice al principio. Después se generó el tema de la tricota, también hice guantes que para mí fue un lujo.
¿Cómo le diste forma a la marca, porque Galgo?
María Ignacia: Cuesta igual porque se tienen que distinguir del resto. Unos amigos me decían que tenía que ser una palabra en inglés pero me parecía que funcionaría para vender fuera de Chile. Pero si no empiezas desde tu país, desde tu localidad es raro pensar en vender fuera. Lo que hago es diseñar, moldear, Ale me ayuda con las gráficas y propuestas de diseño y todo lo demás se externaliza, los estampados, la confección, no tengo un taller.
Alejandro: estamos involucrados en todo el proceso, no es que hagamos todo en el computador y se lo pases a alguien. Cuando decimos externalizamos, pescamos las cuestiones, las llevamos donde la costurera, estamos mirando. Lo único que no hacemos es coser, igual entendemos, pero no tenemos las máquinas adecuadas. Hacemos todo el proceso, estamos involucrados en todo.
María Ignacia: por ejemplo ahora queremos hacer caps, Ale confecciona las muestras, hacemos los prototipos y ese trabajo lo llevamos al taller.
Fue un proceso lento en un principio María Ignacia compartía taller con Traffik y otros creadores como Corro & Pista. Ahí comenzó a hacer los moldes. “Habían varias cosas que me quedaban mal, no fue tan fácil, hay un tema con las tallas, la elasticidad de las telas, son varios factores que tuvimos que estudiar, fue un proceso bien entretenido”.
Alejandro por su parte tenía una tienda, Traffik. “Era el sueño que siempre había querido. Trabajé harto tiempo como diseñador y dibujante, estaba muy mecanizado haciendo las cosas. Me pegué el salto y puse una tienda que duró dos años. En ese tiempo la Nacha estaba en el proceso de montar un taller y la invité a compartir el espacio. A la tienda no le fue bien y tuvimos que cerrar, creo que el barrio me jugó en contra. Cuando todos emigramos obviamente tenía que seguir con algo, me había hecho conocido como restaurador de bicicletas, y buscando encontré un taller. Con la Nacha nunca perdimos el contacto, ahí nos empezamos a comprometer. Pensaba en como dos personas con un poco de cabeza no van a hacer algo para poder sobrevivir, entonces de a poco me fui metiendo y nos asociamos. Toda idea que se nos ocurre la conversamos y tomamos decisiones de común acuerdo. Estoy todo el día pensando en que tricota nueva hacer, diseño las combinaciones gráficas, promociono la marca, llevo los productos, en realidad las hago todas”.
La rapidez y aerodinámica del perro dio el nombre a este proyecto, María Ignacia comenta “Fue algo súper simple, no tuvo mayor inspiración. Un poco el parentesco con las bicicletas de ruta”.
El producto estrella es la tricota
Aparte del tema gráfico destacan en las tricotas sus tallas. “Manejamos dos tipos de tallas, al principio teníamos solo una y nos dimos cuenta de que en Chile no hay una normalización de tallas, se ocupan las extranjeras, porque no hay un estudio de la morfología chilena. Al comienzo hice un molde con mi talla, pero me di cuenta de que hay gente que le gusta que la tricota le quede bien ajustada y otra que la prefieren más holgada. Tenemos dos tallas, para una morfología más atlética y otra para personas que no hacen tanto deporte y así queden más conformes. Las tricotas están fabricada con tela dry fit, dentro del mercado local creo que hay buenos proveedores donde encontramos todo lo necesario para realizar un producto de buena calidad”.
Además de tricotas, cortavientos y caps en Galgo piensan en desarrollar la confección de ropa interior y profesionalizar la marca. Hace dos años María Ignacia es profesora de corte y confección en diferentes cárceles, trabajo que realiza de forma esporádica. “Ha sido una experiencia súper buena, he estado en varias cárceles Colina 1 y 2. La gente aprende muy rápido, me dan ganas de mandar a confeccionar con ellas ya que tienen las máquinas y las habilidades para hacerlo”.
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