“Me acuerdo que en la universidad echaba carrera con un compañero que tenía auto y no podía creer que yo siempre llegara antes. De ida y de vuelta”, cuenta José Ignacio Fuenzalida, ingeniero y fundador de Makana Bikes, empresa que se dedica a la conversión eléctrica de bicicletas.
Por Michelle Raposo
Una hazaña que no deja de ser porque el pique era de La Reina a Beauchef. “Yo soy asmático y lo que me mataba era la vuelta. Entonces no podía hacerlo más de dos o tres veces a la semana, porque igual me gustaba hacer otras actividades y llegaba muy cansado a la casa”, comenta.
Desde chico le gustaban las bicis a José Ignacio, aunque más que para hacer deportes, “las veía como un modo de transporte”. Luego de terminar su carrera, pasó casi cinco años en Europa, gracias a dos oportunidades de becas. “Allá me di cuenta que efectivamente la bicicleta sí puede ser un medio de transporte seguro, desde el punto de vista de que cuando hay infraestructura y sistemas compartidos y se premia el uso de la bicicleta, como que las ciudades son más amigables”.
El bicho raro
Después de muchas vueltas, José Ignacio vuelve a trabajar a una oficina en El Golf y era como el bicho raro del lugar. “Era el único, disculpa que lo diga así, pero el único hue*n que iba en bicicleta”.
Además de ser el único, la infraestructura no era la más simple para dejar la bici. “Lo que me apestaba era que el bicicletero de la oficina estaba en el -4 y había que bajar a pie. Entonces la media hora que ganaba al irme en bici la perdía entre ir y subir al bicicletero”.
En esos bajar y subir del estacionamiento fue que se dio cuenta que ya no podía seguir remando contra la marea y renunció a su trabajo. Fue viendo videos durante la pandemia que le aparecieron casos de gente que armaba una moto a partir de cosas de Aliexpress y otro que había reconvertido su bici a modo eléctrico. Esto fue suficiente para que se prendiera la ampolleta en su cabeza y se pidiera unos motores.
“Rompí todo. Rompí la bicicleta, rompí piñón, rompí cadena, controlador, quemé cosas. Estuve un año y medio probándola. Le saqué como unos 10 mil kilómetros a la bici y ya no tuvo nunca más problemas y ahí fue cuando vi la oportunidad”.
Y así fue como, en simple, nació Makana Bikes, que aunque se ideó en pandemia, ya lleva cerca de un año operativa.
Transformando la bici
El concepto del proyecto de José Ignacio está basado también en los conceptos de economía circular, de tomar la bici, transformarla en eléctrica, por la mitad de precio que comprar una nueva.
Para iniciar el proceso, el interesado tiene que mandar una foto de su bici para ver la factibilidad y luego de eso se envía un presupuesto.
¿Qué tanto cambia la bici con este pack eléctrico? Son entre 5 y 7 los kilos que puede sumar según el tipo de motor que se elija, los que no se sienten, a menos que esté apagada. “La relación peso/potencia, que es algo que miden mucho los ciclistas, es muy buena”.
El kit más liviano, está recomendado para las personas que hacen más ruta y que el peso al final es algo que importa.
Hay dos tipos de tecnología cuenta José Ignacio. Uno es un motor que va, como quien dice, al medio de la llanta. “La gracia de este, es que solo hay que reemplazar la rueda trasera”. La desventaja eso sí, es que tiene poco torque, por lo que en ciudades o trayectos que tengan mucha pendiente el motor tiende a sobrecalentarse.
La segunda opción es un motor central, con mucho más torque. “La ventaja que tiene, además del torque, es que el centro de gravedad de la bici está donde está el peso de la persona y la conducción se hace más agradable, por así decirlo”.
El motor tiene una vida útil entre 10 y 15 años, con una buena mantención. Hay un engrase cada 3 mil km preventivo que se tiene que hacer, que no demora más de 5 minutos y lo puede hacer una persona en la casa. Y luego cada 10 mil km, si la persona siente el motor un poco con ruido, se revisa un piñón, que no cuesta más de 15 mil pesos instalado.
La batería es extraíble, con un sistema de llave, en caso que alguien la quiera sacar y tiene una vida útil de al menos cinco años. “Nosotros queremos tener un programa de reciclaje de nuestras baterías y tenerlas de vuelta siempre”.
En cuanto a los frenos, tienen un sistema de seguridad en que cada vez que se aprietan se corta el motor. Entonces al final solo tiene que frenar la rueda.
Otros puntos a tener en cuenta son que las pastillas se consumen más rápido, porque aumenta la velocidad de desplazamiento, y hay más energía que frenar. Lo mismo pasa con el desgaste de los neumáticos y la cadena, ya que uno se va a estar moviendo a velocidades más altas.
Dinámica del pedaleo y carga
Pasando a la experiencia de manejo, el kit tiene un sistema magnético en los pedales, que cuando te pones a pedalear comienza la asistencia eléctrica. También está la opción de un pequeño acelerador, que solo se recomienda en caso de emergencia. Los sistemas de asistencias, van del 1 al 9. Como está regulado por ley, la velocidad de asistencia va regulada a un máximo de 25 km/hr.
En cuanto a la forma de cargar la batería, no se necesita infraestructura extra por así decirlo. Uno puede enchufar a la red con enchufes comunes y corrientes, y la carga va a depender del tipo de cargador y del tipo de batería.
En Makana solo trabajan con cargadores lentos por el momento, porque son los que alargan más la vida útil de las baterías. Y tienen tres tipos de baterías: de 500 Wh, 700 Wh y 1.000 Wh.
“A modo de regla general, uno puede estimar, siendo bien conservador, 10 Wh el kilómetro, entonces una batería de 500 Watt hora va a tener como 50 kilómetros de autonomía”.
Eventualmente existe la posibilidad de contar con otra batería, que se puede ir intercambiando para extender aún más la autonomía.
Ya pensando en los tiempos de carga. “El cargador pasa como 100 Wh por hora, entonces una batería de 500 Wh, si está totalmente descargada se va a demorar cinco horas, y así 7 o 10 horas, dependiendo de cuál se elija.
¿Y qué pasa con las lucas en la cuenta de la electricidad? “El costo residencial de luz, el kilowatt hora está como a 100 pesos. Entonces, en la batería de 1.000 Wh va a salir 100 pesos la carga”.
Retorno de inversión: tiempo y calidad humana
Si bien la reconversión eléctrica no es precisamente barata -sus precios van desde los $820 mil (motor rueda) a los $920.000 (motor central)- en poco tiempo se puede recuperar lo invertido. Según las estimaciones de José Ignacio, en seis meses ya se puede ver el retorno de inversión y de ahí para adelante es puro ahorro, por así decirlo.
Esto también depende con qué se lo compare. “Hay gente que se va a bajar del auto. Los que ya son ciclistas, van a ganar tiempo, lo que es muy valioso, porque los chilenos no somos buenos para evaluar nuestro tiempo, pero si ya ganamos una hora al día es genial. Eso de llegar o no llegar cansado a la casa, es mucho mejor. Está el costo monetario sí, pero también el beneficio de tiempo y calidad humana que para mí no tiene precio.
Extendiendo la vida útil… del humano.
Casi todos los tipos de bicicletas (o usos) pueden ser reconvertidas. “Desde las de aro 20, si un niño quiere pasarse a las motos y le sirve de práctica, hasta el universitario que la quiere para el día a día porque es más barato que el transporte público, profesionales para el trabajo, papás o mamás que llevan a sus hijos y adultos mayores”.
En este último caso, José Ignacio cuenta que la persona con mayor edad que ha tenido como cliente tenía 83 años. “Lo vi pasar una vez pedaleando a fondo, y yo dije ‘esa bicicleta la conozco` y no lo podía creer cuando lo vi”.
“Lo que más me deja tranquilo es que la gente queda muy contenta. Es verdad que después de los 25 años o más, andar todos los días en bicicleta se vuelve difícil. Entonces, todos estos temas con la asistencia eléctrica se solucionan muy bien. Es casi mágico lo que ocurre, es una simbiosis muy bonita”.
A futuro, José Ignacio se ve haciendo más conversiones cleteras y con sus propios modelos de bicis. Sin embargo, “mi sueño… mi sueño es hacer motores eléctricos y baterías en Chile”, concluye el ingeniero y fundador de Makana Bikes.