Por Gloria Hutt, Ministra de Transportes y Telecomunicaciones
Todos los días más de un millón de viajes en el Gran Santiago se realiza en bicicleta. La cifra, que ha crecido de forma sostenida en los últimos años, da cuenta del aporte relevante de la bicicleta a la movilidad urbana. Basta contemplar un instante cualquier calle de la ciudad para comprobar cómo miles de personas pedalean por las calles, apropiándose de un espacio público que históricamente era ocupado solo por vehículos o peatones.
La vida, desde una bicicleta, se observa de manera distinta y el camino habitual se transforma en viaje. Tal como David Byrne lo comprobó en su célebre “Diarios de bicicleta”: el pedaleo nos aclara la mente y nos muestra aspectos, personas y rincones de nuestras ciudades que solemos ignorar.
Desde el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, estamos convencidos de que una ciudad moderna, inclusiva y por sobre todo amable, debe promover distintas formas de movilidad, respeto y convivencia vial. Por esa razón, estamos convencidos de que cualquier política pública destinada a la movilidad debe instalar a la “bici” en un lugar fundamental.
Esto nos plantea un desafío que como Gobierno ya estamos abordando. Primero, a través de la planificación urbana, participando y dialogando con quienes hacen de la bicicleta su principal medio de transporte. Nuestro objetivo, junto a otros ministerios, intendencias y municipios, es fortalecer la red de ciclovías existentes y darle a los ciclistas un espacio seguro para transitar.
En ese sentido, también queremos apostar por la intermodalidad y promover la combinación de medios en nuestras ciudades. Un gran proyecto relacionado a eso es la futura “Línea 0”, una completa red de estacionamientos en las estaciones de Metro que permitirá dejar las bicicletas aparcadas durante el tiempo que sea necesario para abordar el tren subterráneo. De manera segura y eficiente, tal como hoy ocurre en varias ciudades del mundo.
Otro aspecto fundamental, ya transformado en uno de los ejes de nuestra gestión, es la seguridad vial. A la ley de convivencia, que establece normas de respeto hacia los ciclistas y peatones, se suma un logro primordial: la reducción de la velocidad máxima urbana de 60 a 50 kilómetros por hora. Este cambio permitirá reducir el número de muertes entre quienes eligen pedalear.
Sabemos que aún quedan muchos desafíos pendientes y que debemos trabajar aún más por una efectiva integración de la bicicleta en nuestras ciudades. Nuestro objetivo es promover su uso, con medidas que logren también, incrementar la protección de los ciclistas. Día a día trabajaremos por ello para que pronto, más chilenos, aprecien la libertad de pedalear, caminar, utilizar el transporte público o conducir por nuestras calles con más seguridad.