Ciclistas convocados por Plamobi se reunieron a reflexionar y compartir sus experiencias sobre cómo viven la crianza sobre dos ruedas.
Por Michelle Raposo
Marzo, parten las clases y los padres y madres buscan la mejor manera de llevar a sus hijos al colegio. Varios, aunque no la mayoría optan por la bicicleta, ya que es una forma barata y saludable de transporte. También es una manera divertida para que los niños y niñas se diviertan al recorrer el camino hacia la escuela o jardín infantil. Esto les da a los papás y mamás la oportunidad de compartir un momento agradable con sus hijos en esos trayectos diarios.
Sin embargo, son más los padres, madres y cuidadores que tienen dudas y temores acerca de la seguridad de llevar a sus hijos e hijas al colegio en bicicleta y prefieren el transporte público, furgones escolares o el auto. Ya sea desde el punto de vista de la seguridad como de la logística.
Así, deben planificar el recorrido con anticipación para evitar los peligros del camino. Los padres y madres también deben enseñar a sus hijos cómo estar seguros al circular en bicicleta, como ser respetuoso con los demás vehículos, respetar las señales de tránsito y circular por donde es debido.
Estas rutinas se viven en Chile y en toda Latinoamérica. Por eso desde PLAMOBI, una plataforma de movilidad en bicicleta para el intercambio de conocimiento enfocado en América Latina, para aprender de distintas experiencias y contextos, y de esa forma innovar en el uso de las bici, dedicaron su último capítulo de Space en Twitter a conversar sobre el tema: “Legar la bicicleta: Experiencias de ma/paternar en bici”.
Cuidado: carga especial
Quizás a muchos de acá nos ha tocado ir en la bici cargados. Ya sea que tengamos que cargar compras improvisadas, que tengamos una mega parrilla o incluso una cargo, no es lo mismo llevar una carga estática, que llevar a pequeños seres humanos. Como cuentan los expositores, maternar y paternar en bici tiene muchas cosas bellas, pero también varios desafíos.
“Paternar en bici es sencillamente lo más especial que la vida le regala a uno, porque es la posibilidad de acercar a los enanos, a la experiencia de ciudad, de las nuevas formas de movilizarse, pero sobre todo, pienso que lo más chévere, es que puedo compartir con ellos. Ellos esperan el día sábado y los martes y jueves que son los días que salimos a pedalear porque ya saben que la bicicleta es sinónimo de ir al parque, de hacer algo divertido y reciben mucho la admiración de las personas cuando pasamos por diferentes lugares, ya sea vías principales o ciclovías”, cuenta desde Lima José Norberto, director de Edubici Perú, y padre de una niña de 3 años y un niño de 6 años.
Una anécdota que cuenta José es que cuando llega sin la bici a buscar a sus hijos (porque la deja en una estación aprovechando la intermodalidad), la menor le pregunta que dónde está y cuando ya la ven en la estación echan carrera para ver quién llega primero. “Y es una autonomía entre subirse y bajarse, que el hermano mayor le ayude a su hermanita a ponerse el cinturón de seguridad, el casco, enseñar el trabajo en equipo y muchas cosas que pasan en el viaje”.
En el caso de Carolina Fernández, consultora de movilidad sostenible en Colombia, cuenta que tiene dos niños ya grandes, pero que sigue llevándolos en bici al colegio. “Llevar a niños en la bici está completamente ligado a las actividades diarias. Porque el cuidado, que es lo que hacemos padres, madres y cuidadores, está metido intrínsecamente en la vida cotidiana. Cocinas, compras la comida, ves a los niños. En mi caso empecé a llevarlos en bici porque vivía muy lejos de donde tenía que ir a la universidad y los jardines y colegios. La bici me dio la libertad de no estar en un taco, porque cuando eres mamá el tiempo es bastante limitado. Creo que, en ciudades como Bogotá, las madres y padres, somos invisibilizados un poco dentro de la jungla de asfalto.”
Por su parte, la colombiana Eliana González, directora de Mamacitas en bici, comenta que además de lo lindo de la experiencia, también “mejora la comunicación con los hijos, porque le permite a uno conectar con ellos, con el entorno. Vamos hablando de lo que están viendo, de lo que sucede en la ciudad, sea bueno o malo”. Más allá de eso, se daba la ocasión para contar cosas que en otros espacios no haría.
Un recuerdo que atesora Eliana es la primera vez que le contó que le gustaba una niña. “Me lo contó cuando íbamos en la bici y fue súper tierno. Entonces yo creo que la bicicleta también es una herramienta de comunicación en la crianza, para decir tuve un mal día, para decir wow qué pasa en la calle que están todos gritando o están de mal humor, mientras que de cierta forma nosotros vamos de buen humor”.
Sin embargo, agrega, “creo que también no se puede romantizar al 100%. Porque en ciudades tan agresivas como Bogotá, en donde hay un auto-centrismo tan arraigado, donde la gente no quiere compartir la vía, que nos grita que somos irresponsables. Entonces todo el tiempo, terminamos como el enemigo, al que señalan, vayamos con niños o sin ellos”.
En los más de cinco años que lleva trabajando con distintas mujeres el tema económico es lo que más influye en elegir este medio, ya que hay dinero para comer o para transporte. Sin contar que andan con el tiempo justo para ir al colegio y luego el trabajo. “Entonces en ese sentido pues la bicicleta se vuelve una alternativa, se vuelve una solución y se vuelve un estilo de vida, que ya no se quiere abandonar”.
Para el chileno Sebastián Saldaña, la cosa es relativamente nueva, ya que su primera hija recién tiene cinco meses. El cofundador de Te cuido la bici, cuenta que ha estado estudiando la mejor forma de llevarla como pasajera. “Siento que lo tenía súper resuelto, de cómo me movía yo y cómo nos movíamos con mi esposa porque fuimos a todas las consultas con el ginecólogo en bicicleta. Pero ahora llevando a mi hija, sentí más que una responsabilidad, también un cierto miedo de cómo traspasar esa experiencia para que para ella fuera placentero”.
La facilidad de la bici
La practicidad de la bicicleta en este aspecto es algo que destacan varios expositores. “El nivel de estrés que se maneja en la bicicleta con los niños, con respecto del uso del transporte público, es para mí mucho más seguro y rápido, y la posibilidad de autonomía de poder movilizarse en bicicleta, para mí no hay otra opción más funcional que la bici”, comenta José.
“Al contrario, cuando cambio de modo se me complica realmente todo. Porque subes a un bus y tienes las mochilas, y los niños. Hay un tiempo que se toma para subirse, sentarse, bajarse. El estrés que genera el mismo recorrido con las diversas velocidades que manejan los conductores de los vehículos. En cambio, cuando todo eso lo paso a la bicicleta, me olvido de ese tipo de acciones”, agrega.
Carolina cuenta una experiencia con su hijo que los tuvo fuera de las pistas y que le ayudó a comparar distintas formas de moverse. Su hijo tuvo un accidente y estuvo como dos meses yéndose al colegio en transporte público. “Finalmente mi hijo estaba como necesito recuperarme para irme en bicicleta, porque en el bus me toca de pie y se demora un montón en llegar a mi casa. Y yo dije bueno, no estoy siendo la mala del paseo, está probando, está tomando su decisión. Creo que se trata de darle posibilidades y que ellos escojan lo mejor. Ojalá que sea la bici, sino pues es como con todo, hay que saber entender sus decisiones”.
¿Está bien influir en el activismo desde chicos?
Otro desafío, tanto de andar en bici, como de la crianza, es crear un pensamiento crítico en los más pequeños, pero que venga directamente de sus propias reflexiones. Aquí cabe preguntarse cuál es el límite entre lo que le enseñas y lo que ellos realmente quieren. Que puede ser que no vaya por el camino de las bicicletas o el activismo.
“Siempre he tenido en mente, y a propósito de cómo legar la bicicleta. La bici es parte de nuestro día a día. Entonces también he sentido esa responsabilidad que las primeras aproximaciones a la bicicleta para mi hija sean lo más placenteras posibles para que no le agarre un miedo, y desde chiquitita ojalá generar el interés en poder seguir andando ella luego en bici cuando sea más grande”, comenta Sebastián, que agrega que ha visto este tema desde varias partes, tratando de conjugar sus sentimientos de padre primerizo, el activismo que ha realizado todos estos años y la lógica familiar de transporte cotidiano.
Para José, a medida que su hijo mayor está más grande ha comenzado a tener más dilemas de comunicación con él, especialmente cuando le dice que es mejor irse en bus u otro medio que parece más rápido. “Le tengo que explicar que la bici no contamina, que no hay necesidad de ir tan rápido. Esa conversación de formación de criterio que va teniendo y que se le va apoyando en la formación de conceptos, me parece que ya es un logro de análisis, que haya empezado a comparar algunos modos de transporte”.
“En mi caso quizás me estoy adelantando porque mi hija es muy pequeña. Pero me preocupa inducir su pensamiento. Por un lado, entre comillas obligarla a que le guste, y por otro lado, el temor a que no le guste y prefiera andar en auto. Porque es algo que puede pasar. Entonces lo que he pensado que a lo mejor es lo más sencillo, es que vea el ejemplo, que yo, que su mamá, lo pasamos bien andando en bici. Que es una manera más tranquila de conectar con la ciudad, de parar si queremos, de pasar fuera de un parque y no complicarnos e ir al parque. Ahora otra cosa va a ser en la práctica, pero eso es un poco la aprensión que he tenido al respecto”, comenta el cofundador de Te Cuido la Bici.
El estigma de ser malos padres/madres
Una situación a la que se han enfrentado todos los que han llevado a sus retoños en la bici es ser apuntados con el dedo como malos padres o madres. En sociedades donde los vehículos parecen ser lo más seguro al momento de moverse, con sus sistemas de seguridad y las sillas de retención infantil, optar por la bicicleta parece ser una actividad de alto riesgo.
“Para mi personalmente, montar en bicicleta siendo mujer y maternando en bicicleta, es un acto político. Porque es una manera de enfrentarse a lo que normalmente se nos ha enseñado que es que tienes un hijo debes comprarte un carro. Cómo vas a llevar a tus hijos, y si los llevas en bicicleta eres un irresponsable”, se explaya Carolina.
Aquí entra también la educación hacia los más chicos. “Enseñarles a los hijos cómo enfrentarse al tráfico, cómo contestar cuando se les dice algo, o como no contestar. Y es bastante complicado, porque tiene que enseñar con el ejemplo, y no caer en el juego de la violencia que hay en las ciudades”, agrega.
Los hijos de Carolina ya empezaron a andar en sus bicis solos a clases y se van como un trencito de cletas. “Como que ellos se sienten bastante cómodos en sus bicicletas. La hora pico es la que menos disfrutan. A la hora que regresan a la casa es más fácil porque pueden ir con mucha más calma, pero también como que se sienten orgullosos de llegar al colegio en bicicleta, mientras que sus compañeros vienen cansados de una ruta que tuvieron que madrugar mucho más porque son recorridos extremadamente largos, entonces muestra que hay otra manera de hacerlo”.
La argentina Jimena Pérez, cofundadora de Argenbici, tiene un niño de 9 años y una niña de 1 año. “A diferencia de con mi hijo mayor, el aprendizaje entre el niño y la niña fue el miedo. Lo importante es no transmitirle el miedo a niños y niñas cuando los estamos llevando. A mi particularmente me da más miedo llevarlo en un auto que en la bici. Creo que es importante enseñarle el respeto en la calle y el respeto que hay que tener ante los vehículos, pero no que tengan miedo y no vivirlo con eso, que muchas veces sucede, que entramos en ese rol, o cuando hablamos con los medios que la bici es peligrosa, que las personas somos vulnerables”.
Para Jimena no hay malas madres, sino que una mala visión del rol. “Cumplir con los estereotipos, lo que la sociedad busca de una buena mujer, si no estás en compañía, si no tienes un trabajo estable, si no te transportas por la ciudad como deberías, serás una mala madre. Cuando el padre se hace cargo de una cosa, se le aplaude y a la mamá es como que la tiene que hacer. Esto termina generando que algunas mujeres no cambien su modelo de vida. Desde maternar en bici y romper esos estereotipos. Que con el ejemplo motiven a otros”.
En la experiencia de Carolina, ha sentido más presión por ser mujer. “Mi pareja también lleva a los niños y a él lo acosan menos en la cicloruta y en las calles compartidas con los autos. Cuando yo los llevo es más normal que un carro me cierre para no dejarme pasar por el lado, porque cuando te ven mujer te quieren asustar un poco. Es como ese juego que tienen que asumen que una es mucho más nerviosa y entonces te cierran, o te gritan en la calle. Mientras que a él no le pasa. Cuando hemos llegado al colegio muchas preguntan de por qué no en carro, si no es peligroso, etc. Para mí es más sencillo porque puedo hacer las compras y otras cosas que no podría hacer en un bus o en un carro”.
En la visión de Sebastián, se trata de una responsabilidad mediática que ayuda con estos juicios. “Antes de ser papá, me tocó ver padres, madres o cuidadores en bici y subía fotos con los niños. Mucha gente lo celebraba y muchos lo juzgaban como diciendo que estaban locos”.
Por último reflexiona, “qué ciudad queremos que los niños de hoy vivan después. Pavimentar esa ciudad del futuro. Mostrar con el ejemplo. Mucha gente se acerca de manera confrontacional, si queremos un cambio la respuesta debe ser informativa, para dejar de perpetuar este juicio rápido”.