Por Marcela Espíndola, Alcaldesa de la Bicicleta de Buenos Aires
Soy Marcela Espíndola, Licenciada en Comunicación Social. Diplomada en Asesoría Parlamentaria y Diplomada en Género y Comunicación. Militante feminista, activista y ciclista urbana. En los últimos años he trabajado en materia de movilidad sostenible, género y equidad vial.
Fundé en 2007, junto a mi esposo la organización Ciclofamilia, que trabajó en movilidad familiar y género en el ciclismo urbano porteño y donde se creó la primera Biciescuela para adult@s de Argentina, donde fui instructora.
Soy Guía Piloto de Bici Tándem, práctica que pude desarrollar en distintas actividades de inclusión social para personas con discapacidad visual.
Integré Mujeres sin Frenos, grupo autoconvocado de mujeres que en Buenos Aires generó acciones para el mayor disfrute del espacio público. Actualmente, soy parte de la Asociación de Ciclistas Urban@s (ACU), y de Argentina en Bici, espacio nacional y participativo a favor de la movilidad sustentable.
Desde este espacio en el colectivo ciclista porteño se me propone como candidata a Alcaldesa de la Bicicleta de la Ciudad de Buenos Aires, y luego de un proceso bastante exhaustivo, BYCS me suma a su red de Alcaldes/as a fines de 2020. Para mí es un gran orgullo y un aún más grande el desafío ser la primera Alcaldesa de la Ciudad de Buenos Aires, en un país con un fuerte activismo del movimiento feminista.
Soy antes que nada activista feminista, y como tal, he acompañado reclamos sociales y políticos del feminismo dentro de mi colectivo ciclista. Mi principal objetivo -y creo que el de mis hermanas ciclistas también- es incorporar en la agenda del movimiento feminista, los reclamos de nuestro colectivo ciclista, que no son ni más ni menos que el derecho de vivir una vida libre de violencias y el pleno goce de nuestras ciudades.
Recordemos que el primer colectivo social que hizo de la bicicleta un símbolo y una herramienta clave en la lucha por sus derechos políticos fueron las feministas sufragistas. Pero no sólo la bicicleta sirvió de instrumento para reclamar el derecho a votar, sino que también transformó los modos de vestir y de viajar de las mujeres de aquel tiempo, que encontraron en la bicicleta -además de un vehículo que les proporcionaba movilidad individual sin necesidad de chaperones masculinos- , la oportunidad y el símbolo para manifestarse en contra de las distintas formas de opresión que se ejercían sobre ellas y sus cuerpos.
Buenos Aires es una ciudad que ha dotado de infraestructura ciclista en los últimos 10 años y que ha hecho posible que más personas se muevan por la ciudad en bici.
En ese sentido y aunque no existen datos públicos que permitan afirmarlo, es notable el crecimiento de mujeres ciclistas en la Ciudad de Buenos Aires, a pesar del miedo o precauciones ante el peligro o la aversión al riesgo, la violencia de género, etc, dificultades cotidianas con las que se encuentran las mujeres para moverse en la ciudad.
Sin embargo, queda mucho por hacer en materia de educación, seguridad vial, y de inclusión social, para resolver el derecho a la movilidad de las personas que no sean las adultas jóvenes y económicamente activas.
Creo que el mayor desafío post confinamiento por la pandemia de COVID19 es volver a pensar las ciudades como lugares posibles para vivir, con más espacios de convivencia y de disfrute público, y donde la bicicleta es la mejor herramienta para la transformación social, la más sostenible y la que más se adapta a la resiliencia de las ciudades.
Vivimos una gran oportunidad para pensar en políticas locales que mejoren la accesibilidad para personas con discapacidad, mujeres, ancianes y niñes, que ven a las grandes ciudades como inseguras. Mi intención es favorecer esa mirada sobre la bicicleta y trabajar colectivamente para mejorar las políticas públicas del tránsito en la ciudad, la infraestructura, las regulaciones, etc, para quienes son los más vulnerables. Como sociedad civil no podemos ignorar el potencial transformador que tiene la bicicleta para exigir el pleno goce y ejercicio del derecho a vivir una vida libre de violencias.