La seguridad es, básicamente, una superstición. Helen Keller
Por Jimena Pérez Marchetta, Alcaldesa de la bicicleta, Salta, Argentina
¡Yo, ni loca! me dijo una madre al verme llegar al jardín de nuestros niños en bicicleta con mi hijo de 11 meses en su sillita.
La culpa es una emoción poderosa, según mi psicóloga muchas veces funciona como medida de control para el poder hegemónico.
¿Por qué solemos relacionar a la bicicleta con la peligrosidad? ¿Es acaso más peligrosa que ser peatón/a o pasajerx de un vehículo con motor? Navegué bastante y no encontré un estudio que asegure que la bicicleta es más peligrosa que otros modos de transporte, lo que sí encontré es que durante el 2017 el 25% de las muertes por siniestros viales en Salta fueron peatones (ANSV, Argentina). Entonces, ¿por qué su percepción de inseguridad es tan inquietante? ¿será que les activistas también somos responsables de ese mensaje?
En los inicios de mi activismo era común usar como recurso en las notas periodísticas, al exigir infraestructura y políticas públicas, sentencias como: “somos más vulnerables”, «no tenemos más carrocería que nuestro cuerpo». Esa estrategia de comunicación fue cambiando con el tiempo, ya que en un momento me di cuenta que ¿cómo podía alentar a que más personas se suban a la bicicleta si yo misma decía que era peligroso?
Llevar niñes supone una responsabilidad extra ya que dependen de nosotres y nuestras decisiones. Cuando otra persona me interpela y me pregunta si no me da miedo llevar a mi hijo en la bicicleta suelo responder que si, que es el mismo miedo que siento cuando caminamos o lo llevo en auto; y es que no se cuestiona tanto otro medio de transporte como la bici a pesar de que Según la OMS este año van a morir 218.000 conductores y pasajerxs de automóviles en el mundo, muchxs de ellxs serán niños y adolescentes, ya que los siniestros viales representan una de las principales causas de muertes entre lxs más jóvenes.
Un relevamiento en Latinoamérica llevado a cabo por la Federación Internacional del Automóvil (FIA), asegura que les ciclistas argentines están en peligro y no dudan en señalar (casi como justificación) que “el 85% de los usuarios de bicicletas no cumplen con la ley”. Según la FIA, no solo estamos en peligro sino que es culpa nuestra estarlo. Se hacen les distraides y no hablan de la amenaza que representa estar a bordo de un automóvil.
Algo que aprendí de los feminismos es que la percepción de inseguridad en la vía pública es tan violenta como la inseguridad misma. La comunicadora social y ciclista, Andrea Verdún Sajama, ha estudiado sobre el impacto negativo que tiene sobre las mujeres que andan en bici (o que quisieran hacerlo) la estigmatización de los medios de comunicación al titular un hecho de violencia de género y relacionarlo con la bicicleta (por ej. «Desapareció cuando volvía a su casa en bicicleta»). Las violencias de las que hablamos no distinguen entre los modos de transporte de la persona afectada, pero la prensa lo coloca como un elemento relevante que mancilla, una vez más, a la bicicleta.
Por esto, es tan importante repensar nuestros discursos como organizaciones de la sociedad civil y también que la academia pueda trabajar en proyectos de investigación que nos permita abordar algunos mitos que terminan siendo usados para defender la hegemonía de la automovilidad.
Que la culpa no nos persiga por las calles de nuestra ciudad, que lo único que nos acompañe de regreso a casa sean las risas de lxs pequeñxs pasajerxs que nunca olvidarán esos viajes en bicicleta.